Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



miércoles, 30 de septiembre de 2015

Un abrazo

A veces, sientes que con un simple abrazo desaparecería la desazón...
A veces, tan solo tu rabia se calmaría con un abrazo, un fuerte abrazo que, por mucho que pelearas para librarte de él, no sería posible desatar...
A veces, un abrazo del que no te pudieras librar curaría tu mal...
A veces, un abrazo te permitiría dejar de pensar en todo eso o todo aquello...
A veces, cinco minutos abrazada a la persona que deseas tener cerca sería un alivio...
A veces, con un pequeño abrazo, un tímido abrazo, se acabarían las dudas...
A veces, la desconfianza se podría cambiar por un abrazo...
A veces, tus miedos desaparecen con un abrazo...
A veces, aquello que te despierta por la noche y te hace sentirse en medio de una pesadilla, se mitigaría..
A veces, daría mi reino por un abrazo. Pero si las personas de quien los demando en silencio vinieran a darme ese abrazo, entonces sería un momento perfecto...
¿Me das un abrazo? ¿Merezco que me arropes?



 

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Se fue...

El verano se ha ido. Hasta el próximo año las postales de mi playa no serán las mismas.
Ahora podré respirar ante una playa prácticamente vacía, con días menos soleados y envuelta en ropa de abrigo. 

Pero llegaré a ella anhelando que llegue el próximo verano, mi estación del año favorita y en la que pongo todas mis expectativas, mi empeño.
Porque si para muchos septiembre es el mes en el que empieza el año, yo prefiero quedarme siempre con el verano para empezar. Empezar a vivir, a disfrutar del buen tiempo, a colocar los muebles en la cabeza, a plantear nuevos proyectos...
Nadie me puede discutir los beneficios que tienen tantas horas de sol, esos días tan largos, con altas temperaturas y un armario más ligero de ropa. Ni que el verano hace que nuestros planes sean infinitos, desde ir a la playa sin horario, tomar un café a pie de playa o terminar el día con una buena copa y una conversación sin pretensiones. Es un placer poder leer un libro en tu playa favorita y aislarte del mundo. Es un placer conquistar tu trocito de arena y pasar las horas muertas...Sin pensar en nada ni en nadie.
Este verano, el mío, ha sido raro. A pesar de los consejos que me dieron, no he sabido disfrutar del verano sin pensar en muchas cosas, en aquellas que son importantes.
¿Playa? Sí, gracias. No me he privado aunuqe podría haber sido más intenso, pero no siempre se puede acudir donde quieres cuantas veces quieres. Y es que la playa para mí es plena relajación, el momento en el que no hacer nada se convierte en parte de la rutina y en la que el culto al cuerpo es una filosofía admirable y que sienta muy bien...
Este año un pequeño traspiés ha truncado mis posibilidades de ir a la playa tanto como me hubiera gustado. Pero al final sacaré alguna moraleja, supongo que la habrá. Al igual que sacaré alguna otra moraleja más con respecto a todo lo que ha pasado este verano. Por mucho que te empeñes, si algo no puede cuajar, no cuajará. El interés que muestras porque algo o alguien llegue no siempre consigue que la persona que tienes enfrente esté contigo como esperas. 
Este verano me ha enseñado que ser transparente solo me reporta frustración. Porque no siempre es una opción buena. Y es que, se crean heridas complicadas de cerrar. 
He aprendido a creer que, si alguien me valora, hará lo posible por llegar a mí, como lo intento yo. A pesar de la distancia o de las desavenencias. Porque creo que también merezco la pena y no siempre tengo que ser yo quien dé un paso al frente. Demasiados he dado y siempre sin mapa y brújula, de ahí que siempre acabe en el lugar equivocado y haciendo aquello que prometo no hacer.
Este verano me ha demostrado que la familia es un gran pilar. Y no siempre está compuesta por hilos de sangre, que también. Y yo tengo la suerte de tener una gran familia, en ambos sentidos. Una familia que me empeño en hacer crcer, pero no sé si esas pocas personas que quiero incluir en esta están dispuestas a ello. El tiempo, como con todo, lo dirá. 
Y también me ha servido para darme cuenta que, a pesar de cumplir años, siempre caigo en los mismos errores. 
Ahora queda un largo otoño-invierno por delante, para preparar el cuerpo y la mente para disfrutar y vivir el verano de 2016, que se antoja muy lejano, cierto. Confío que sea mejor que al que digo adiós hoy, que oficialmente entra el otoño.

domingo, 20 de septiembre de 2015

No más miedos

He decidido no tener más miedos, aunque haya empezado por algunos aspectos, todo de mogollón no resultaría. Poco a poco, con paciencia y buena letra que se dice ¿no? Porque las prisas no son buenas consejeras.
Perder el miedo a hablar, a expresarme. Si alguna vez lo experimenté, no me gusta la sensación que dejó en mi, por tanto he decidido no callar. Pero paciencia eh...

Callar para agradar; callar para no perder; callar para ocultar rabia; callar para no ser vehemente; callar para no ser quien tiene la última palabra; callar para retener a alguien a tu lado; callar, en definitiva, por miedo.
Y un día decides que no es tu momento, que los silencios no son buenos para ti. Porque hablar me da la oportunidad de expresarme, de liberar mis sentimientos. Quiero decir lo que pienso y siendo sin miedos a la reacción de quien intento que me escuche, me comprenda o empatice conmigo.
Párate a pensar, sí tú, con quien intento explicarme. No me des el placer de darme la razón sin motivo, pero piensa que no siempre esta batalla está de tu lado. A veces lo que digo puede tener sentido y llevo la razón, aunque sea complicado dármela. Tengo motivos lógicos para decirte lo que digo y explicamen como lo hago. Si yo no debo obcecarme, tú tampoco deberías. Párate a meditarlo como yo hago. Estaría bien poder tener la sensación, aunque solo fuera a veces, de que no tenemos conversaciones estériles o no hablamos por hablar. Avanzar es importante.
Y si guardas algo en la recámara, dispara. La sinceridad no llega a mi vida solo en una dirección, en la de salida, también en el de entrada. Aquí te espero, a que me digas todo lo que desees, creo que las críticas enriquecen y hacen crecer, siempre que no se disparen con maldad. No me gusta que nadie quiera actuar con paños calientes, poruqe no sirve de nada y enfría las relaciones.
Hay gente con la que es tarde, pero hay otras con las que no. Si me lees, que ya es un paso, y crees que eres de esas personas con las que decidido dejar de tener miedo o con las que las conversaciones siempre terminan en una total falta de entendimiento, puede ser el momento de llegar a intentar entendernos ¿no?
O por lo menos hablar y dejar que el dolor por aquello que no gusta llegue de forma directa, y así solo queda remontar y sanar la herida, y no continuar con la eterna agonía de lo que crees pero no sabes al cien por cien. Solo intuiciones que dejan abierta la herida sangrante.
No más miedos a hablar, no más miedos a actuar...

martes, 8 de septiembre de 2015

Las decepciones

Las decepciones son una constante en mi vida y desde hace unos meses, más aún si cabe. ¿Más de lo que merezco? Sí, más de las que merezco. 
Y por mucho que el positivismo te lleve a pensar que tu suerte cambiará, que todo llega y que el tiempo pondrá en su lugar a todos y a todo, yo soy de esas personas impacientes que no son capaces de sentarse en el andén a esperar el tren pasar, el de mi vida, el de la caída de los demás o el que me traiga todas esas respuestas que espero y no llegan. 

Llegado a este punto, me planteo si yo provoco esas decepciones o simplemente llegan...Y llegado a este punto hay que hacerse ciertas preguntas...¿espero demasiado de cierta gente? ¿no aprendo a calar a la gente que está a mi alrededor? ¿doy demasiado para lo poco que me dan? ¿me equivoco idealizando la relación que tengo con algunas personas? ¿pongo en un altar a quien no merece? ¿hago demasiados favores a quien me paga con desprecio? ¿soy tan desmesuradamente mala persona como para recibir lo que recibo? No sé si tengo ganas de responder, pero lo que sí es cierto es que todas esas preguntas rondan mi mente un día y otro y otro, una noche, y otra y otra...Y así es imposible vivir, dormir, descansar, tirar para adelante...
Un amigo (en ese caso sé a ciencia cierta que lo puedo considerar en mi reducido círculo de amistades, con él no tengo dudas) me advierte que el tiempo te da la respuesta a todo y si noto, percibo o creo que alguien no me da lo que merezco, es momento de no malgastar fuerzas. Porque es cierto, agotas tus fuerzas, tu energía, tu alegría y tu entusiasmo con gente que no lo merece. Con gente que a la primera de cambio te deja en la cuneta, con gente que te pide o se aprovecha de lo que das de manera desinteresada pero nunca está dispuesto a complacer tus ganas de ellos, de su amistad. Con gente que tiene la capacidad de absorber toda tu energía y tus ganas de apostar por ellos y después casi vuelven la cara si te ven por la calle. Con gente que, a la vuelta de los años, te das cuenta que no saben qué significa la palabra amistad. Con gente que, pasado el tiempo, se quita la careta. 

De ahí vienen todas mis decepciones. Lo peor de todo es que sigo sigo de esas personas masoquistas que intenta luchar por algunos de esos a los que no les importo. ¿Soy tonta? Sí, no hace falta que nadie responda por ti. Si alguien no tiene interés en saber de ti, en conocerte, en saber lo que piensas, lo que te preocupas o lo que te mueve, no debes gastar energías. Pero yo en cambio sigo salvando a ciertas personas, por mucho que día a día sigan demostrando que soy un cero a la izquierda, alguien de quien pasar. 
Y todo ello me lleva a pensar que al final soy yo la que provoca esas decepciones. Si supiera calar a la gente desde el minuto uno, algo que admiro en gente que me rodea, seguro que el hecho de volcarme con quien no me corresponde nada no me supondría una decepción, porque no me lo plantearía.
Mientras sigo reflexionando en qué hacer para que esa percepción funcione desde que hago las primeras migas con la gente a la que conozco, seguro que las decepciones seguirán llegando. Pero doy gracias por tener cerca a esa gente que me comprende, me quiere, me respeta, me intenta aconsejar y sobre todo, me soporta como soy. Quizás a esos a los que no hago tanto caso porque estoy más centrada en vivir pensando en aquellos para los que no significo nada. 
Quizás algún día sea capaz de cambiar de actitud. Quizás algún día sepan que pierden a una buena amiga (porque entre todos mis defectos, tengo una virtud, que si alguien me importa, me vuelco sin medida, dándolo todo de mi, exprimiéndome).