Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



lunes, 28 de marzo de 2016

La indiferencia

Uno de los sentimientos a los que más temo era la indiferencia. Y aunque suponía que estaba ahí, en el ambiente, nunca quise creerlo del todo. Hasta que lo viví en mis propias carnes. Y entonces ya no hubo duda, la indiferencia llevaba mucho tiempo ahí, pero no había querido darme cuenta.
Una mirada me bastó para saberlo. Una mirada furtiva, de las que no se buscan, de las que ni siquiera te das cuenta, de esas que duran un segundo, pero siendo ese segundo el tiempo suficiente para saber que esa mirada no significa nada, no para ti, si no para él. Que cruzarse contigo, de forma fortuita, es como ver un fantasma, como ver a cualquiera, a alguien que no conoce.
Y entonces entendí que poco o nada tenía sentido. Que todo esfuerzo había sido y sería en vano. Que no había tenido posibilidad de mejorar nada o de hacer que todo volviera a su estado, por mucho que lo hubiera intentado. Porque cuando no depende de ti, es muy complicado. Aunque quisiera creer que los esfuerzos, en algún momento, tienen recompensa. Pero no. 
La indiferencia (tomada de Internet)

Cuando alguien responde por responder a tus preguntas, a tus dudas, a tus intentos de crear normalidad, y ni siquiera tiene la intención de saber cómo estás, evidentemente poco importas. Es mejor darse cuenta de que esa indiferencia es, está y se siente. Aunque no quieras creerlo. Aunque no quieras sentirla e intentes sacudírtela de encima.
Y entonces, rememoras algunas situaciones que te han hecho reír; otras que te han enfurecido porque entiendes que no es justo que esa persona sufra por lo que pasó o dejó de pasar; piensas en algunas preguntas que has hecho y creías respondidas y no era así, solo te engañaste porque era más fácil pensar que así había sido; echas un último vistazo a alguna foto simpática; miras tu muñeca; tienes la sensación de haber vivido media vida hablando con alguien y solo han sido unos días; crees que hay un clima de confidencialidad que no existe; y creíste realmente que hablar o quedar contigo, podía ser, aunque fuera . No por mucho preguntarlo, se cumple; no por mucho insistir, es una verdad. Pero había que intentarlo.
La indiferencia, a la que tanto temí, se hizo realidad. Como un guantazo sin mano. Como una mirada furtiva vacía. Como si no te hubiera visto. Así de dura. Así de triste. Así de significativa.

domingo, 27 de marzo de 2016

Su decisión

Estaba dispuesta y decidida. Aquel día tomó una decisión y pensaba llevarla a cabo. 
Cuando volvieran a hablar, como era habitual ya, le preguntaría si le apetecía quedar con ella de nuevo. 
Porque no quería esperar más para volver a verlo. Porque las horas que la separaban de él eran complicadas. No sabía qué hacer para distraerse y en definitiva no pensar en los momentos que habían pasado juntos. 
Así que lo tenía decidido. 
Porque había pensado que esta vez no se quedaría esperando viendo cómo la otra persona tomaba la iniciativa. Esta vez no. Porque su timidez, su indecisión y su inseguridad no podían provocar que quizás él pensara que no tenía interés. Porque lo tenía. 


No estaba dispuesta a esperar, en este caso impacientemente, a que él diera un paso al frente. 
Intentó concienciarse de que le diría que no, solo para que no salieran de su cabeza hipotéticas bonitas situaciones con las que soñar despierta si él decía que sí. Pero no se podía confiar, porque a pesar de que sentía que él estaba igual de a gusto con ella como ella con él, no quería sacar conclusiones precipitadas y mucho menos confiarse, hacerse ilusiones...
Y al final, cuando él le preguntó cómo había ido el final de la semana, no pudo contener las ganas y le preguntó. Casi no supo ni cómo salieron las fuerzas de sus dedos para escribir, y al final todo lo que había pensado y repensado de nada sirvió, porque se lanzó a escrbir lo primero que le brotó de dentro. Y no se despegó de la pantalla del móvil hasta que vio la respuesta reflejada en ella. Y la expresión de preocupación de su cara se tornó en una amplia sonrisa. 
Aquel día hubo un antes y un después y su desconfianza se tornó confianza y su sonrisa lució muchas veces más, porque aquella preciosa respuesta fue la primera de muchas, muchas más...

sábado, 26 de marzo de 2016

Como en las películas

A veces me encantaría que la vida pudiera ser como en las películas, donde las oportunidades acaban en final feliz y que los entuertos se resuelven, casi siempre con final feliz. 
Donde, por difícil y largo que sea el camino, el final es dulce y positivo, saludable y para enmarcar. Donde ella es la chica dura y el también; donde ella parece que sabe lo que quiere y él, aunque sea por reconducir su vida, la elige a ella y a pesar de las vicisitudes, se queda con ella; donde quedar, conocerse y gustarse parece complicado pero al final puede ser, se alinean los astros porque la ciudad de repente se hace muy pequeña y vayan donde vayan, acaban encontrándose; donde las circunstancias no son las idóneas pero acaban a siendo aparcadas; donde la vida de uno y otro no es perfecta pero consigue unirlos; donde la confianza se trabaja, se pierde por errores de unos y otros pero se recupera con ganas y esfuerzo...donde al final el amor, en todo su máximo exponente, acaba triunfando (de una madre a un hijo, de un hijo a su madre, de un amigo a otro o de una chica a un chico).

Película Tengo ganas de ti

A veces me encantaría ser la protagonista de alguna de esas películas, que recibe un mural en plena calle con un mensaje personal; que cuelga un candado en un puente y tira la llave, siendo reconocido como un gesto bonito y no como un motivo para salir huyendo; que escucha ese mensaje que la hace sonreír..."Tengo ganas de ti"...
A veces me gustaría ser la protagonista de una de esas historias hecha realidad. 


Desistir

Quizás es hora de desistir, de abandonar el estúpido intento de pensar que alguien se puede interesar por mí...
Porque cada vez que hago un intento de creer que eso es así me llevo un chasco. Y eso es lo de menos, y es que la autoestima se queda hecha añicos, las ganas de continuar luchando se agotan y la moral se te cae hasta los suelos. Y es que parece que llevo un cartel que ponga "interesados en agrietar mi autoestima, aquí", señalando directamente hacia mí. 
Siempre estoy en las mismas, una decepción me lleva a querer estar sola, a no querer ver a los hombres ni en pintura, a no confiar en ningún otro de por vida y de repente me veo con otra gran decepción encima. Sin buscarla, sin quererla, sin desearla. Y es que ha aparecido alguien de golpe, de forma inesperada, me he confiado aunque me repitiera a mi misma que iba con pies de plomo y eso no iba a pasar pero en cambio me siento con la absurda sensación de haber pecado de ingenua.


Por eso y después de muchos intentos de pasar desapercibida y no ser el centro de atención de los caprichosos castigos de los hombres, desisto. 
Sí, desisto, no me quedan fuerzas y mucho menos ganas. Dejarse la piel a veces es duro y complicado, desgasta y de te deja en estado de 'chof'...
Y si alguna vez mereciera la pena, podría tener un pequeño aliciente, pero así es directamente imposible. 
Toca rendirse, aunque confiara, después de negarme a mí misma que le interesara, en que había nacido una pequeña intención. Solo una intención. Pero no fue así, me equivoqué y no supe frenar a tiempo o darme cuenta de que todo era un paripé o una mentira. Y ahora quizás toca entender que no era mi oportunidad, que no había llegado mi momento. Como otras tantas veces. No basta con desearlo. Simplemente parece que no era. Él no era. O yo. Aunque hubiera comenzado a presagiar que sí. 
De esas veces que crees que sí pero no y no pero sí pero que hay una pequeña chispa ahí, cerca de ti. Pero no hay, así que toca alejarse, toca abandonar y desistir, porque no era para mí, quizás para otra...seguro, pero no para mí...como siempre, una vez más...

lunes, 21 de marzo de 2016

Vértigo

Hay un montón de cosas que nos dan vértigo. Porque no somos capaces de afrontarlas, bien por el momento o por nuestro carácter. Hay veces que, consciente o inconscientemente, pienso en todo aquello que acongoja.
Pero sin miedo, porque no hay que tenerlo. Siempre hay algo que nos asusta, siempre hay algo que nos obliga a ser prudentes, pero nunca hay que amedrentarse. Hay que pensar en ello y acto seguido, en cómo actuar para poder ser capaz de afrontarlo.
Y si algo te da vértigo, agárrate a un mano amiga. Yo te presto la tuya, y en este caso, lo digo por alguien muy concreto que confío en que me lea, sino uno de estos días se lo recordaré, le recordaré que estoy aquí para agarrar su mano, para que, mientras se enfrenta al precipicio, yo esté al otro lado haciendo fuerza para sostener esa mano. Y así no caerás, así podrás ver lo que te espera al otro lado del camino, el que quizás no visualizas, mientras yo lo veo más claro que tú, quizás porque lo miro desde fuera, con perspectiva.
Porque quizás, cuando hablamos de ti, yo lo tengo más claro que cuando lo hacemos de mi. Y quizás porque entiendo que hay más posibilidades en que sonrías tú a que lo haga yo. Por eso estoy dispuesta a elevar mi mano y ofrecértela sin reparos, sin pensármelo.
Para que puedas afrontar esta situación y no temerle; para que puedas asomarte a ese abismo y no temer a caerte; para que puedas sonreír a boca llena; para que nada te preocupe ni nadie te perturbe; para que podamos mirar en el mismo sentido y ver lo maravilloso que se abre ante nuestros pies...

jueves, 17 de marzo de 2016

Personas que reconfortan

Hablar con cierta gente reconforta, sobre todo después de un duro día de trabajo o mejor dicho, semana complicada...
Hablar con gente con un gran corazón y que un día protagonizó un capítulo de tu vida, da igual si fue laboral, personal o lo que fuera. Pero hizo mella en tu día a día, hizo que valoraras ciertas cosas y te plantearas otras...
Una persona con la que se podía hablar fácilmente de todo y que, a pesar de los golpes que le había asestado la vida, seguía estando ahí, luchando y demostrando que la vida hay que vivirla con intensidad, con rabia y coraje y sobre todo, sin rendirse. 
Y hoy, me ha vuelto a venir a la cabeza y he decidido hablar de nuevo con esa persona, esa persona que, por mucho que pase el tiempo, me sigue tratando como si fuera ayer la última vez que estuvimos charlando. Me encanta volver a saber de su valentía, de su coraje, de sus ganas y de su lucha. Me gusta saber que la vida le va bien, que al final consiguió su propósito, una causa justa, porque esa historia que vivía y vive es intensa y sobre todo, verdadera. Y desmiente muchos de esos mitos horrorosos que rulan por ahí. 
Me encanta que haya quien lo valore, quien lo admire como progenitor y quien le dé todo lo que se merece...Porque mereces eso y más...
Llegaste en un momento perfecto para explicarme muchas cosas de la vida, de cómo se podía ser cruel poniendo a alguien en tu contra porque sí, de cómo el amor, en cualquiera de sus vertientes, hace que saquemos coraje de donde no pensamos, que seamos capaces de mover y cielo y tierra por lo que nos importa...
Gracias por haber aparecido, gracias por haberme hecho entender entonces lo importante de ser justo y de no cejar en el intento de luchar por lo que uno cree que es justo...Y ojalá yo aportara un pequeño granito de arena a tu vida como tú lo hiciste en la mía. Agradecida de estar, en el momento y el lugar adecuados, aquel día que necesitabas un altavoz, alguien que pusiera voz a tu historia...Gracias por haberme enseñado cosas que siguen estando clavada en mi retina...

 

martes, 15 de marzo de 2016

La eterna mochila

Mi mochila está sobrecargada. Y siento que me callo más de lo que debo o lo que sería aconsejable. Pero sigo formulando en mi cabeza una salida a todo lo que carga mi espalda, y aún no he descubierto ese camino...
Por eso esa mochila sigue llena y lo peor, por eso a veces no me paro a pensar en nadie más. Sí, a veces me vuelvo una egoísta malcriada que no mira más allá de sus problemas, porque tengo la sensación de que, si no lo hago yo, no lo hará nadie. 
Y aunque necesite que alguien me dé el norte, me diga por dónde tirar, porque ando muy perdida, no encuentro esa guía. Quizás todo el mundo está ocupado, quizás mis dudas no despiertan el interés que me gustaría...Pero así es...
Quizás sea tan fácil como romper con todo y volver a empezar, tirar todo lo que hay en esa mochila y llenarla de nuevo; pero a veces, lo prometo, no es sencillo. No es fácil desprenderse de todo de repente y continuar sin mirar atrás...Pero dan ganas. Pero quizás es dejar atrás tanto de lo que aprendes, tanto con lo que convives, tanto a lo que estás acostumbrada, que no es un paso que se pueda dar sin pensar...

Por eso ahí sigo, cual pensadora ilustrada, dándole vueltas a la cabeza, estrujándola por si la respuesta a cómo vaciar esa mochila está delante de mis narices y al fin consigo hacerlo por mí misma, sin ayuda, sin esa ayuda que a veces, no encuentro...Y es que a lo mejor nadie tiene esa respuesta, que también puede ser, pero quizás yo la necesite, necesite encontrarla, puede que con ayuda, sí...seguro...
Porque hay días que estás tan perdida, que te gustaría que alguien te preguntara qué te ocurre, por qué has actuado de una u otra manera, por qué has dicho lo que has dicho...o simplemente, cómo ha ido el día. A veces necesitas esa pregunta para poder vaciarte y coger aire, pero no siempre consigues esa interacción, y es lo que al final hastía...

Al final, fallas

Demasiadas veces vuelve esa sensación de no estar lo suficiente, de fallar...
Y es que, parece que me entrego a mi sufrimiento, a mi pena, a mis alegrías, a mi vida, a mirarme el ombligo tanto, que empiezo a dejar de prestar atención a quien merece que le preste cinco minutos del día. Solo cinco.
Siento, a todos os que os he fallado en algún momento, y a los que os seguiré fallando, comportarme así. Siento no preguntar tan a menudo como me gustaría cómo estáis; siento no estar ahí cuando me necesitáis; siento callarme mis miserias y no compartirlas, porque a pesar de que me importáis, no quiero aburriros con mis historias; siento no quedar tanto con vosotros como me gustaría, por el simple placer de compartir un café; siento no haceros partícipes de mis ideas; siento no daros la mano cuando algo os da vértigo; siento fallar...

Siento fallar; siento no darme cuenta de que hay algo más a mi alrededor; siento querer estar en tantos sitios a la vez y al final no llegar a ninguno; siento no ser lo que esperáis, porque soy la mujer más imperfecta encima de la tierra; siento parecer frívola o que no me importan vuestros problemas, porque no es así; siento ser una cobarde; siento no estar a la altura; siento no estar siempre que alguien me necesita; siento no escuchar todo lo que tenéis que decirme, siento no ser un desahogo para vosotros; siento no ser ese hombro en el que llorar o esa persona con la que reír; siento ser, al final, una desilusión...
Pero quiero que sepáis que estoy aquí. Que si alguien me necesita, alguien a quien haya fallado o abandonado, solo tiene que gritar, que estaré ahí, porque que yo sea de las que esconde sus problemas bajo la alfombra no significa que todos los hagamos, porque compartirlos es sano, mucho, y reconforta. Porque los amigos, porque las personas a las que quiero, no van a sobrar nunca y porque la gente que incorporo a mi vida, tampoco. A veces podré perderme en mis historias, pero considero que sigo siendo aquella que tanto aprende escuchando y que tanto disfruta pudiendo dar un sabio consejo. Antes que contar, prefiero escuchar y eso sigue estando...nunca dejó de ser...

Nunca me gustó ser tan sincera...

Nunca me gustó ser tan sincera, porque de aquella reacción tan instintiva que me nacía de dentro nunca saqué nada bueno. Y ésta no iba a ser la excepción.
Obviamente, me abrí en canal, como otras tantas veces, para recibir solo vacío, palabras llenas de contradicciones y pocas respuestas a tanto como planteé. 
Y un día me pregunté por qué era tan malo ser una persona sincera. Porque no llegué a comprenderlo en el pasado, ni en el presente estaba satisfecha con lo que le deparaba eso que ella pensaba que era una cualidad, pero cada día el mundo me demostraba que era un error. Que no servía de nada...
¿Por qué cuesta tanto que alguien entienda que no quiero perder el tiempo? Que si te añoro, quiero decirlo; que si no me gusta algo, quiero decirlo; que si me siento agusto; quiero decirlo; que si estoy encantada de conocerte, quiero decirlo; que si mi camino es extraordinario así y no quiero cambiarlo, quiero decirlo; que si hago una pregunta y quiero que me respondan, quiero decirlo para evitar equívocos...

Pero sigo sin descubrir por qué, por qué es tan complicado corresponder a alguien que te muestra sinceridad...¿Preferimos todos vivir engañados? ¿Pensar que no hacemos daño con nuestras verdades pero dejar en duda una eternidad a alguien? ¿Queremos vivir en un mundo de falsos cuando la verdad es el mejor de los caminos para vivir en paz? Pues parece que sí, que es mejor vivir en un mundo de falsedad, de verdades a medias, antes que dar la cara y, para bien o para ma, mostrar como uno es...
Yo dudo que algún día pueda comprender a los "insinceros" (ni me he molestado en buscar si existe el vocablo, pero me lo apunto para mi jerga) y que me comporte como ellos. Es mejor decir lo que sientes y piensas, porque ocultar información no siempre es positivo; porque no te hace sufrir menos; porque te puede llevar a perder a la gente que quieres a tu lado; porque es vivir en una mentira...por tantas cosas...
Claro, eso pienso yo, que soy de esas personas sinceras que se ganan que la rehuyan, que se busca enemigos por ser tan clarita, que se arrepiente de serlo porque al final no da los resultados deseados...Pero creo que no voy a cejar en el intento, quizás algún día encuentre alguien que me comprenda, que me entienda, y que quiera ser igual de sincero/a...¿no? Por esperar, que no quede...y si no me convertiré en una falsa, como el resto de la gente...

lunes, 14 de marzo de 2016

Volver atrás...

He decidido que vuelvo atrás...que voy a volver a escribir en mi blog como antaño, para que sea simplemente un diario, en este caso público porque lo comparto, donde verter mis historias, mis añoranzas, mi infelicidad o mis ratos de felicidad plena...pero sin compartirlo...Porque me he dado cuenta que poca es la gente que se para a leerme...
Por tanto, volveré a hacer como si nadie me leyera...Volcaré en éste mi rinconcito cada historia que me apetezca tener, recordar o poder releer dentro de unos meses y poder reírme o llorar con ella o pense lo estúpida que fui, no solo al vivirla con intensidad, sino por plasmarla en mi diario de a bordo...

Nada de redes sociales, nada de intentar implicar a nadie para que me lea...
Porque así además desvirtúo la intención que tenía este blog, y es que, si alguien quiere, que se pase por mi blog para conocerme, para saber cómo estoy o lo que me preocupa, pero sin obligar a que nadie me lea...
Espero que no se quede solo en una intención y sea una realidad, por mucho tiempo...
 

lunes, 7 de marzo de 2016

El hombre que quiero...

Cuando pienso en la persona que me gustaría tener a mi lado, lo tengo claro. Y creo que no pido demasiado, aunque al final esta lista casi se me haya ido de las manos. Es tan sencillo, creo, como tener las ideas claras.
No quiero alguien que me diga siempre que sí. Quiero que, si hace falta, me rebata en aquello en lo que no tengo razón o en lo que cree que me equivoco. Quiero que me haga entender cuál es su postura ante todo lo que suponga una decisión, porque no siempre tengo la razón en todo lo que hago o digo.
Quiero alguien que me discuta cuando esté equivocada y no asienta para evitar un "enfrentamiento", pero que lo haga con la dulzura y el cariño suficientes para que no cree que existe una brecha entre nosotros.
Quiero alguien que sepa descifrar mi rostro, porque dicen los que me conocen que mi cara, me guste o no, dice más de lo que a veces me gustaría.
Quiero alguien que, solo con una llamada, haga lo indecible por acudir en mi auxilio, sea lo que sea que me pasa. Y que sepa que solo me tiene que pedir (de la manera que quiera, porque no siempre hay que ser explícitos) que esté ahí para que me deje la piel para no defraudarle, porque no me lo perdonaría.
Quiero alguien que me hable con la misma naturalidad, sencillez y claridad de lo que le atormenta, le duele, le impide ser feliz, lo que le resta ilusión, como de lo que le apasiona, pero también de lo que siente cuando está conmigo o lo que teme cuando estoy ahí, porque ambos, seguro, podemos salvar esos obstáculos.
Quiero alguien que sea igual o más hablador que yo, pero que también sepa que mis silencios no hay que temerlos, porque no esconden nada.
Quiero alguien que entienda mis aficiones, que sepa que ando loca por ir a la playa y por un paseo por ella constantemente, en invierno y en verano; que disfrute viéndome cantar mis canciones favoritas aunque no lo haga nada bien y sonría cuando me vea con un libro en la mano. Y si comparte algunas de mis aficiones, mejor. Pero además, quiero alguien que me haga partícipe de las suyas, porque soy de hacer un esfuerzo por compartirlas, y porque ver el entusiasmo que alguien le pone a lo que le gusta es admirable.

Quiero alguien que me haga sentir especial, me mime y me haga sentir única. Que de vez en cuando me tenga entre algodones; que tenga un detalle aunque no sea un día señalado e intente sorprenderme un día sí y otro también. Que sea el último en despedirse de mi por la noche y el primero en darme los buenos días, que me haga sonreir con cada ocurriencia, con un mensajito de lo más tonto...Alguien que entienda mi pésimo sentido del humor y mi carácter a veces incomprensible; pero también que me deje ser detallista a mi manera, porque no soy de gestos cariñosos ni de gestos de cara a la galería, pero sí de esas cosillas que, en las distancias cortas, gustan.
Quiero alguien que entienda que antes de  conocerlo tenía una vida, lo mismo que yo entiendo que él también; pero que quiera compartir todo lo que hay en ella y me integre en la suya; y a la vez me dé mi espacio y el se tome el suyo, y juntos creemos nuevas experiencias que vivir y recordar.
Quiero alguien que haga el tonto conmigo y para mí, que sea cómplice de mis locuras, un compañero de viajes, que me aporte madurez como yo también intentaré transmitirle un puntito de locura y mi sensatez.
Quiero alguien que me cuide; que me dé un abrazo por la noche y un beso en la nariz por la mañana; quiero alguien que vea conmigo pelis romanticonas y escuche canciones ñoñas, e incluso que susurre algún estribillo conmigo. Y por supuesto, que me pida que lo acompañe a un concierto de su grupo favorito o ir al cine a ver su película preferida.
Quiero alguien que baile conmigo, aunque no sepa, solo porque sea por mí; que me cante al oído; que sea romántico cuando lo merezca y cuando no.
Quiero alguien que tenga paciencia, porque soy una persona complicada, con mucho carácter, a veces incluso borde; alguien que me mire a los ojos y le baste para saber qué pasa por mi cabeza; alguien que no cuestiones cómo soy, sino que me vaya conociendo y se enamore de mis defectos al igual que de mis virtudes.
Quiero alguien que me haga aprender día a día, que no se burle de mi desconocimiento ni de mis carencias. 

Quiero alguien que no tenga miedo a abrirse ante mí, que mejor que apartarme de su vida, tenga plena confianza de contarme sus proyectos de vida, sus temores, sus miedos y lo que le atormenta los días de insomnio, porque eso me acercará más a él.
Quiero alguien que no se asuste al avanzar, que me pida que desacelere porque vamos rápido o me pida que siga estando ahí con mi velocidad, solo porque quiere estar a mi lado como yo al suyo.
Quiero alguien que quiera compartir un paseo en bici (aunque haga mil años que no monte), un viaje o una cena románticos, una tarde de spa, una partida de parchís, cogernos de la mano por la calle, un café al sol, un juego de niños, unas risas por alguna tontería que nos contemos, un fin de semana a solas, una cena con amigos, una carantoña, una cerveza...y lo que se le ocurra o lo que se me pase por la cabeza en un momento dado.
Pequeñas cosas que hacen que tenga claro cómo me gustaría que fuera mi compañero de viaje. Y lo mejor de todo es que creo que no es tan descabellado pensar que existe, y por pedir, que estuviera cerca. Solo haría falta que reparara en mí, que supiera que estoy aquí y quisiera estar...


jueves, 3 de marzo de 2016

Tanto por qué...

Los por qués llegaron para instalarse, para no irse. Y me persiguen desde ese día, en que no tuve la suficiente valentía para calmar mi ego ni conseguí plantarme ante ti. Simplemente verbalicé todo lo que sentía, sin parar, la quemazón que sentía por dentro...pero no sirvió de nada, porque los razonamientos nunca llegaron, no los entendí o no calmaron mis ansias de saber.
Porque no se pasa del calor al frío en un momento, o bien nunca se sintió ese calor o el frío fue bien disimulado...
Porque no hay razones a medio explicar para convencer a alguien de que uno no miente...
Porque me supo a poco y no tuve otra oportunidad de repetir...
Porque ese abrazo se quedó en mis brazos y no pasó a tu cuerpo como pretendía, para transmitirte aquello que no soy capaz de verbalizar...
Porque me gustaría no creer que solo fui una distracción de un momento o el puente entre la soledad y la llegada de la persona a la que esperabas o esperas...
Porque dejé de saber de ti y no te importó cortar mis intentos de conversación...
Porque los pasos se dan mirando al frente, no reculando; y saber más de ti ya no fue una opción, siendo el vacío, la ausencia de noticias de ti o de tu día a día la que imperó e impera...
Porque es difícil explicarse cuando no te dejan, cuando no te dan la oportunidad...
Porque no quiero dejar de creer...
Porque no me convence lo que pretendes dar por válido...
Porque todo se hace extraño...
Porque es difícil ir tras de ti sin éxito, y sabiendo que cada paso, me aleja más de ti...
Porque me niego a creer que me has mentido...
Porque me niego a releer ninguna conversación con esa sensación de vacío...
Porque no pude dejar crecer las mariposas en mi estómago ni hacer crecer aunque fuera una en el tuyo...

Porque no tuve oportunidad de expresar lo que pensaba o pienso, lo que sentía o creía sentir...
Porque solo fue un espejismo...
Porque no pude compartir mi felicidad contigo, mis defectos y virtudes (que alguna habrá)
Porque quizás perdí alguna oportunidad sin ser consciente...
Porque no hay noche en que me acueste sin repensarte...
Porque no hay día que no anhele saber de ti...
Porque al final siento la losa de aquello que tenía, pasar de todo a nada, de cien a cero en nada...
Porque es difícil entender por qué huir cuando algo, aparentemente, discurre bien...
Porque es complicado soñar despierta..
Porque es inexplicable, porque así es y así seguirá siendo...
Porque al final mis fantasmas se cumplieron, simplemente parece que dejé de ser útil...
Porque...porque hay tantas preguntas inacabadas; tanto que no pude expresar; tanto que me quema; porque por mucho que pase el tiempo, seguiré dudando, seguiré castigándome con tantos por qué sin resolver, con tanto interrogante, y es que hay tanto que no comprendo y no llego a entender...La duda al final parece el estado natural que me acompaña...