Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



martes, 27 de diciembre de 2016

Y ahora qué...

He caído y he mordido el polvo. Escribo como una autómata, porque necesito decirme a mí misma, en éste mi rinconcito, lo que siento, porque necesito expulsar lo que me queda dentro, que no es poco. Porque ya he comprobado que decírtelo no sirve de nada. Me escuchas pero no contestas, o mejor, me lees pero tus silencios llenan el espacio, algo que ahora duele como dolerían tus crueles palabras. 

Y por tanto ahora me pregunto, ¿y ahora qué?. No sé cómo pasarán los días, y aunque parezca exagerada, no lo es. Sé que no lo es. Y por mis reacciones estos días, sé que esto duele y dolerá. Y aunque he intentado sobreponerme y recomponerme, en algún momento me he roto y he sucumbido a lanzarme a mostrarme vulnerable. Tal cual me siento.

Confíe en ti con los ojos cerrados porque tenía ganas de que algo saliera bien. Y también creo merecerlo. Y te escuché decir tantas cosas de mí misma que ni yo sabía que existían, que me apeteció pensar que eran verdad. Por una vez quise pensar que era como me describías a través de tus ojos. Pero no, he vuelto a ser el patito feo al que hacen daño, por confiada, y dejan a un lado. Como un juguete al que poco uso más hay que dar. Con todo, ahí he seguido y ahí sigo, dando todo lo mejor de mí, porque sigo pensando que mereces mucho la pena, más de lo que parece a primera vista. 

He seguido tu ritmo, sin importarme que me pareciera precipitado en algunas ocasiones. Yo soy más lenta, quizás de ir con pies de plomo, porque ya he aprendido de experiencias fallidas, porque las prisas no son buenas consejeras. Pero me uní a tu ritmo, porque me apetecía experimentar aquello que me decías. Porque también he querido compartir mi tiempo contigo, sin importar lo que dejaba a un lado. Porque me apetecía y me apetece compartir cada segundo contigo. Pero cuando has aflojado, a mí tampoco me ha importado, porque estar a tu lado ha sido lo más sorprendente de los últimos meses. Pero pensé que continúabamos en el mismo barco. Y no, parece que no. Que es más simple apartarme y darme de lado que intentarlo. Conmigo no te apetece sentir, o aprender, o caminar juntos. Y puede que tú seas lo mejor que he encontrado y yo, estoy segura, puede que te haya tratado y estuviera dispuesta a tratarte mejor que algunas de las personas con las que has estado. Pero en cambio soy yo la que no merece una oportunidad, ni de ser feliz ni de hacerte feliz. La historia de mi vida. 





Quizás no sé explicarme, o se me amontonan las palabras y no sé cómo decir lo que siento. Solo sé que en ningún momento has sido un extraño al que conocer. Ya parecías un conocido al que seguir acercando a mí, poco a poco, intentando ser capaz de resultar interesante para que todo fuera a más. Pero ha ido a menos. Evidentemente, algo habrá que no cuaja, algo habrá en mí que lo deja todo aparcado, sin continuidad. 

Quizás no sé explicarme, pero me ha bastado con intentar que conocieras lo que pienso en cada momento. Siempre con respeto, pero también con ciertas reservas, por si hacía algo que no fuera de tu agrado. Miedo a volver a caer, miedo a volver a ser yo la que no funciona, miedo a no cumplir tus expectativas o las mías, miedo a no creerme a la altura, miedo a todo. Pero a tu lado, porque creo que hay personas que te hacen mejor, hay personas que te hacen crecer. Y he confiado en que fueras tú. Pero parece que yo nunca podré estar con alguien como tú, demasiado para mí ¿no? Y por eso me pregunto ¿y ahora qué?.

Aún con miedo, he intentado llegar a ti. Pero no puede ser. No puedo pensar que tus razones son las que me das. Algo más hay. Si te tiendo mi mano es porque quiero estar a tu lado, en las duras y en las maduras. Si he dicho o digo algo, es porque lo siento así. Si me quiero quedar, es porque quiero, no porque nadie me obligue a hacerlo. Porque no tengo prisas si es a tu lado, porque no hay tiempo si es contigo. Porque si algo he pensado, ha sido a tu lado, cuando hubiera tiempo y ganas. Porque he querido entrar en tu vida, en tu espacio, como me hubiera encantado que entraras en la mía. Porque he querido estar en tus momentos buenos, y más en los malos, porque quiero demostrar que no quiero ser como todos, que a la primera ocasión se marchan. No sé si me ha faltado algo por decir, pero tengo claro que he sido auténtica. Quizás me confíé pensando en que, lo que no dijera hoy, lo diría mañana. Y parece que el tiempo se ha acabado.

Nada de lo que he dicho o he hecho en estas últimas semanas ha conseguido llegar a ti. No he conseguido traspasar esa barrera, a pesar de todo...No he conseguido ser suficiente para ti. No he conseguido que me quieras a tu lado. No he conseguido que te apetezca quedarte, con lo bueno y lo malo que puedo ofrecer...No he conseguido nada de lo que me apetecía y creía merecer.

Hay momentos en que las malditas palabras no llegan, no puedo... Sé lo que pienso, creo que intentado decírtelo, en varias ocasiones, para que me entendieras, me comprendieras y además, creyeras en mis palabras, para después tomarme la mano como el primer día y caminar a mi lado. Pero en cambio las palabras no salen y  las lágrimas se arremolinan y brotan, y entonces, ya poco más puedo hacer. 

¿Y ahora qué? Que me quedo vacía, sabiendo que no voy a conseguir acercarte y que te quedes...Y todo lo que diga no servirá de nada ¿no?

jueves, 15 de diciembre de 2016

Y llegaste tú...

Llegaste cuando menos lo esperaba y quizás cuando más lo necesitaba. Porque fue el momento en el que sentí que tocaba fondo, y ahí estabas para tenderme tu mano, sin saberlo.

Llegaste para revolucionar mi tranquilidad, o para calmar mi intranquilidad, para hacer que quiera saber de ti sin medida, para que parezca que te conozco de hace mucho, aunque en realidad hayas llegado hace nada. Para hacer que me quede callada, escuchando, aunque a veces no entienda lo que me digas, pero sintiendo la pasión que le pones a lo que haces...

Llegaste para contradecir mis ganas de ser negativa y desconfiada y aunque en ese terreno haya tanto que intentar mejorar, por eso quiero seguir aprendiendo a tu lado.

Llegaste tú (foto de Internet)


Llegaste con tu sonrisa, tu cara de niño bueno y tu apariencia de malote para descubrirme que, efectivamente, las apariencias engañan. Que bajo una fachada hay una persona totalmente distinta a la que se dibuja o desdibuja y, aunque queda mucho por conocer de aquello que aún no está a mi alcance, lo que veo, me gusta. Quizás el hecho de que hayas sufrido como dices, de que hayas vivido momentos que no mereces, nos haga más iguales de lo que pensamos y en el fondo nos intentamos defender entre nosotros y de nosotros mismos cuando deberíamos hacer piña entre los dos frente al mundo, frente a lo que nos atormenta. 

Llegaste con tus maneras y tus formas, y aunque a veces confieso que me desesperas, otras simplemente me entran ganas de correr hacia ti y darte un achuchón. Me divierto con tus bromas, con tu manera de cambiar de la risa a la seriedad en momentos, de hacer el payaso y hacerme reír. Me halaga la forma con que me miras, porque despiertas la parte de mi que no conozco, ésa que solo tú ves, por fuera y por dentro...

Llegaste para compartir tu tiempo conmigo. Algo tan importante como aquello que no recuperarás. Y dejando de hacer otras tantas cosas por un café conmigo, por un paseo, por esas pequeñas cosas...

Llegaste para hacer que no me importe que me miren por la calle si río escandolasamente o me peleo en broma contigo, si te cojo del brazo o hacemos como que nos olvidamos de todo y de todos por un rato...Por eso las horas, quizás, pasan volando...

Llegaste y eso es mucho...