Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



lunes, 25 de febrero de 2013

¿Cuánto dice una mirada?

¿Cuánto dice una mirada? Ésa es la pregunta que me ronda desde ayer, que no se va de mi cabeza por mucho que quiera o lo intente. Una mirada que fue insistente, que quiso que hubiera complicidad, a pesar de que tenías acompañante y no te conozco de nada y seguro que no volveré a verte.
Pero, ¿cuánto se dijeron nuestros ojos? ¿Cuánto le dijeron los mios verdes a los tuyos marrones? ¿Cuándo te vieron por primera vez? Creo que cuando me monté en el tren y me dio por mirar por la ventanilla, mientras con tu acompañante te preparabas para entrar en el mismo vagón. Sí, fue ahí donde te encontré, donde dejaste de pasar desapercibido para mí.
Y lo mejor de todo es que durante más de dos horas nuestras miradas se siguieron cruzando, en un viaje que no sé si era el tuyo, pero el mío no. El caprichoso destino quiso que nos topáramos con ese tren, que no era el nuestro; con ese recorrido, que no era el nuestro; y no puedo estar más agradecida, porque sentí un vuelco en el corazón, a pesar de que no eres de esos tipos que te llaman la atención al momento. No, pero eso sin duda me gustó un poco más. 
Mi mirada te dijo que ojalá no fueras con acompañante, que ojalá hubiéramos hablado, cruzado palabra, y que hubiéramos estado a más de medio metro, como estuvimos por un momento cuando nuestros caminos empezaban a separarse ante la inminencia de bajar del tren, un tren que me llenó de vida, de alegría y de satisfacción.
No sé cuánto había en tu mirada, pero aunque sólo fuera por la curiosidad que te supusiera ver que te miraba, no quitaste tus ojos de mí, y nunca me he sentido más arropada que entonces. Fue agradable. Ojalá supiera quién eres y pudiera mandarte ese mensaje, poder decírtelo a la cara, pero sólo te tuve dos minutos a medio metro...Sólo...

domingo, 17 de febrero de 2013

Allí lo encontré...

Allí estaba, lo encontré a la orilla del mar como esperaba. Es demasiado predecible, pensé. Pero me gusta que sea predecible, porque de otra manera no lo hubiera encontrado. Quise llegar hasta él sin hacer ruido, para sorprenderlo, para que me dedicase una sonrisa, una de esas que me hacen pensar que lo ocurrido no tiene sentido, no es de gravedad, no tiene importancia.
Pero se me adelantó, y como si me hubiera sentido o percibido, miró hacia atrás justo en el momento en que intentaba llegar a él. Pero no me dedicó esa sonrisa de tranquilidad que esperaba, por lo tanto mi semblante cambió, y cuando se levantó de la arena, que en esos momentos se me transformó en frío hielo bajo mis pies descalzos. Cuando llegué hasta él, tiritando ya de los nervios, sólo pude quedarme parada, hasta que se acercó a mí, me rodeó con sus brazos y me dio un beso. Sólo entonces mi cuerpo recuperó su temperatura, y casi con un aliento le pedí perdón, porque una tontería no puede cambiar lo que sentimos el uno por el otro. 
Estuvimos un rato abrazados, sin darnos cuenta de que la noche había empezado a caer. Pero es que entonces fue cuando empecé a entrar en calor, a estar bien entre sus brazos, y volvi a cerrar los ojos, porque es ahí donde quiero estar, es su abrazo el que quiero que me rodee, no quiero nada más, no necesito más...