Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



miércoles, 23 de noviembre de 2016

Solo puedo responder por mí

Tus palabras, pocas, dicen algo que no sé interpretar; y tus silencios, demasiados, denotan desprecio.

Pero no puedo responder por ti. Solo puedo responder por mí, y a veces no sé ni si mi base está bien asentada o tengo que empezar a cambiar los valores que marcan mi vida. 

Puedo responder por todo lo que he dicho a base de palabras, ésas que no he callado, creyendo que era la mejor arma para hacerme entender y para acercarte a mí. Palabras cargadas de significado; palabras llenas de un pedacito de mí y que se van contigo cada vez que te las he entregado, que no han sido pocas las veces que lo he hecho; palabras amargas porque la realidad no es la que me gustaría.



Puedo responder por todo lo que me quema por dentro, que no es poco; por lo que balbuceo; por lo que pienso en voz alta entre sollozos; por lo que digo alto y claro; por lo que pienso, pero sobre todo, por lo que siento. Porque sentir es lo más bonito que hay, y decirlo, compartirlo con la persona que te hace sentir, aún más. 

Puedo responder por lo que he ido alimentando durante meses a base de migajas. Y entonces me planteo qué podría haber sentido si te hubieras dado al completo, como lo he intentado yo.

Y duele obtener solo silencios, que me castigan como creo que no me merezco. Y duele que pases como si nada por mi lado. Y duele que no merezca nada, ni siquiera una pequeña respuesta. En cambio, sí he recibido algún deprecio hecho palabra, de esos que duelen como una daga en el corazón. Por exagerado que parezca.

Y es que, aunque te hayas jactado de decirme que no me gustabas, te metiste en mi corazón, en mi pensamiento, en mi día a día. He demostrado que estabas equivocado. Y muy al contrario de lo que tú has podido decir, no has demostrado que yo te gustara a ti. Caprichosa realidad. Y por mucho que me intenté hacer entender en ese sentido, no lo conseguí y parece que en persona, ante ti, tampoco. No supe desplegar todo aquello que supones y que no tengo que evitar, porque es lo que siento. 

Pero a veces creo que no quisiste dejarte querer. Porque a lo mejor soy yo quien no cumple con aquello que buscas, dejando a un lado otras posibles situaciones que, de ser verdad, dolerían. Pero no quise continuar alimentando malos pensamientos, por ello me quedo con lo que al final estoy sufriendo en carne propia. 

No logro que haya atracción mutua, no llego donde debo para que me correspondas; no alcanzo lo más hondo de tu ser; no soy capaz de hacer que te abras conmigo y expreses todo lo que puedo suponer o no, todo lo que hay en tu vida, lo bueno y lo malo, lo positivo y lo negativo, lo que te aturde y lo que te hace feliz, lo que perturba tus sueños y hace que sonrías, lo que anhelas y qué es de ti, día a día, que es como se construye todo, día a día, con tenacidad, esfuerzo y buenos deseos. 

Todo eso al final mata. Y como decía, solo puedo responder por mí, que no es poco, y por lo que me pide el cuerpo que exprese en cada momento. Pero expresar tanto, como tan poco, seguro que no es bueno. Porque muestras a quien tienes enfrente dónde encontrar tus puntos débiles, dónde te duele, dónde puede dar para hacer daño. 

Pero cuando tienes cierta incontinencia verbal y no quieres dejar de expresarte, puedes cometer el error de dar demasiada información, que no siempre sirve para lo que te gustaría. Cuando no eres capaz de callar, porque crees que así alimentas que quien quieres crea lo contrario a lo que piensas, puedes dar con quien no entienda todo lo que dices, todo lo que piensas, todo lo que intentas expresar...

Pero aún con todo, solo puedo responder por mí, por mis actos, por mis palabras, por mi falta de silencios, por mis intentos por hacerme entender o querer. Por mis patéticos aspavientos para volverme real cuando me siento tan invisible. 

Parece que nada que pueda hacer, decir o intentar demostrar, sirve. Aunque quisiera que fuera lo contrario. Que algo de todo lo que soy capaz de expresar consiguiera llegar a un trocito de tu ser y entonces fuera tu turno, tu momento de expresar, de no callar, de no tener miedo a decir, y de responder por ti como yo lo hago por mí...

lunes, 21 de noviembre de 2016

Ese hilo invisible

Siempre he pensado que era cierto aquello de que hay un hilo invisible que te acerca a alguien. Estás destinado a encontrarte con esa persona a la que te une esa invisibilidad que nadie puede ver pero que sientes cuando encuentras a esa persona.

Pero supongo que si alguna de las dos personas que se vean unidas por ese lazo especial quiere no estar unida a la otra, puede romperlo. Ojalá no quisieras romper esa cercanía, a pesar de que contradictoriamente veo que es todo lo contrario, que te siento cada vez más lejos, muy a mi pesar...




Que me gustaría sentir tu aliento cerca, embriagarme con tu perfume, escuchar tu voz y beber de tu sonrisa, pasarme horas mirándote y hablando contigo, viendo pasar el tiempo lentamente por delante, mientras recorro tu espalda con mi mano, acumulando sensaciones a tu lado y conociendo rápidamente todo lo que me he perdido. 

Que me gustaría ser parte de tu ser, sentirte cerca, cálido y agradable. Y no al contrario, como me siento ahora, lejos de ti, cada vez más, sin encontrar un punto de encuentro. No sé por qué, a pesar de ser experta en la palabra (escrita, siempre se me dio mejor), no encuentro las expresiones concretas que te hicieran ver que me cuesta no estar ahí...¿Tanto desprecio merezco?

Ese hilo invisible, al que maldigo a veces porque no me está dando las alegrías que suponía me traería, creí que me llevaría a ti. Pero solo encuentro un camino largo, al que no me dejas acceder, porque si me pidieras que fuera o tendieras tu mano hacia mí te aseguro que no me lo pensaría dos veces y caminaría hasta llegar a ti. Porque con solo pensar que estarías ahí, esperando, haría que el camino fuera cortísimo, intenso y alegre. 

No sé ya qué hacer, porque siempre me equivoco contigo. No sé si soy yo, o eres tú. Lo que sé es que, por loca que me tomen, no puedo alejarme de ti. Que no me pregunten por qué, porque no lo sé. Tampoco me lo preguntes tú, porque solo podría encoger mis hombros, solo ese gesto definiría lo que puedo decir. Es complicado de explicar y más difícil sufrirlo en primera persona. 

Solo sé que quiero tranquilidad, que no se me encoja el estómago de puro dolor si pienso en ti, porque siento que no te veré, que no podré recorrerte con mis dedos y que no podré transmitirte todo lo que haces que sienta, que no podré estar a tu lado y construir algo juntos. Quiero que mi estómago revolotee cuando te tenga cerca, hablar como dos desconocidos o como dos viejos conocidos. No quiero tener miedo de si hay alguien esperándote, y escuchar de tu boca que no quieres que la haya, porque prefieres estar aquí, conmigo, o donde quiera que sea...Quiero que desees estar conmigo y compartir tu tiempo con la que escribe, que tus misterios dejen de serlo y que no haya secretos ni dobleces entre tú y yo, sin confusiones, sin malos entendidos...

Quizás pido demasiado, quizás no está a mi alcance, no puedo pedirte o no estás dispuesto a darme. Qué se yo. Solo sé que me vuelvo loca si te pienso, que por las noches el insomnio me acompaña y solo me trae imágenes tuyas pero de las que no me gustan, de las que me hacen sentirme débil y me angustian, porque hace que mis miedos se reflejen en esas imágenes. Y que necesito, más de lo que crees, estar cerca, que estés conmigo. No sé si lo merezco o si en algún momento estaba entre tus planes. No lo sé.

En los míos no estaba volverme tan loca...No sé qué despiertas en mí, pero sé que lo quiero todo contigo, por difícil que parezca. Parece impensable, pero hay algo que me acerca a ti, no sé si es ese hilo invisible, o sentir que hubo un pasado que nos perteneció. Ahora es el presente el que no me corresponde y mucho menos tú. No sé qué nombre poner a eso. No sé cómo hacerlo...Por eso te pido, dímelo tú...por favor...Porque por el momento no me rindo, pero si no hay nada que me haga seguir, me rendiré y lo daré todo por perdido, aunque a veces sienta, sin entenderlo, que tiras de mi para que no me aleje, pero después no me das motivos para permanecer, como quisiera...

domingo, 20 de noviembre de 2016

Dímelo...

Dímelo. No fui nada y no lo seré, pero dímelo.

No puedo adivinar que no te interesa nada que tenga que ver conmigo. Lo puedo imaginar, lo puedo suponer, pero así no funcionan las cosas. Hay que decir lo que uno siente, piensa y no siente y no piensa. No puedo adivinar y a la vista está, y las comparaciones son odiosas. No tengo nada de ti, no te das, no te abres y no te expresas. Conmigo no. 

Solo hago adivinar, de mala manera, con malas artes y estropeando cada momento soñado y que nunca llega. Pero no quiero suponer, quiero saberlo por ti. Si me tengo que ir, me iré. Si me tengo que quedar, me quedaré; pero no quiero decidir yo, de forma precipitada ni por aquello que creo. Porque no soy de esa condición.



Pero dímelo. Dime qué quieres y qué no quieres. Y si soy yo, me quedaré. Si no soy yo, me iré. Y además, si puedo, tomaré una decisión y si no, me iré sin hacer ruido e intentando que esto sane. Porque ya duele y más que dolerá, estoy segura. 

Ojalá me equivoque, ojalá lo que deseo se haga realidad, como si hubiera pedido ese deseo a una estrella fugaz y lo hiciera realidad. Pero en estos momentos solo hablo desde el corazón, del corazón ajado, dañado y algo estropeado que intenta taparse bajo la manta para no ver, sufrir, para hacer que el tiempo pase...Como si eso solucionase algo...

Ya no sé cómo hacerlo, cómo me dirijo a ti, o mejor no hacerlo, pedir o no pedir, tirar de ti para que quieras que nos veamos, o simplemente intentar mantener una conversación. Pues no tengo la fórmula y parece que nunca acierto, contigo no. Es frustrante, pero es así. 

Dímelo. Lo entienda o no, es mejor que la incertidumbre. Es mejor que luchar contra marea. Es mejor que luchar contra lo que duele. Es mejor que luchar contra las dudas. 

Dímelo. Si es lo que estoy esperando escuchar, estoy segura que me tiraré a tu cuello, como llevo esperando mucho para hacerlo...Para besarte y decirte todo lo que tengo callado, todo lo que he guardado. 

Dímelo. Si no es lo que estoy esperando escuchar, caerá como una losa sobre mí todo lo que en algún momento he imaginado y entenderé entonces tu actitud para conmigo.

domingo, 6 de noviembre de 2016

Sus propios pedacitos

Y como si nada hubiera pasado, recogió sus propios pedacitos y comenzó a unirlos para que dieran un buen resultado, por lo menos, uno que no dejara ver que estaba rota, destrozada, desilusionada. 

Que hubiera un final que pudiera ser el principio de sí misma, pero siempre que supusiera una idea renovada de la que fuera un tiempo atrás.

Porque no quería dejar de ser quien era en esencia, pero quería transformarse en parte, porque confiaba que así pudiera llegar la renovación que buscaba, el cambio que deseaba y tanta falta le hacía. 

Entre esos trozos que fue tomando vio tantos momentos, que le fue imposible derramar alguna que otra lágrima. Pero eran lágrimas que suponían una renovación, un cambio. No quiso dejarlos atrás, porque eran sus momentos, todos los que había vivido, pero quizás no había sabido sacarles el jugo deseado. Los buenos, que parecían mariposas brotando con alegría. Y los malos, los malos debería haberlos apartado antes de ella, por eso los fue alejando, sin tenerlos tanto en cuenta. Los malos, que surgían como un cristal roto que hace daño con solo tocarlos. 

Pedacitos de sí misma


Se sintió como una loca, desbordada por tanta anécdota. Lloró y rió a partes iguales, pero no se olvidó de nada. Pasaron ante ella su infancia, tan preciada; su juventud, tan divertida como ajetreada; su ya mayoría de edad, el paso por los estudios superiores y la búsqueda de trabajo. Las salidas con los amigos, el primer amor, la llegada de tanta gente importante...Y de repente supo que, poco a poco, había ido eliminando los momentos malos, porque no salían por ningún lado. Aunque sabía que para aprender a valorar lo que tenía había tenido que pasar por esos malos tragos, pero se alegró de que no estuvieran en esa recomposición que estaba haciendo. Porque no los necesitaba.

Ahora tocaba volver a hacer de tripas corazón y soltar una amplia sonrisa que todos escucharan. Que los que estaban con ella disfrutaran, y los que estaban en su contra, oyeran con envidia. Y seguir, seguir acumulando momentos, los buenos, que sabría guardar como oro en paño, y los malos, que olvidaría tal cual fueran pasando...