Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



miércoles, 24 de octubre de 2012

Germán y el otoño

Germán ha estado ausente un tiempo, quizás porque la vuelta al cole le ha supuesto algún que otro virus, ya sea el de gastroenteritis o las fiebres y los resfriados. Pero a Germán le encanta el otoño, esa nueva época del año que pregona a los cuatro vientos que ya ha llegado. Y ¿por qué le gusta tanto? Yo os lo digo, porque su mamá le ha comprado unas botas de agua que está deseando utilizar todas las mañanas.
Pero también se está dando cuenta de que el otoño tiene otros aspectos algo menos positivos. Si de bueno tiene que puede chapotear en los charcos, porque se ha dado cuenta de que, con las botas de agua no se pone empapado de agua, y si lo hace le vale la excusa de que ha estado lloviendo, de malo también tiene que el día que disfruta de las botas de agua no puede ir al parque, o bien porque con el paraguas y con la lluvia es imposible ir a disfrutar al parque, o bien porque la arena se anega y es imposible jugar. Además, mamá y papá simplemente no le dejan ir.
Otra cosa que incomoda a Germán, que es muy caluroso, es tener que ponerse tanta ropa. A él le bastaría con poder ir en manga corta a clase o al parque, pero en cambio mamá o papá, dependiendo de quien lo lleve al cole cada mañana (pues trabajan los dos), le ponen una camiseta interior, una camiseta de manga larga y la sudadera, de la que consigue deshacerse justo cuando llega a clase, cuando la profesora se despista. Pero ya está, se tiene que conformar con el resto de la ropa, aunque se siente muy agobiado. Con todo, ya ha escuchado, aunque apenas lo recuerda porque es pequeño aún, que dentro de poco tendrá que llevar el chaquetón o la chaqueta, y guantes y gorro, y vale que el chaquetón no sea de su agrado, pero eso de llevar guantes y gorro le parece genial, sobre todo porque ya ha visto muchos dibujitos animados de su agrado que lo llevan. Aunque sus padres ya se han dado cuenta de un detalle, y es que Germán cree, como ve en la tele, que el otoño traerá mucha agua e incluso nieve, y la verdad es que la población en la que vive eso suele ocurrir bien poco.

lunes, 22 de octubre de 2012

Esa suerte que tengo

Hay veces que es una suerte saber, con certeza, que hay alguien a quien no ves nunca, para ser sinceros, y que siempre está dispuesto a escucharte, esa persona que me ha hecho y me hará pasar ratos inolvidables, quien me saca una sonrisa sin necesidad de pensar en exceso, y que siempre tiene un gesto adorable conmigo, por lejos que estén nuestras manos para estrecharse en los malos momentos.
Y hoy ha vuelto a ser uno de esos momentos en que sólo hace falta levantar el teléfono (en sentido figurado, porque las nuevas tecnologías hacen que ni sea necesario), porque he sentido la necesidad de saber de esa persona, y zas, ha salido del otro lado, sin preocuparse de cuánto tiempo hace que no hablamos, no contamos nuestras cosas o nos dirigimos un hola (concretamente el último fue en una circunstancia algo desagradable para mí), y hemos tenido una de esas conversaciones que tanto me gustan, de esas en las que no hace falta siquiera remontarse a la última vez en que nos contamos algo, pues sólo con saber que estamos bien me basta.
Y puedo sonar egoista, pero me gusta saber que estás ahí, que siempre ha sido una de esas personas que siempre está disponible, a pesar de que hoy incluso te he molestado más de lo normal, porque estabas ocupado con tu vuelta a casa, ya sabes a qué me refiero. Me gusta confiar en ti y que lo hagas conmigo, que nunca te sienta un extraño, aunque hace mil que no nos vemos y eso es algo que siempre me pesa, aunque creas que me invento mil y una excusas.
Espero que esto nunca cambie, aunque nuestras vidas se alejen, aunque nos distanciemos o los kilómetros que nos separan en la realidad siempre sean los mismos, o sea muchos, y podamos contar el uno con el otro. Espero que, sea lo que sea lo que nos ocurra, bueno o malo, siempre estemos el uno para el otro, yo te aseguro mi amistad para muchos años, porque hemos sabido conservarla después de todo y eso es de agradecer.
Y gracias de nuevo por el ratito de hoy, porque me has devuelto a la normalidad, a esa que parece que me ha abandonado para que la cope la rareza, en todos los sentidos.
Pd: sólo espero que siempre, porque así lo necesito y lo necesitaré, tengas un ratito así para mí, porque me haces muy feliz.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Una imagen vale...

Una imagen vale más que mil palabras pero además más que mil recuerdos, porque a veces tendemos a hacer subjetivos los recuerdos, en cambio una fotografía parece un documento más fiel a la realidad. Me ha surgido esa reflexión estos días en que, por un lado y otro se habla de imágenes, siempre antiguas, de cuando las personas de mi alrededor eran pequeños o incluso cuando algunos amigos o yo misma lo éramos.
He tenido en mis manos esas fotos que te hacen revivir, en blanco y negro, épocas pasadas, las que no conociste y provocan que alguien te cuente cómo era esa casa, cómo fue la boda, el bautizo o la comunión, quién es quien. Incluso se buscan parentescos, cercanías familiares, vecinales o antiguas amistades, e incluso se desempolvan viejos recuerdos, aquellos que parecían casi inexistentes. Y pueden incluso surgir nostalgias, porque todos somos humanos y porque esas fotos en blanco y negro traen al presente a gente que ya no está.
Pero también he mantenido conversaciones de esas en que los más pequeños ahora se confunden, al ver imágenes pasadas, con sus hermanos, sus tios u otros familiares, porque es inevitable que todos nos saquemos un parentesco con alguien cercano, al fin y al cabo no dejamos de ser familia. Los vínculos nos hacen mostrar lazos que parece que no existieron y otros sacamos los parecidos razonables o más extraños que se nos ocurren. Todo sea por cuestión de divagar.
Y aún hay más. Da gusto que se te salten las lágrimas cuando ves un álbum de fotos, de esos que se hacen con amor, de esos que recopilan una vida en imágenes, en cincuenta, setenta o cien, hasta una fecha concreta. Y además muestra la grandeza de hasta donde podemos llegar, el límite que nos ponemos.
Una fotografía por tanto, para mi gusto, es uno de esos inventos y no precisamente de la era moderna, de los que dejan huella, porque cuando la mente sea frágil, o cuando no te dé por almacenar todo lo que has vivido, podrás pasar las hojas de un álbum o abrir un archivo en el ordenador que te permitirá descubrir todo lo que viviste, lo que te perdiste, lo que has echado al olvido y lo que te hace ser quien eres en este preciso instante, o lo que fuiste, lo que fueron los que te querían o formaban parte de ti...Todo esa magia contiene una imagen, eso sí, es una pena que nos hayamos acostumbrado a no imprimir esos recuerdos y darles forma, recopilando así los momentos que más nos gustan, porque es una gozada...

La soledad

La soledad a veces es necesaria, porque te hace pararte a reflexionar en lo que parece ir a mil revoluciones en el día a día, sobre todo cuando la normalidad aún no se ha asentado en tu día a día desde hace tiempo, cuando ya nadie excepto tú recuerdas todo lo que ha ocurrido, todo lo que te ha ocurrido.
Pero da igual, siempre hay que mostrar a la dama de hierro, a la que no se inmuta y no tiene derecho a errar, a la que no tiene miedos, a la implacable, a la que no sufre, ni llora o ríe con motivo; no vale demostrar que una está viva, tiene sentimientos y no es de piedra y todo ello se afianza con la soledad de un día, de dos, de tres o de todos los que vengan por delante.
Pero también esa soledad te hace darte cuenta de cuánto te rodea, de lo que nunca estuvo en tus manos, de lo que sólo fue un sueño, una quimera, así como todo lo que no valió la pena, porque hay quien no valora, quien sigue adelante con su hipocresía, otros con sus ojos vendados, mientras yo sé, soy consciente cada vez con más fuerza, de que ni siquiera mereció la pena.
El arrepentimiento se hace pleno en cada momento de soledad, al igual que también se afianzan otros sentimientos, otras escenas, otras realidades que, poco a poco y aún no teniendo nada que ver, también se pegan a mi piel, las que me hacen ver que las malas sensacines no son un sueño, que aquello que me provoca dolor de estómago no es sino la confirmación de lo que es fehaciente...Y así continúa la soledad, bajando como un manto implacable, cayendo sobre mis hombros. Pero quizás esa soledad ayer, hoy y mañana hasta me deban apetecer...

miércoles, 10 de octubre de 2012

Sí, madurez...

Sí, madurez, es el término que hoy se me viene a la cabeza. Por muchas razones. Hoy se han acumulado en mi mente muchas secuencias, de personas, momentos y épocas distintos, quizás por lo vivido, escuchado, aconsejado y rememorado. Madurez, según el diccionario de la RAE es buen juicio o prudencia, sensatez, entre otras acepciones. Pues bien, la madurez se demuestra. No podemos ir por la vida de maduros, porque no es una medalla que nos podamos poner, sino un estadio que debemos alcanzar, pero alcanzar ganándonoslo a pulso. Es así, y no hay forma de cambiarlo.
Hay quien se jacta de ser una persona madura, y hay quien incluso es capaz de convencerte, pero siempre se llega a la verdad, y al final acabas sabiendo o comprobando, que muchas veces es lo peor, que es incierto, que es muy fácil utilizar la palabra madurez por azar, de manera banal.
Hay quien en cambio es maduro en alguna de sus decisiones y otras, las que parecen más sencillas, no es capaz de sacarlas adelante. Hoy me he encontrado con una persona así, que ya sabía que era así pero que ha vuelto a indicarme un problema, que para mi gusto sólo existe en su subconsciente, en su "creada" incapacidad para no poder funcionar de la manera que se le aconseja. Lo peor es que asuma que lo que se le aconseja es cierto, que "llevas la razón", puesto que no está dispuesto a cambiar su actitud.
Y está quien siempre será un jovenzuelo, un "vive la vida" de esos que no cambian mucho, por mucho que por su carné de identidad sí pasen los años.
Es así. Seguro que hay muchos otros tipos de madurez, fingida o real, pero hoy, como digo, se han venido a mi mente estos tipos de personas. A unos no los soporto en mi vida, porque no quiero cerca a quien es experto en el arte de mentir, es más fácil asumir los errores de cada uno y así poder crecer juntos, porque nadie es perfecto. A otros en cambio intento ayudarlos día a día, aunque a veces es muy complicado, sobre todo cuando no se quieren enterar de lo que se le dice o no se quieren parar a rectificar la manera de actuar que comenzaron.

martes, 2 de octubre de 2012

Extraña sensación

Extraña sensación es la que experimento cada día, cada día desde hace dos semanas. Y no tengo que recordar qué ocurrió entonces. Sólo sé que por un lado esa sensación es de alivio, de saberme libre de las garras de aquello que al final acaba ahogándote y no te deja respirar, pero era una prisión donde la convivencia era sencilla gracias a aquellos que, como yo, compartían esa celda. Y por otro tengo un pellizco en el estómago por aquello que me pierdo, por la profesión no ejercida, por la labor social no realizada...en fin eso que sólo pueden conocer y compartir aquellos que se sienten en un caso similar al mío.
Siempre digo lo mismo cuando me preguntan cómo estoy, y es que es cierto que, por unas o por otras, no me ha dado tiempo a aterrizar, a poner los pies en el suelo, y gracias a los que hacen que no pare quieta mucho tiempo, porque así no soy consciente de dónde estoy, y es así mejor, cuánto más tarde, mejor.
Ahora el tiempo es válido, se disfruta y sobre todo, se reparte en algunas cosas que me apetecía hacer, experimentar, sentir, aunque queda recobrar algunos viejos hábitos, como pasear por la playa por la mañana, mientras las olas rompen en la orilla y el sol empieza a apretar. Y eso al final acabaré consiguiéndolo, como espero poder avanzar en algunos proyectos en mente, de esos que dan satisfacción personal, porque en el plano laboral poco hay que celebrar...
Pero siempre con la cabeza alta, mirando de frente a lo que tenga que venir, a lo que me espera, sin miedo a cruzar la acera o ver qué hay tras esa esquina. Proyecto lo que quiero hacer, lo que quiero ser, y me estoy dando la oportunidad, o me la han dado, me da igual como haya sido, de pensar un poco y reflexionar, y sé, aunque siempre lo he sabido, lo que quiero ser, en la persona que me quiero convertir, aunque ya he avanzado mucho...
Ésta es mi reflexión de hoy...