Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



domingo, 27 de marzo de 2016

Su decisión

Estaba dispuesta y decidida. Aquel día tomó una decisión y pensaba llevarla a cabo. 
Cuando volvieran a hablar, como era habitual ya, le preguntaría si le apetecía quedar con ella de nuevo. 
Porque no quería esperar más para volver a verlo. Porque las horas que la separaban de él eran complicadas. No sabía qué hacer para distraerse y en definitiva no pensar en los momentos que habían pasado juntos. 
Así que lo tenía decidido. 
Porque había pensado que esta vez no se quedaría esperando viendo cómo la otra persona tomaba la iniciativa. Esta vez no. Porque su timidez, su indecisión y su inseguridad no podían provocar que quizás él pensara que no tenía interés. Porque lo tenía. 


No estaba dispuesta a esperar, en este caso impacientemente, a que él diera un paso al frente. 
Intentó concienciarse de que le diría que no, solo para que no salieran de su cabeza hipotéticas bonitas situaciones con las que soñar despierta si él decía que sí. Pero no se podía confiar, porque a pesar de que sentía que él estaba igual de a gusto con ella como ella con él, no quería sacar conclusiones precipitadas y mucho menos confiarse, hacerse ilusiones...
Y al final, cuando él le preguntó cómo había ido el final de la semana, no pudo contener las ganas y le preguntó. Casi no supo ni cómo salieron las fuerzas de sus dedos para escribir, y al final todo lo que había pensado y repensado de nada sirvió, porque se lanzó a escrbir lo primero que le brotó de dentro. Y no se despegó de la pantalla del móvil hasta que vio la respuesta reflejada en ella. Y la expresión de preocupación de su cara se tornó en una amplia sonrisa. 
Aquel día hubo un antes y un después y su desconfianza se tornó confianza y su sonrisa lució muchas veces más, porque aquella preciosa respuesta fue la primera de muchas, muchas más...

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