Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



lunes, 31 de diciembre de 2012

¡Adiós, 2012!

Otro año que se va, y como decía una amiga hace unos días, yo creo que olvidé pedirle algo concreto a 2012 y me ha dejado los residuos, lo que no quería nadie, así que a este 2013 le pediré cositas muy concretas, a ver si así acierta o por lo menos da en el centro de la diana, qué menos.
En 2011 le ponía mucho empeño a 2012, porque para mí los años pares son especiales, y además éste era bisiesto (y yo por ser zurda creo que soy muy cercana a todo lo que suena extraño, que se sale de lo normal) y se cumplí mi treintena. Pero nada más lejos, ha sido un año, lo digo con la mano en el corazón, para olvidar. He perdido a un ser querido, como a mi segunda madre, y eso no se lo perdono a 2012, jamás; he perdido mi trabajo, algo que en la época que corre y tal y como está la situación en mi casa, tampoco es perdonable, y tres, una amistad...y ya creo que es suficiente...
Esta noche no voy a pedir nada, más allá de salud y trabajo para los mios y para mí. A pesar de que dicen que va a ser un año duro, por lo menos que no nos falte para intentar sobrevivir, para poder seguir levantando la cabeza y respirar, a pesar de que el estado normal será sentir la asfixia.
No voy a pedir amor, ya lo pedí en 2011 y me salió rana el asunto. Quiero que llegue si tiene que hacerlo; obvio que me encantaría que ocurriera, porque es bello sentir la piel de alguien rozando la tuya, un beso al despedirte y un mensajito de buenos días, un paseo por la playa cogidos de la mano, pasar los malos momentos pegada a alguien, un abrazo a tiempo, un apoyo cuando crees que caes...
No voy a hacer los típicos rituales. Ya los hice a finales de 2011 y tampoco me funcionó, porque el año peor no ha podido ir. Nada de ropa interior roja a estrenar, si es roja será reutilizada, y si no, de cualquier color; nada de anillos de oro en la copa de champán. Las uvas ya me las comí hace unas semanas, porque hay un amigo que esta noche las comerá trabajando, así que una buena idea fue celebrar una Nochevieja anticipada con él; así que con las de esta noche serán 24, a ver si esto hace que tenga el doble de suerte, pero de la buena.
No voy a poner metas más allá de la felicidad, pasar cada día como si fuera el último y aprovechar a los que están a mi lado y quieren estarlo. No voy a atar a nadie a mi lado, porque tener a alguien contigo sin que quiera es muy difícil, es una tontería, porque al final acabará marchándose y sin mirar atrás, sin querer tener un lazo de unión a mí. Que cada uno vuele por donde quiera y con quien quiera. Saldré a la calle sin pensar en lo apretado de mi cartera, de que apenas tengo para gastar, cuando no quede nada en el bolsillo, pues la diversión tendrá que ser de la gratuita. Y esta noche, que es la más cercana para salir a la calle, lo haré con una sonrisa en la cara, pretendiendo pasar un buen rato con aquellas que esta noche me acompañarán. Y además, con muchas expectativas en el buen sentido, de pasarlo bien y divertirme, en un ambiente distinto, con gente distinta, pero con las mismas ganas que otras veces que nos hemos reunido.
A este año, raro, que en principio no me gustaba, por eso de que decía de que sólo me gustan los números pares (porque nací en número par y porque en el colegio jugaba a saltarme los números impares por creerlos feos), no le pediré nada, pero voy a confiar mucho en él, a pesar de que en la cultura en la que vivimos el 13 no es que sea de los amados, y los supersticiosos no lo quieren demasiado.
Pues yo, 2013, te doy la bienvenida ya, aún sabiendo de antemano que será un año duro a nivel económico, y ese castigo económico sé que afectará a todo un poco, pero ojalá que me dejes disfrutar de los más cercanos, de mi familia y de mis amigos, de unas risas agusto, de un café tempranero o tardío, de una cena esporádica para ponernos al día, de las reuniones de periodistas, de participar en los problemas de otros y e intentar darles una solución, poder ver las sonrisas de mis pequeños y de los no tan pequeños...
Y por supuesto, os deseo a todos, los que estáis más cerca, más lejos; a los que os puedo dar un abrazo más a menudo o a los que tengo que ver de mucho en mucho; a los que os escribo por carta o a través de las redes sociales o a los que os veo a menudo; a los que me queréis más o menos; a los que os quiero con locura, a los que voy aprendiendo a quereros con vuestras particularidades (como hacéis conmigo), a los que no me queréis, a los que acabo de conocer, como aquel que dice; a los que me leéis, a los que me odiais, a los que me alabáis como periodista y a las que os parezco lo peor... en fin, a todos, os deseo una feliz entrada en 2013, os mando mis mejores deseos y ojalá el mío se cumpla, que este año que viene sea mejor...

domingo, 16 de diciembre de 2012

¡Hay tanto en qué pensar!

¡Hay tanto en qué pensar y tan poco tiempo! Mientras hacía unas cuantas cosas, escuchando de fondo alguna que otra canción nueva y por tanto de esas que requieren de tu atención, para saber de qué va la letra, me he acordado de alguien que formó parte de mi vida y ya no. Y además lo he enlazado con alguna que otra experiencia vivida ayer con una persona cercana. Si echo la vista atrás, yo me he visto en situaciones de esas en que te duele tanto apartarte de alguien a quien consideras importante en tu vida, que haces lo que sea por permanecer ahí.
Pero llega un momento en que no sólo te duele el corazón y la cabeza te martillea de tanto intentar pensar en qué hacer para agradar a esa persona que pretendes mantener a tu lado sin ningún éxito. Sino que el estómago se te vuelve del revés y tu cuerpo empieza a reaccionar de manera caprichosa, avisándote de que lo que haces, lo que sientes, lo que vives, no es sano, por eso es momento de cortar por lo sano, aunque en el momento parezca que te están arrancando una parte de ti. Y hay veces en que es posible que esa persona quede como un amigo, o como un conocido, pero hay otras, como ocurrió en mi caso, en que es imposible, en que los lazos se deben cortar totalmente, porque al final sabes que no hay otro camino.
Que esa persona nunca corresponderá tus sentimientos; nunca estará a tu altura; no podrá o querrá satisfacer tus necesidades; que no te dará ni la mitad de lo que tú les das; que es incapaz de sentirse cerca tuyo sino al contrario, bien lejos; y que no te mira con los ojos que te gustaría...Si alguien no te puede dar lo que pretendes o crees que merece, déjalo ir, porque al final serás una persona desgraciada y también harás desgraciado a quien se acerque a ti.
En fin, y eso no puedes verlo más que tú, la que sufre en silencio esa incómoda e injusta situación, sobre todo para poder buscar una solución. Los consejos que puedan darte te servirán, pero cuando cobres conciencia de todo lo que ocurre, lo que es posible conseguir y lo que no, y pongas en pie tus metas y olvides aquellas que son demasiado imposibles (pues siempre es positivo seguir sueños imposibles pero de esos alcanzables), sólo entonces podrás dar pasos hacia adelante, hacia tu tranquilidad y tu paz. Por mucho que te digan, que intenten convencerte de algo, no hay salida a menos que seas tú quien la vea necesaria, y por desgracia en ese aspecto hablo desde la propia experiencia, la desagradable experiencia que es la única que te abre los ojos y te devuelve a la realidad, te saca de tus sueños, de lo que te gustaría que fuera y no es.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Delante de tus narices

Hay veces que, sencillamente, aquello que buscas, esperas o anhelas, está delante de tus narices. Quizás es la falta de confianza en tus posibilidades, la incredulidad o la miopía la que no te permiten darte cuenta, o es que estamos acostumbrados a que nos tengan que decir siempre algo tal cual es, con todas las señales y todos los pormenores.
No hablo sólo de amor y sí hablo de amor. Porque me gustaría que esa persona estuviera delante de mis narices, que estuviera ahí, más cerca o más lejos, pero que fuera efectivamente esa persona que considero más o menos completa, de esas que te encantan por un montón de cosas, aunque a veces la regañes por lo que hace, lo que dice, o como se comporta.
Sí, ojalá delante de mis narices estuviera esa persona. Quizás me dé cuenta, quizás sólo sea un sueño, quizás necesite un empujoncito, quizás necesite arriesgar, porque perder ya es una de las respuestas, ¿y ganar? Quizás nos aferramos tanto a que algo no puede ser, a que alguien no está para nosotros, que rechazamos esa posibilidad antes de intentarlo, antes quizás de vernos en esa situación...

viernes, 7 de diciembre de 2012

Palabra de aliento

Llevo varios días viendo cómo enlazar una pequeña conversación que mantuve el fin de semana pasado con una amiga. Es de esas conversaciones que te hacen sentir bien, te reconfortan, y es que sólo hace falta una palabra de aliento para que el puzzle que se vino abajo se vuelva a poner en pie. Tan fácil como eso, tan sencillo como ese "algo" a tiempo.
Por eso no dejo de dar las gracias, porque es mágico sentir que para alguien, en algo concreto, eres una referencia. Sí, aunque tú creas que no, al final te hacen ver que tienes tesón, fuerzas, ganas y que, sin darte cuenta, transmites algo a los demás y con lograr eso para una sola persona es un mundo para mí, es mucho más de lo que podría esperar, de lo que podría imaginar. Por eso doy de nuevo las gracias, porque hay veces que te hace falta un empujoncito para creer más en ti, porque hay veces que necesitas que alguien comparta su opinión de ti para envalentornarte, para hacer que vuelvas a caminar sola, como lo hacías antes, sin necesitas de alzas, de muletas que te sostengan, aunque es cierto que todas esas personas que están a tu lado (lo estén o no físicamente), que confían en ti y te quieren al final son las que siempre hacen que esa fortaleza crezca.
Y no sabes, porque no lo podré explicar con palabras, cuánto bien me hizo escucharte, o leerte en este caso, saber que nada cambia, que por cerca o lejos que estés de alguien, por mucho o poco que hables con esas personas, siempre te siguen considerando, como el primer día, sin que nadie cambie, a pesar de que tengas la sensación de que algún escollo, alguna piedra en el camino, pudiera hacer que algo cambiara, que algo se estropeara. Pero sé que sabes cuánto agradezco que tuvieras un ratito para mí, para decirme cosas que me animan y que me ayuda, en esta época complicada y difícil, a seguir adelante.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Un sobresalto

Se levantó sobresaltada, intentando escrutar el espacio en el que se había despertado a través de la oscuridad de la habitación. Y vio que su cama estaba vacía, que era sólo suya. Y eso hizo que, tras muchos años de soledad en su rostro, se dibujara una sonrisa, leve, pero una sonrisa. Y al instante, esa sonrisa agradable que hacía de su cara un sitio cálido y agradable, a pesar de los pesares, se convirtió en una mueca de dolor, porque recordó aquello que le despertó sobresaltada y que hizo que sus entrañas se volvieran a doblar de dolor, por el dolor padecido, ahora exinto, por fin, aunque no estaba aún separado de su interior.
El recuerdo que había hecho que su sueño fuera ligero y para nada reparador, mostrando sus ojeras bajo sus verdes y dulces ojos, se remontaba a hacía sólo unos meses. Un día lluvioso, de esos que la invitaron, como otras tantas  veces, a no tener ganas de salir a por el pan, aún sabiendo las consecuencias que ello tendría para ella, se fue mostrando ante ella. La penumbra que otorgaban a su cocina y a su hogar en general la lluvia y las nubes oscuras del cielo hicieron que sintiera una necesidad imperiosa de recostarse en el sofá, no sólo por el malestar que le otorgaba el día, sino también por los días en que el miedo hacía que apenas cerrara un ojo por las noches, apenas durmiendo como merecía, como podría hacer desde ahora en adelante.
Y cuando quiso darse cuenta, escuchó en la puerta de su casa la llave, que se retorcía con desagrado y con una fuera inusual, pudiendo pertenecer sólo a su marido, al que un día, hacía ya ocho años, le había prometido su amor eterno, en la salud y en la enfermedad, y había hecho unos preciosos votos que la habían ensimismado, no sólo a ella, sino que había hecho posible que su familia cayera rendida a sus pies, a las de un hombre que ahora rompía el silencio del hogar con una amarga y desagradable voz, pidiendo la presencia de su mujer en la cocina, increpándola por no estar allí con la comida en la mesa, esperándolo, como exigía todos los días. Con un respingo salió del salón, casi empujando con la fuerza que imprimió a dicho movimiento el sofá en el que se encontraba recostada, y entró en la cocina intentando disculparse, cuando encontró su puño en su mejilla, sin ninguna mediación, sin esperarlo, como había ocurrido en otras ocasiones.
Se llevó las manos a la cara, pero esta vez, al contrario que en otras ocasiones, no se quedó esperando otro golpe, sino que, con todo el arrojo que le permitió su debilidad física, acrecentada por la pérdida de las ganas de comer acumulada por la tensión, se dirigió a la puerta, la abrió, y sin nada en sus manos, pues pensaba que nada de lo que había en esa casa le gustaba, le agradaba o lo podía sentir como suyo, se fue, cerrando tras ella como nunca lo había hecho, con violencia, con rabia, pero haciendo que su vida tomara un nuevo rumbo, aún no sabiendo entonces las consecuencias que tendría esa decisión en ese momento.
Se dirigió a la comisaría de Policía Nacional, haciendo saber a la primera muchacha de uniforme que encontró a su paso, que quería denunciar, aunque se derrumbara ante los brazos de esta joven que, entonces efectuaba sus prácticas en la comisaría de la localidad, gritó alto y fuerte para que algún compañero la escuchara, mientras intentaba darle golpecitos en la mejilla, para despestarla. Fue un calvario denunciar, recordar y contar todo lo que había pasado, con la cabeza gacha por la vergüenza que le suponía contar a nadie, pues nunca lo había hecho, a nadie, ni a una vecina, ni a su familia, y amigas ya no le quedaban, él se había encargado de eliminarlas de su vida.
Pero mayor calvario fue tener que volver al barrio, acompañada con un policía, para pedir a la portera del edificio que le avisara cuando su marido no estuviera en casa, para poder subir a coger algunas de sus pertenencias, básicamente su carné de identidad. No necesitaba ni quería más. Fue sólo horas después del incidente en la cocina cuando volvió, pero lo hizo temblando, pensando que no podría subir las escaleras hasta el segundo piso una vez más, o contar a la portera por qué necesitaba la información que le pedía. Ésta le dijo que lo había visto salir minutos después que a ella, con la cara desencajada, pero que no le dio tiempo a preguntarle nada, así que, a no ser que hubiera vuelvo en algún momento en que ella hubiera salido a hacer algún recado, no estaba.
Pero su sorpresa fue máxima cuando, subiendo las escaleras, escuchó la puerta de el que hasta hacía unas horas había sido su hogar, y volviendo la cabeza hacía el policía, que iba detrás suya por los escalones, le dijo en voz baja que no podía hacerlo, pero era demasiado tarde, porque su marido, el que sólo unos meses fue un hombre bueno, sensato, agradable y mimoso, se abalanzó hacia ella llena de rabia, de brutalidad contenida, y la cogió por su larga y cuidada melena morena, haciéndola casi levantar los pies del suelo. Pero sólo fueron unos segundos, porque el policía, que contaba con refuerzo a tan sólo dos calles del domicilio, debido al protocolo para este tipo de casos, actuó con destreza, reduciendo al hombre, consiguiendo que ella pudiera huir, atropelladamente, escaleras abajo, para refugiarse con la portera en su habitáculo. El revuelvo en el rellano de la escalera y las cabezas asomando por la misma fueron lo que finalmente la habían hecho volver a la realidad, a la oscuridad de la habítación de una pensión en la que se había escondido, con el beneplácito de la policía y con seguridad a su servicio. Pero con el corazón encogido, porque había sido como estar viviendo otra vez en sus propias carnes lo que sólo fue una desagradable pesadilla de lo que había pasado sólo hacía unos días y que la mortificaba cada noche que pretendía conciliar el sueño...

Pd: si llegas hasta el final de mi relato, te darás cuenta de que es mi particular homenaje por el Día Mundial Contra la Violencia de Género, que se celebra hoy, aunque lo ideal sería que no se celebrara, que no hubiera necesidad de reivindicaciones...

domingo, 18 de noviembre de 2012

Los sentidos

Mirar a la luz del sol le cegó tanto la vista que fue incapaz, durante unos minutos que se le hicieron eternos, de orientarse.
Pero fue así como algunos de sus sentidos se avivaron, despertaron de su letargo. Lo primero que le rozó la cara fue la brisa del mar, el olor a salitre y a podredumbre, a causa de la marea baja. A pesar de la pestilencia y el desagrado que sintió por la mezcla de olores, volvió a respirar hondo, con más profundidad, para reconocer dónde se encontraba. En el embarcadero.
Pero pronto sintió también que algo le caía en su hombro, llegado desde las alturas, cumpliendo con la ley de la gravedad, o así lo suponía, claro y que calentaba a la vez que mojaba su camisa. Peor aún fue sentir que era algo quizás indescriptible pero a la vez acuoso y desagradable. Excremento de un pájaro, una gaviota.
Y por último, antes volver a ver todo a su alrededor, quiso tocar la arena, fría en esta época del año, con sus pies, así que se descalzó a tientas, se despojó de los calcetines, y disfrutó de la sensación.
Cuando la claridad volvió a su mirada pudo comprobar que tener, por unos minutos, los ojos "vendados", privados de libertad para ver todo alrededor, la vista inhabilitada, fue el mejor de los placeres, porque el resto de sus sentidos se activaron mostrándole lo más valioso de su alrededor.
Por eso volvió a mirar al sol, para cegarse una vez más y poder acogerse al escuchar, más cerca de lo que nunca lo había hecho, quizás por no ver el barco, la sirena de un gran crucero que se alejaba de la bahía, con un estruendo que hizo que todo su cuerpo vibrara y se sobrecogiera.
Sin uda, una de esas experiencias que quería volver a repetir en cualquier entorno de su ciudad, tan desconocida para él si no era a golpe de un vistazo, como estaba acostumbrado hasta el momento. Quería disfrutar de una comida sólo con el gusto y el olfato; quería atravesar el asfalto en pleno agosto, de una calle quizás muy transitada, para sentir el calor que desprende el asfalto y la intensidad de los ruidos de los coches y de la gente caminano, acalorada; quería saber a qué huele el huerto de su jardín, no sólo cuando el rocío moja sus alimentos, sino cuando el levante aprieta y deja que el aroma de los mismos se confundan con el viento; y así todo...

sábado, 17 de noviembre de 2012

El silencio

Gonzalo y Lucía estaban sentados a la mesa del comedor. Otro día más el silencio creaba una extraña situación, pero justo en el momento en que Gonzalo estaba absorto pensando que la situación no podía alargarse más en el tiempo, ella se decidió a hablar, a romper ese incómodo silencio.
-Gonzalo, me voy de casa.
-¿Cómo?- exclamó, sorprendido.
-Lo que oyes, que me voy de casa. No me lo pongas más difícil, por favor.
Gonzalo frunció el ceño y una lágrima resbaló por su mejilla, casi salida de la nada. Claro que sabía que algo entre ellos no iba bien, pero no hasta el extremo de que su mujer lo quisiera dejar.
-Lucía, sé que nada es como antes, pero yo te quiero, te necesito a mi lado.
-No, no me quieres, me necesitas. Necesitas quien tenga la casa limpia y la comida hecha cuando llegas de trabajar, nada más. Sabes bien que prefieres hacerte el esquivo conmigo y jugar tus absurdas partidas de mus a acurrucarte conmigo en la casa. Ya no tienes motivos para darme un beso cuando te marchas a trabajar y aún estoy dormida...
Lucía bajó su mirada hacia el mantel de ganchillo, el mismo que, por tradición, presidía la mesa del comedor desd que se casaron, hacía ya más de diez añs. Y ahogó un suspiro, haciendo consciente a su marido de que dicha situación no era agradable para ella.
-Lo siento Gonzalo, pero no quiero seguir dándote motivos. No tengo fuerzas para hablar, ni ganas.
-Pero Lucía- él intentó sostener su brazo en el aire, sin éxito, cuando ella intentaba salir del comedor. 

Pd: otro texto el curso de escritura creativa que estoy haciendo. En este caso se pretende que ejecutemos un diálogo entre dos personas. Y ahí está. La situación es una de las posibilidades que ofrecían.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Ante la puerta del quirófano

Sus ojos se quedaron clavados, pensativos, ante la puerta del quirófano, mientras a su alrededor oía voces, unas má lejanas y otras claras, casi pegadas a su oido.
Recordó los momentos en que, de pequeña, había paseado agarrada de su mano; cuando le reñía para que no se soltara al cruzar la calle. También vinieron a su mente todas aquellas veces que durmió en esa cama tan especial que sólo preparaba para ella o cuando, con mucho mimo, la despertaba para que desayunara aquello que tanto le gustaba: pan con mermelada.
Incluso su mente viajó a cuando nació su hermano, pues fue ella la que cuidó de ella cinco días mientras mamá y el recién nacido estaban en el hospital. De repente, reconoció una voz cercana y un zarandeo en su hombro la trajo al momento actual, al de la agónica espera.
Volvió a mirar la puerta del quirófano, intentando así acelerar el curso de los acontecimientos, aún siendo consciente de que sólo habían pasado unos minutos desde su ensimismamiento mental.

Pd: otro texto que sale de las propuestas prácticas del taller de escritura creativa. Para algo tenía que servir...

martes, 13 de noviembre de 2012

Yo: mi ejercicio práctico

Continúo con un ejercicio práctico, como ocurrió con la entrada que incluí ayer en mi rinconcito, del taller de prensa creativa que estoy haciendo. En esta ocasión tengo que narrar un relato breve en primera persona, para ir haciéndome con los distintos puntos de vista desde los que se puede enfocar una historia.
Pues bien, he elegido la versión de la primera persona del narrador como protagonista. Allá va:
¡Hola! Soy Brenda. Nací hace tres décadas, o lo que es lo mismo, en El Puerto de Santa María, aunque el hecho de tener algunas raíces gaditanas creo que me tiran demasiado, porque soy una enamorada de la Tacita de Plata.
Mi infancia y adolescencia me las pasé cursando mis estudios en colegios de dudosa reputación, aunque, junto a otros compañeros con prósperas carreras y trayectorias profesionales con los que guardo el contacto, salí adelante, y me decidí a convertir en carrera universitaria mi pasión y vocación: el periodismo, aunque hubiera quien, en el  camino, me hiciera plantearme si serviría. Y tanto que sirvo, ya me lo digo yo.
Es el periodismo, mi pasión por escribir, mi afán de ayuda a la gente, y mi duda constante por sacar a flote la verdad, lo que me han mantenido ocho años al pie del cañón, en distintos puestos hasta llegar a estar al frente de un periódico local que además me ha dado la posibilidad de trabajar en mi ciudad de origen, cerquita de los mios.
Hasta que me he visto en las garras del paro, que ha trastocado mis expectativas profesionales. Ahora ando entre los altibajos del paro, voy y vengo, mi mente va más deprisa que todo lo que puedo hacer por mantenerme a flote, pero lo más importante es que no pierdo la esperanza, aunque a veces se escona. Así que sigo en la brecha de reciclarme para ser mejor periodista, para adaptarme a los tiempos...en ello ando sumergida...

lunes, 12 de noviembre de 2012

Me gusta...no me gusta

Puedo decir que soy muy especial en mis gustos, pero os lo voy a demostrar con una lista, que siempre será más gráfica que dejar ese pensamiento en el aire.
Me gusta pasear por la playa, con la sola compañía del fresquito del invierno o el sol resplandeciente del verano; me divierto tirándome en la alfombra a jugar con mis primos pequeños, haciendo con mis manos lo que pasa por mi mente, rellenando mi "rinconcito" con mis vivencias, comer un buen menudo con mucho pan de acompañante.
Me gusta interesarme por un buen libro, por una café con los amigos, por una canción de Pablo Alborán (sin escoger ninguna en especial porque cada una tiene su belleza). Me safistace complacer los deseos, por pequeños que sean, de quienes me rodean; no ser egoista y dar lo que tengo si medida; tampoco paso por alto una berza de calabaza de mamá; un abrazo o un beso cuando se nota a leguas que lo necesito; hacerme una rosca en la cama, liada en la manta, en esta época tan fría.
Me gusta el sol, la Feria de Primavera con un buen traje de flamenca, un día de playa, los topos y los lunares, el fieltro y sus posibilidades, el papel de Michelle Pfeiffer en Mentes Peligrosas, un cuaderno y un bolígrafo con los que dar rienda suelta a mi imaginación (puedo decir que soy algo adicta)...
Y claro que mi lista se compone de muchas cosas que no me agradan: no me gusta que le hagan daño a quien quiero; las patatas frita no son mi fuerte; no pueo con el frío, los olores fuertes y el pescado.
No tolero las bromas que rozan el insulto, la gente falsa, hipócrita y egoista. No soporto un vaso de leche, la goma eva o llenarme las manos de tinta, las tijeras para diestros y todos aquellos utensilios que me excluyen como zurda que soy.
No me gusta ser bajita, ni el marisco. Odio el invierno, que alguien se crear superior a mí y que mis planes (siempre poco ambiciosos) nunca salgan adelante.
Pero hay otras tantas cosas que me encantan...

Pd: este post tiene sentido gracias a la propuesta práctica de un taller de escritura on line que estoy haciendo. Así que, matando dos pájaros de un tiro, he decidido aprovechar el revoltijo que ha salido para dejarlo en mi rincón.

martes, 6 de noviembre de 2012

Mejor dar que recibir

Estos días atrás escuché eso de que es mejor dar que recibir y supongo que cada uno tiene su particular concepto y opinión al repecto. Yo soy a las que le gusta dar, porque me satisface percibir qué le gusta a quien me rodea y procuro que no le falte, y siempre es mejor dar lo inmaterial que algo que tenga más valor económico que personal.
Me gusta dar, me gusta estar pendiente de qué quiere o necesita a quien quiero y quien me quiere, aunque haya veces que parezca que no estoy pendiente o incluso en alguna ocasión pueda fallar, pero por lo general, desde que tengo uso de razón estoy muy encima de esos detalles.
Y a pesar de que me gusta más dar que recibir, no voy a mentir, a mí también me gustaría que, sin tener que abrir la boca, alguien, una persona, o dos o cinco, de quien está a mi alrededor, supiera qué necesito, que espero o que ansío y me lo diera. Pero repito, no me gusta pedir, prefiero que se perciba, porque se supone que, quien te conoce, obviamente sabrá, sin que abras la boca, qué necesitas en cada momento. Esa magia de los seres queridos, de los amigos de verdad, es lo que me gusta dar y recibir.
Como digo, reflexioné en esto hace unos días y aunque hasta el momento no he podido exponerlo, no quería dejarlo pasar, pues considero que es importante que, quien no me conozca, también lo sepa, dando por hecho que, todas aquellas persona que sí me conocen, que conviven conmigo más o menos o que son familiares, amigos o conocidos más allegados, ya lo saben y lo han notado a lo largo de los años.
Y aunque a veces considero que no hay que "derrochar" tanto con la gente, pues no todo el mundo sabe apreciarlo y darte la mitad de la mitad de lo que das, simplemente por justicia, con esto se nace o no se nace, pero no se puede provocar que en tu condición esté dar más o menos. y al final por mucho que me queje de tener la sensación de que apenas recibo migajas, seguro que no me doy cuenta de muchos pequeños detalles que hacen una montaña y que se van acercando a mi. Por eso, doy las gracias de antemano por esos detalles de los que no me doy cuenta y pediré, desde estas líneas, que también me den algo más...

domingo, 4 de noviembre de 2012

Un abrazo...

Un domingo cualquiera en el calendario, un domingo cualquiera de esos que, y ya son muchos quizás, no  te apetece nada, pero en este caso con motivo, porque la lluvia te invita a estar en casa, rodeada de los tuyos.
Y no tiene precio que una de esas personas que no te piden nada a cambio se acerque a ti a darte un beso y un abrazo, ya no sólo el de bienvenida, que ése prácticamente lo pides tú poniéndole la cara a esos personajillos, sino de esos que llegan porque si, de repente, sin razón alguna. Y eso sí que hace que salga el sol en un día nublado, o peor aún, en un día totalmente cerrado y con la lluvia como protagonista.
Es un momento que quizás llena, que hace que casi se te salten las lágrimas, por eso no quería dejar pasar de decirlo, de expresarlo, porque es un instante que te hacen sonreir, que te hacen sentirte llena y eso es mucho, sobre todo cuando otros muchos abrazos no llegan, otros muchos que considerabas que debían llgar, o merecías. O simplemente cuando nadie te entiende, cuando vas contracorriente, cuando parece que caminas en sentido contrario al resto de la gente, los cercanos, a los que reconoces, y a los que sólo son caras ajenas.
Pue eso, un abrazo llena, llena un alma vacía, un alma triste, y hace que ese momento sea para recordar...para no olvidar, para mantenerlo dentro de tu ser...

Germán, Pablo y el espejo

Germán, su hermano Pablo, mamá y papá han ido de compras, porque mamá quería no sólo ver ropa de invierno para los pequeños, sino algo para ella, así que Germán al final ha tenido que claudicar, aunque odia ir de tiendas, como le oye decir a mamá cuando habla con sus amigas.
Pero al final Germán se lo ha pasado bien, pues mientras mamá entraba en el probador, ha comprobado que Pablo, que estaba sentado en su carrito, ha descubierto su reflejo en el espejo del mismo.
Ha sido un gran descubrimiento, e incluso ha comenzado a reir delante del espejo, sorprendido de ver sus movimientos ante otro igual que él, contagiando con su risa a Germán, que ha terminado poniéndose al lado de su hermano, haciendo el payaso para que Pablo no parara de reir.
Sin duda, Germán al final se lo ha pasado muy bien, por eso ha querido decírselo a sus padres, pero siempre apostillando que ha sido gracias a Pablo y su ingenuidad.
Como no podía ser menos, la curiosidad de Germán lo ha llevado a preguntar a papá, mientras mamá estaba peleándose con los pantalones, que parecían querer entrar más allá de su rodilla, si él de pequeño, de bebé, como ahora es Pablo, también hacía esas cosas. Papá le ha dicho que es lógico que, siendo pequeño, tanto a él como a su hermano le llame la atención ver frente a él a alguien que es prácticamente nuevo, pues los bebés no tienen apenas referencia de su imagen. Por supuesto a él también le pasaba.

sábado, 3 de noviembre de 2012

Mi reflejo

Estos días me he vuelto repetitiva, pero bueno, mi rinconcito está para soportar aquello que pasa por mi mente, y es exactamente esto lo que quiero escribir.
Mi reflejo ya no sé si sólo es la sombra de lo que he sido o algo muy lejano a mí. Sea como fuere, no soy capaz de reconocerme y aunque el espejo sigo siendo la misma, esa poquita cosa de ojos verdes y pelo largo que no destaca por fuera ni por dentro, no me veo igual.
Siempre creí que no era cierto eso de que hay circunstancias que te cambian, que te modelan, y al final no sé si es o no verdad, pero lo que creo es que hay hechos que te marcan, sin saber aún si mucho de lo sucedido en los últimos meses darán lugar a otra o una versión mejorada o empeorada de lo que creo ser. Todo un misterio por ahora.
Y aunque quien sabiamente me aconseje dar un paso adelante, creo que no me siento con las fuerzas o ganas suficientes. Ufff. No sé si hay muchas cosas que cambian a mi alrededor sin que me dé tiempo a reaccionar, aunque haya quien consider que no quiero más bien, o realmente es ahora cuando me doy cuenta de mucho de lo que estaba ahí (no o estaba) no era más que una mera visión equivocada, una visión equivocada de la realidad que he creado...y no lo entiendo, sigo sin entender muchas cosas, aspectos que se me escapan.
A lo mejor ahora que no paso por el mejor momento, estando más sensible a todo lo que ocurre a mi alrededor, me doy cuenta de todo lo que ha estado oculto, de todo lo que no he querido darme cuenta o me han querido silenciar aquellos que parecían lo que no eran, lo que no son...
Y todo ello hace que mi reflejo no sea o no parezca el mismo, desgraciadamente.


viernes, 2 de noviembre de 2012

La que era, la que soy

Hace un tiempo que no me sentía con ganas de ponerme delante del espejo y maquillarme. Hace tiempo que apenas pensaba en hacer nada, simplemente me apetecía y me apetece, quedarme en casa o pasar un rato con mis pequeños, porque no hacen preguntas, no cuestionan y siempre tienen una sonrisa sin recelos y mucho menos sin chantajes.
Estoy acostumbrada de tirar de mi propio carro, pero desde hace un tiempo, como digo, no tengo ganas y tampoco hay quien, simplemente por pura amistad, porque sí o porque lo merezca, tire de mi carro.
Pero hace unos días sí lo hicieron y al final me decidí y salí a tomar un poco de aire fresco, aunque no soy amante del fresquito, sino todo lo contrario. Y un rato de risas, bromas y recordar buenos momentos siempre viene bien y lo peor es que se me había olvidado.
Pero sigo pensando que merezco que hoy, mañana, pasado o ayer alguien tirara o tire de mí, porque es cierto que hay circunstancias que te marcan y yo por desgracia cuento con dos en mi haber que han hecho que no sea la misma y aunque lo intento, no he sido capaz, por el momento, de volver a ser la que era, por ello me temo que soy distinta, ni mejor, ni peor, aunque en esencia sigue siendo la misma, porque al fin y al cabo soy yo, la que era, la que soy...

miércoles, 24 de octubre de 2012

Germán y el otoño

Germán ha estado ausente un tiempo, quizás porque la vuelta al cole le ha supuesto algún que otro virus, ya sea el de gastroenteritis o las fiebres y los resfriados. Pero a Germán le encanta el otoño, esa nueva época del año que pregona a los cuatro vientos que ya ha llegado. Y ¿por qué le gusta tanto? Yo os lo digo, porque su mamá le ha comprado unas botas de agua que está deseando utilizar todas las mañanas.
Pero también se está dando cuenta de que el otoño tiene otros aspectos algo menos positivos. Si de bueno tiene que puede chapotear en los charcos, porque se ha dado cuenta de que, con las botas de agua no se pone empapado de agua, y si lo hace le vale la excusa de que ha estado lloviendo, de malo también tiene que el día que disfruta de las botas de agua no puede ir al parque, o bien porque con el paraguas y con la lluvia es imposible ir a disfrutar al parque, o bien porque la arena se anega y es imposible jugar. Además, mamá y papá simplemente no le dejan ir.
Otra cosa que incomoda a Germán, que es muy caluroso, es tener que ponerse tanta ropa. A él le bastaría con poder ir en manga corta a clase o al parque, pero en cambio mamá o papá, dependiendo de quien lo lleve al cole cada mañana (pues trabajan los dos), le ponen una camiseta interior, una camiseta de manga larga y la sudadera, de la que consigue deshacerse justo cuando llega a clase, cuando la profesora se despista. Pero ya está, se tiene que conformar con el resto de la ropa, aunque se siente muy agobiado. Con todo, ya ha escuchado, aunque apenas lo recuerda porque es pequeño aún, que dentro de poco tendrá que llevar el chaquetón o la chaqueta, y guantes y gorro, y vale que el chaquetón no sea de su agrado, pero eso de llevar guantes y gorro le parece genial, sobre todo porque ya ha visto muchos dibujitos animados de su agrado que lo llevan. Aunque sus padres ya se han dado cuenta de un detalle, y es que Germán cree, como ve en la tele, que el otoño traerá mucha agua e incluso nieve, y la verdad es que la población en la que vive eso suele ocurrir bien poco.

lunes, 22 de octubre de 2012

Esa suerte que tengo

Hay veces que es una suerte saber, con certeza, que hay alguien a quien no ves nunca, para ser sinceros, y que siempre está dispuesto a escucharte, esa persona que me ha hecho y me hará pasar ratos inolvidables, quien me saca una sonrisa sin necesidad de pensar en exceso, y que siempre tiene un gesto adorable conmigo, por lejos que estén nuestras manos para estrecharse en los malos momentos.
Y hoy ha vuelto a ser uno de esos momentos en que sólo hace falta levantar el teléfono (en sentido figurado, porque las nuevas tecnologías hacen que ni sea necesario), porque he sentido la necesidad de saber de esa persona, y zas, ha salido del otro lado, sin preocuparse de cuánto tiempo hace que no hablamos, no contamos nuestras cosas o nos dirigimos un hola (concretamente el último fue en una circunstancia algo desagradable para mí), y hemos tenido una de esas conversaciones que tanto me gustan, de esas en las que no hace falta siquiera remontarse a la última vez en que nos contamos algo, pues sólo con saber que estamos bien me basta.
Y puedo sonar egoista, pero me gusta saber que estás ahí, que siempre ha sido una de esas personas que siempre está disponible, a pesar de que hoy incluso te he molestado más de lo normal, porque estabas ocupado con tu vuelta a casa, ya sabes a qué me refiero. Me gusta confiar en ti y que lo hagas conmigo, que nunca te sienta un extraño, aunque hace mil que no nos vemos y eso es algo que siempre me pesa, aunque creas que me invento mil y una excusas.
Espero que esto nunca cambie, aunque nuestras vidas se alejen, aunque nos distanciemos o los kilómetros que nos separan en la realidad siempre sean los mismos, o sea muchos, y podamos contar el uno con el otro. Espero que, sea lo que sea lo que nos ocurra, bueno o malo, siempre estemos el uno para el otro, yo te aseguro mi amistad para muchos años, porque hemos sabido conservarla después de todo y eso es de agradecer.
Y gracias de nuevo por el ratito de hoy, porque me has devuelto a la normalidad, a esa que parece que me ha abandonado para que la cope la rareza, en todos los sentidos.
Pd: sólo espero que siempre, porque así lo necesito y lo necesitaré, tengas un ratito así para mí, porque me haces muy feliz.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Una imagen vale...

Una imagen vale más que mil palabras pero además más que mil recuerdos, porque a veces tendemos a hacer subjetivos los recuerdos, en cambio una fotografía parece un documento más fiel a la realidad. Me ha surgido esa reflexión estos días en que, por un lado y otro se habla de imágenes, siempre antiguas, de cuando las personas de mi alrededor eran pequeños o incluso cuando algunos amigos o yo misma lo éramos.
He tenido en mis manos esas fotos que te hacen revivir, en blanco y negro, épocas pasadas, las que no conociste y provocan que alguien te cuente cómo era esa casa, cómo fue la boda, el bautizo o la comunión, quién es quien. Incluso se buscan parentescos, cercanías familiares, vecinales o antiguas amistades, e incluso se desempolvan viejos recuerdos, aquellos que parecían casi inexistentes. Y pueden incluso surgir nostalgias, porque todos somos humanos y porque esas fotos en blanco y negro traen al presente a gente que ya no está.
Pero también he mantenido conversaciones de esas en que los más pequeños ahora se confunden, al ver imágenes pasadas, con sus hermanos, sus tios u otros familiares, porque es inevitable que todos nos saquemos un parentesco con alguien cercano, al fin y al cabo no dejamos de ser familia. Los vínculos nos hacen mostrar lazos que parece que no existieron y otros sacamos los parecidos razonables o más extraños que se nos ocurren. Todo sea por cuestión de divagar.
Y aún hay más. Da gusto que se te salten las lágrimas cuando ves un álbum de fotos, de esos que se hacen con amor, de esos que recopilan una vida en imágenes, en cincuenta, setenta o cien, hasta una fecha concreta. Y además muestra la grandeza de hasta donde podemos llegar, el límite que nos ponemos.
Una fotografía por tanto, para mi gusto, es uno de esos inventos y no precisamente de la era moderna, de los que dejan huella, porque cuando la mente sea frágil, o cuando no te dé por almacenar todo lo que has vivido, podrás pasar las hojas de un álbum o abrir un archivo en el ordenador que te permitirá descubrir todo lo que viviste, lo que te perdiste, lo que has echado al olvido y lo que te hace ser quien eres en este preciso instante, o lo que fuiste, lo que fueron los que te querían o formaban parte de ti...Todo esa magia contiene una imagen, eso sí, es una pena que nos hayamos acostumbrado a no imprimir esos recuerdos y darles forma, recopilando así los momentos que más nos gustan, porque es una gozada...

La soledad

La soledad a veces es necesaria, porque te hace pararte a reflexionar en lo que parece ir a mil revoluciones en el día a día, sobre todo cuando la normalidad aún no se ha asentado en tu día a día desde hace tiempo, cuando ya nadie excepto tú recuerdas todo lo que ha ocurrido, todo lo que te ha ocurrido.
Pero da igual, siempre hay que mostrar a la dama de hierro, a la que no se inmuta y no tiene derecho a errar, a la que no tiene miedos, a la implacable, a la que no sufre, ni llora o ríe con motivo; no vale demostrar que una está viva, tiene sentimientos y no es de piedra y todo ello se afianza con la soledad de un día, de dos, de tres o de todos los que vengan por delante.
Pero también esa soledad te hace darte cuenta de cuánto te rodea, de lo que nunca estuvo en tus manos, de lo que sólo fue un sueño, una quimera, así como todo lo que no valió la pena, porque hay quien no valora, quien sigue adelante con su hipocresía, otros con sus ojos vendados, mientras yo sé, soy consciente cada vez con más fuerza, de que ni siquiera mereció la pena.
El arrepentimiento se hace pleno en cada momento de soledad, al igual que también se afianzan otros sentimientos, otras escenas, otras realidades que, poco a poco y aún no teniendo nada que ver, también se pegan a mi piel, las que me hacen ver que las malas sensacines no son un sueño, que aquello que me provoca dolor de estómago no es sino la confirmación de lo que es fehaciente...Y así continúa la soledad, bajando como un manto implacable, cayendo sobre mis hombros. Pero quizás esa soledad ayer, hoy y mañana hasta me deban apetecer...

miércoles, 10 de octubre de 2012

Sí, madurez...

Sí, madurez, es el término que hoy se me viene a la cabeza. Por muchas razones. Hoy se han acumulado en mi mente muchas secuencias, de personas, momentos y épocas distintos, quizás por lo vivido, escuchado, aconsejado y rememorado. Madurez, según el diccionario de la RAE es buen juicio o prudencia, sensatez, entre otras acepciones. Pues bien, la madurez se demuestra. No podemos ir por la vida de maduros, porque no es una medalla que nos podamos poner, sino un estadio que debemos alcanzar, pero alcanzar ganándonoslo a pulso. Es así, y no hay forma de cambiarlo.
Hay quien se jacta de ser una persona madura, y hay quien incluso es capaz de convencerte, pero siempre se llega a la verdad, y al final acabas sabiendo o comprobando, que muchas veces es lo peor, que es incierto, que es muy fácil utilizar la palabra madurez por azar, de manera banal.
Hay quien en cambio es maduro en alguna de sus decisiones y otras, las que parecen más sencillas, no es capaz de sacarlas adelante. Hoy me he encontrado con una persona así, que ya sabía que era así pero que ha vuelto a indicarme un problema, que para mi gusto sólo existe en su subconsciente, en su "creada" incapacidad para no poder funcionar de la manera que se le aconseja. Lo peor es que asuma que lo que se le aconseja es cierto, que "llevas la razón", puesto que no está dispuesto a cambiar su actitud.
Y está quien siempre será un jovenzuelo, un "vive la vida" de esos que no cambian mucho, por mucho que por su carné de identidad sí pasen los años.
Es así. Seguro que hay muchos otros tipos de madurez, fingida o real, pero hoy, como digo, se han venido a mi mente estos tipos de personas. A unos no los soporto en mi vida, porque no quiero cerca a quien es experto en el arte de mentir, es más fácil asumir los errores de cada uno y así poder crecer juntos, porque nadie es perfecto. A otros en cambio intento ayudarlos día a día, aunque a veces es muy complicado, sobre todo cuando no se quieren enterar de lo que se le dice o no se quieren parar a rectificar la manera de actuar que comenzaron.

martes, 2 de octubre de 2012

Extraña sensación

Extraña sensación es la que experimento cada día, cada día desde hace dos semanas. Y no tengo que recordar qué ocurrió entonces. Sólo sé que por un lado esa sensación es de alivio, de saberme libre de las garras de aquello que al final acaba ahogándote y no te deja respirar, pero era una prisión donde la convivencia era sencilla gracias a aquellos que, como yo, compartían esa celda. Y por otro tengo un pellizco en el estómago por aquello que me pierdo, por la profesión no ejercida, por la labor social no realizada...en fin eso que sólo pueden conocer y compartir aquellos que se sienten en un caso similar al mío.
Siempre digo lo mismo cuando me preguntan cómo estoy, y es que es cierto que, por unas o por otras, no me ha dado tiempo a aterrizar, a poner los pies en el suelo, y gracias a los que hacen que no pare quieta mucho tiempo, porque así no soy consciente de dónde estoy, y es así mejor, cuánto más tarde, mejor.
Ahora el tiempo es válido, se disfruta y sobre todo, se reparte en algunas cosas que me apetecía hacer, experimentar, sentir, aunque queda recobrar algunos viejos hábitos, como pasear por la playa por la mañana, mientras las olas rompen en la orilla y el sol empieza a apretar. Y eso al final acabaré consiguiéndolo, como espero poder avanzar en algunos proyectos en mente, de esos que dan satisfacción personal, porque en el plano laboral poco hay que celebrar...
Pero siempre con la cabeza alta, mirando de frente a lo que tenga que venir, a lo que me espera, sin miedo a cruzar la acera o ver qué hay tras esa esquina. Proyecto lo que quiero hacer, lo que quiero ser, y me estoy dando la oportunidad, o me la han dado, me da igual como haya sido, de pensar un poco y reflexionar, y sé, aunque siempre lo he sabido, lo que quiero ser, en la persona que me quiero convertir, aunque ya he avanzado mucho...
Ésta es mi reflexión de hoy...

domingo, 23 de septiembre de 2012

En la playa...

En la playa te quedaste, y me alegro que fuera así porque comparto que la playa es un lugar maravilloso, es de esos sitios en que te sientes protegida, aliviada, de esos lugares que te ayudan a respirar cuando te falta el aire, que te da paz cuando estás agobiado, para mí en general, como si no lo supieras, la playa es fuente de vida. Así que, si no me voy a olvidar de ti, como no lo hará ninguno de los que están ahora en mi cabeza, cuano pise la playa, aún menos, y espero que, a pesar de que el otoño ya ha hecho acto de presencia este año, yo pueda seguir pisando la arena, para continuar sintiendo que estás cerca.
Eres la niña grande, la jefa, la hermana mayor, la madre, la abuela, la tía. Yo supongo que lo he vivido, porque pocos nos hemos librado, pero a mí me lo cuentan, esas refriegas que nos pegabas a todos detrás de las orejas al bañarnos. El primer baño, cuando nacimos, todos lo hemos disfrutado en tus brazos, porque eras la que tenía el valor que las primerizas no tenían. Eres la que más nos ha reñido, con esa voz más bronca que tenías, aunque siempre desde el cariño y por nuestro bien. Has sido la segunda madre de tus hermanos, porque las necesidades de la época así lo obligaron y no te pesó esa responsabilidad, sino todo lo contrario, y así están todos contigo, sólo hay que ver lo que pesa tu ausencia, porque ahora en presencia no están ninguna de sus dos madres. Y para mí, que soy la que hoy se ha decidido a escribirte, aunque estos días te he hablado mucho en silencio, eres también mi segunda madre, y mis primas, mis hermanas. Quien me conoce lo sabe, porque lo he dicho siempre, que tengo la suerte de contar con esa alegría. Así que yo también me quedo sin parte de lo que quería, aunque sé que para mí también tendrás un poco de protección, aunque por delante vayan tus hijas y tus nietos, esos que tanto te echarán de menos, aunque algunos sepan de tu pérdida cuando vayan cumpliendo años, pero te recordarán como la que eres, esa persona incansable que nunca se echó para atrás, que no se amedentró, aunque no tuvo una vida fácil...
Ahora sé que habrás abrazado a abuela, que por supuesto por un lado se habrá entristecido de que no estés aquí con nosotros pero por otro lado estará agradecida porque estés ahora con ella, porque seguro que te ha echado mucho de menos estos años que habéis estado separadas. Y por supuesto, también estarás con abuelo. Yo también te mandaré un  beso para mis otros abuelos y mi tía, ya sé que convertirás este deseo en un bonito mensaje para ellos, estoy segura.
Son muchos los pensamientos que pasan por mi cabeza. Uno de ellos, que hay mucha gente que te quería, aunque pensaras que cuando estabas malita te preguntaban por preguntar o cotillear. Pues no, viviste ese cariño y ahora ha sido mayor, mayúsculo.
Otra cosa que pasa por mi cabeza es la última imagen que tengo de ti. La última no tengo que decirte cuál es, aunque pensé que no soportaría verte en el hospital, pero sí. La última es la del cumple de Mauro, su primer cumple. Te vi sólo unos minutos, porque llegaba de viaje, pero si te digo la verdad, me sorprendió gratamente que estuvieras allí, que hubieras hecho el esfuerzo, además me han contado que estuviste dando una vuelta por la arena y el agua, el agua salá que tanto te gusta, porque los baños eran lo tuyo, y eso me reconforta.
Mi post podría continuar, y mis letras también, pero prefiero dejarlo aquí antes de que mis ojos se vuelvan a nublar. Sé que cuidarás de nosotros y te lo agradezco. Daré gracias porque fuiste mi tía la mayor y ahora serás un ángel de la guarda y una estrella que se une a otras que ya tengo para que guíen mi camino y sabes que ahora me queda una etapa complicada que reconducir de mi vida, y sé que estarás ahí para aconsejarme. Un beso

martes, 18 de septiembre de 2012

¿Y ahora qué...?

He repasado qué poder escribir mil y una veces, porque en realidad ocho años dan para mucho y parece que fue ayer cuando empezara y que por tanto mi libro de las experiencias profesionales no está siquiera empezado. Hoy es un día de contradicciones, de lágrimas, de mirar hacia atrás rememorando dónde y cuándo comenzó todo esto, pero también de agradecimiento a quien ha estado a mi lado, a quien ha caminado a mi lado desde el principio y a quien se ha ido incorporando a esta andadura, y de risas echadas con aquellos que han demostrado apreciarme. Y de preguntarme ¿y ahora qué?
Julio de 2004, ahí empezó todo, recién salida de la facultad, con un montón de teoría en la cabeza y poco en la práctica, pero con muchas ganas y miedos, sobre todo por no saber si sería posible de convertir mi vocación y amor por el periodismo en mi profesión. Aún recuerdo como si fuera ayer mi primera "noticia", que no fue tal, sino un breve sobre los consejos veraniegos a los consumidores, ésa que me corrigieron un millón de veces antes de que estuviera en condiciones para ser publicada. Pero me sentí realizada. Y ahí arrancó todo, como unas prácticas de seis meses que se convirtieron en ocho años que ahora me parecen toda una vida. Tomé el relevo a algunos compañeros que se fueron yendo, y poco a poco me he quedado sola en una redacción que un día estuvo llena de gente, de vida, de periodismo, de publicidad, de páginas, de páginas remodeladas, emborronadas y al final bien hechas, de fotos, maquetas,... He ido viendo pasar a mucha gente por esta redacción que hace unos años empezó a quedarse grande, pues como se dice por ahí, ya sólo eramos cuatro gatos, y mal contados, porque ni a eso llegábamos.
En esta redacción, en ésta mi ciudad he tenido la suerte al final de echar raíces, unas raíces que ahora deben dejar un tiesto, porque han hecho que se le quedara grande, que no fuera el idóneo para ellas. En esta redacción eché los dientes en esto del periodismo, he crecido como profesional y como persona, porque han sido muchas las personas que ahora se me pasan por la cabeza de las que ha aprendido mucho, muchísimo, no sólo de dentro de esta empresa, sino de fuera, porque he tenido y tengo la suerte de haberme cruzado con grandes personas, de las que no te olvidas tan fácilmente.
Y no me puedo olvidar de mis inicios, en el mundo vecinal, tomando así el testigo de una compañera que se sabía al dedillo los problemas de cada barrio portuense. Un mundo que me parecía algo demasiado amplio, casi incontrolable y que, gracias a esas personas que técnicamente se llaman fuentes y que comenzaron siendo los portadores de una noticia, un socavón, un problema de atención del Consistorio, una plaza sin podar, un jardín sin atención, un local social sin mobiliario o una pista deportiva recién inaugurada, y ahora son amigos, en algunos casos casi parte de mi familia. Porque me han ayudado a crecer, como digo, como profesional, y como persona, porque no sólo me han ayudado a hacer mi labor día a día sino que también han sabido inculcarme unos valores que son dignos de admirar, sobre todo el del voluntariado.
Y por supuesto, si los profesionales de fuera de estas cuatro paredes que dejo esta tarde me parecen fabulosos, pues nunca ha habido una rivalidad que nos impidiera ser amigos por encima de todo, también merecen mención especial los que han pasado por un medio de comunicación que es una cuna del periodismo puro y duro, del complicado, en el que te tienes que currar las cosas el doble, porque, por una u otra circunstancia, siempre se trabaja más en precario que en otros. Recuerdo con la gente que empecé aquí, cuando éramos muchos y yo una simple principiante. Sus nombres ahora vienen a mi cabeza. De todos ha aprendido algo y valoro mucho sus enseñanzas. Pero no sólo de esa etapa, sino de las muchas venideras, y de cuando he ido afrontando casi el control de lo que queda de esta redacción y he tenido que ir abriendo mucho más mis lazos con los profesionales de esta empresa, que son estupendos. Si algo tengo que meter en la mochila por tanto es el trato de mis compañeros, la ayuda que he recibido y la paciencia con que me han tratado cuando no sabía hacer algo o cuando he cometido fallos, puesto que he acumulado muchos en mi haber.
Estas dos últimas semanas he recibido el apoyo de la gente que me quiere, de mi familia y de mis amigos, pero también de todas aquellas personas a las que me apetecía contarle que se acababa esta etapa de mi vida laboral, y no por decisión propia, sino porque llega un momento en que parece que tu cabeza está en juego, y que todo esfuerzo siempre es ir contra corriente contra tu final, que ya está escrito. Me he sentido realizada como profesional y como persona, me han hecho sentir su calor, sus esperanzas y me han enviado sus fuerzas. Todos y cada uno de ellos ha creído que es el momento de dar un paso adelante, de no mirar atrás y de afrontar lo que vendrá, que auguran, será mejor que lo que he tenido hasta ahora, porque merezco, por lo menos, que me valoren, y eso es de agradecer.
Ahora llega lo difícil, enfrentarme a una situación que no conozco desde que acabé la carrera. He tenido mucha suerte lo sé, pero ahora es duro pelear con los recuerdos y experiencias acumulados de ocho años y la incertidumbre de qué me encontraré mañana. Porque la incertidumbre no es una de mis fieles amigas, es más, es de esas que me gusta tener bien lejos, aunque en ese caso tendré que convivir con ella algún tiempo, espero que sea corto. Por supuesto, que por falta de voluntad no será, pero viendo lo visto, la cosa no parece halagüeña, pero del futuro ya me encargaré en otra entrada de mi blog, seguro que tendré tiempo para eso y mucho más.
Así que voy a seguir embalando recuerdos, experiencias compartidas, problemas que fueron más llevaderos entre risas o entre el calor de los compañeros, ruedas de prensa divertidas, otras que te hacen suspirar, aquellos momentos en que la compañía hacía que salir a las tantas fuera hasta agradable, el café de por las tardes en el bar más cercano, los quebraderos de cabeza con los planillos, el pensar en temas cuando la sequía informativa se hacía aplastante un mes de agosto, cuando éramos tantos que nos teníamos que pelear por los ordenadores, estudiar el carné del coche en la redacción mientras no había nada que hacer, esas ferias con vestido de gitana, flor en el pelo, y cuaderno en la mano, veranos de búsqueda de  tema bajo las piedras de la playa, el hundimiento del Vapor, miles de concentraciones en las que he sido una más, el accidente del helicóptero, etc...Momentos de ayer y de hoy vienen a mi mente, cada uno de ellos con una connotación diferente. Cada una con una imagen solapada a ellos. Cada uno especial, irrepetible e insustituible, como todas las personas que han hecho posible estos ocho años. Gracias a todos los que habéis hecho posible que sea la periodista que soy, que sea la profesional que habéis hecho posible que sea, y porque todos y cada uno en los que pienso, y que sabéis quienes sois, habéis hecho que esto sea tal como lo cuento. Ah, y a los que, ajenos al periodismo, es decir, familia y amigos, que me habéis apoyado, me habéis empujado cuando he desfallecido y me habéis recordado por qué quise estudiar periodismo.

jueves, 13 de septiembre de 2012

La vida...

Si me pudiera echar a la vida a la cara, si tuviera nombre, apellidos y una dirección postal, no dudaría en ir a darle mis quejas, a exigirle, que no pedirle, que deje de hacer sufrir a los que están a mi alrededor, que ya está bien. Que no puede castigar siempre a los mismos, que no puede ser tan injusta. Que ya está bien de malos tragos. Si pudiera, le diría cuatro cosas bien dichas, y no me callaría ni una, porque hoy vengo guerrera, maldita vida. Quiero que podamos disfrutar de las alegrías y los buenos momentos y no tener que cogerlos con pinzas al no saber cuánto durarán. Ya está bien, dedícate a otra cosa, elige otra distracción...
Me imagino, en algunas ocasiones, como en esas películas románticas en que el ex novio de la protagonista va a casa del novio actual, el que considera el culpable de que su amor no funcionara, y directamente, sin mediar palabra, le propina un guantazo bien dado. Pues esa misma situación me encantaría repetir, si es que la vida tuviera, como digo, rostro, nombre, apellidos y un hogar.
La vida es macabra, maliciosa, caprichosa, pero también muy injusta, creo que se puede decir más alto, pero más claro no. Hacía un par de días me congratulaba porque había sido capaz de asimilar una decisión que tome hace unas semanas, bueno me pusieron entre la espada y la pared para que la tomara, y ante la indesición de los primeros días llegó la calma, la capacidad de reconocer que estaba bien (los que no lo sepáis conoceréis pronto esa noticia, claro está). Y era mucha la gente que decía que se alegraba de verme bien, alegre y contenta por eso, pero de nuevo tengo que dejar que el lado triste salga de su escondite, como un niño impaciente de que, quien cuenta con la cara frente a la pared, lo encuentre para no tener que seguir ocultándose.
Simplemente quería, como cada vez que me acerco a mi rinconcito, poder decir eso que siento, eso que en estos momentos me oprime el estómago. 

martes, 11 de septiembre de 2012

Hoy estoy aquí...

Hoy estoy aquí, aquí (no veis mi mano pero yo os digo que estoy señalando alto, alto), cuando los que me conocen saben que yo soy de estar por ahí (por los suelos, más bien bajita, de ánimos). Pero hoy, yendo andando para el trabajo, de vuelta a mi casa o de camino a alguna rueda de prensa, me ha dado por pensar que realmente, hurgando en mis sentimientos, hoy me siento bien, a pesar de los pesares. Por eso quiero compartirlo, porque mañana quizás esté ahí, tan bajo, que no tenga ganas de hablar, de contarlo, pero hoy sí. Me he sentido bien, conmigo misma, con lo que hago, con mis decisiones, con mi comportamiento, mi capacidad, mi superación mi trabajo, con todo en general.
Hoy he sentido que tengo muchas virtudes, esas que siempre itnento convertir en defectos, pero hoy no, se quedan como están, porque lo son. Hoy he sentido que yo puedo, si me lo propongo, y que lo que tiene que llegar, confio, será bueno, porque la suerte, o el destino, o lo que sea, no siempre me puede dar la espalda. Por eso hoy siento que valgo, valgo mucho. Y claro, me he acordado de personas que, desde que me conocen, no hacen más que inculcarme esa positividad, esa positividad tan necesaria para seguir dando pasos, para seguir cumpliendo objetivos. Así que por vosotros, por lo que me queréis y preferís verme aquí arriba (señalo de nuevo) y no ahí (abajo), va esta entrada, este post de mi blog, para todos los que confiais en mi en definitiva. Así que gracias...

lunes, 10 de septiembre de 2012

Germán en el cole

Pues ya llegó la vuelta al cole. Germán se ha portado como un campeón en su nueva clase, su cole y con sus nuevos compañeros. Sí, todo es una novedad, porque el año pasado Germán iba a la guardería, al cole de los pequeños, y este año en cambio ya es todo un chavalín y por eso va al cole de los mayores. Y claro, ser mayor significa que no vale llorar a la entrada del cole, pasarlo bien, hacer caso a la profesora y una serie de lecciones que sus padres esta última semana han intentado inculcarle.
Por lo pronto la primera la ha cumplido, y al entrar en el cole, con su mochila a los hombros, ha dejado a mamá y papá atrás con un beso y un abrazo, pero sin llorar. Aunque ha sentido algo extraño en el estómago, algo que no acierta a explicar pero que ha sido como un revuelo. ¡Ains! ha pensado para sí mismo. En clase incluso se ha portado aún mejor, intentando calmar a algún que otro compañero que se ha mostrado algo más reticente a esa frase que le han repetido tanto de que en el cole se pasa muy bien. Ese niño no pensaba lo mismo y Germán ha intentado consolarlo sin éxito, por eso la profesora le pidió que lo dejara, que jugara con sus otros amigos, pues es cierto que ya ha hecho amigos.
Germán es un campeón, así lo han recibido sus padres después de unas horas como primer contacto con el cole, y le han prometido traerle un regalito a final de la semana si todos los días se porta igual de bien. Casi con aires de grandeza, Germán le ha contado a los abuelos lo bien que se ha portado, que había otros niños llorando, cosa que él no ha hecho y que se ha divertido con los juguetes que hay en su clase. Ahora espera ansioso poder salir al recreo, subir al tobogán que le han dicho que hay y poder aprender mucho.
Sólo habrá que comprobar si mañana, y los días venideros, Germán lleva tan bien eso de ir al cole.

martes, 4 de septiembre de 2012

A un lado el amor o el desamor

Hoy toca, tras la tormenta, hacer acopio de todo lo vivido ayer. Hoy no vale hablar de amor o desamor, queda en un segundo plano lo vivido con anterioridad. Ahora me centro en el mes de septiembre, en cómo ha empezado y en cómo terminará. Las noticias no han sido buenas, no había sentido a alargar una agonía que dudo tuviera buen final, un feliz término. Así que, por mucho que duela, por mucho que las decisiones sean difíciles de tomar, hay veces que no puedes dejar que te pisoteen. Lo consientes unos segundos, unos minutos, porque el respeto a los demás es una de tus máximas, pero poco más.
No merece la pena si quiera desperdiciar tiempo en quien no lo merece. Sólo quiero, estos días, hacer acopio de lo vivido, la gente conocida y a toda aquella a quien he podido ayudar. Tengo una profesión muy gratificante, de esa en la que el feedback no sólo se queda en la mera teoría de la comunicación. A quien das su espacio, su hueco, a quien le das la oportunidad de expresarse, te lo acaba agradeciendo, porque así es la gente de a pie. Son muchos años haciendo eso, empezando de la nada, de cero, con mis ilusiones guardadas en el bolsillo, puesto que había mucho que descubrir de una profesión que, aún siendo de esas que son costosas y duras, y que ya nacían con un duro porvenir, te da muchas satisfacciones.
Por el momento me quedo con eso, dentro de unos días quizás amplíe esto.
PD: a aquellos a los que os he hecho cómplices os pido silencio aún. Gracias

domingo, 2 de septiembre de 2012

De vuelta

Ya estoy de vuelta, de vuelta de todo, a la rutina, a la vida diaria, al quehacer del trabajo, el agobio, el periodismo y los sinsabores y alegrías que deja la profesión. Estoy de vuelta a la vida cotidiana, porque el mes de agosto me ha dicho adiós, y yo con pena lo he dejado partir, para ver nacer septiembre, que a día de hoy, no sé qué me deparará, puesto que hay distintas incertidumbres que se irán concretando en estos días.
Agosto comenzó, he de decirlo, con algún que otro sinsabor, y pensé que estaba condenada a estar todas las vacaciones pensando en eso. Pero he de decir que por falta de voluntad no fue. Tuve con quien expresar lo que sentía, aunque quizás quien debiera no quiso escuchar lo que tenía que decir, pero ahora sé que si no lo hizo fue porque no merecía la pena, obviamente, y ahora puedo decir que sí, salí de eso, y creo que no era lo conveniente. Pues tuve con quien expresarme, con quien derramar alguna lágrima, y quien me subiera el ánimo, haciéndome pensar que quizás valgo más de lo que se me ha valorado, y al final para tener que mendigar que me mimen o que me presten atención, mejor así, y mejor antes que después.
Y ha habido muchas cosas que hacer, mucho que anotar en el libro de las experiencias, como digo, buenas y malas, pero todas han compuesto este mes de agosto, el primero en muchos años que lo disfruto plenamente, de cabo a rabo, pues otros años las vacaciones han ido por fracciones. Ha habido risas, muchos días de playa, alguna que otra puesta de sol, viajes con calor por culpa del aire acondicionado, una despedida de soltera, una visita a Ciudad Real, una excursión familiar a Cádiz, alguna que otra sesión de curso, y muchas charlas, copitas y buenos ratos compartidos, con todo el mundo. Y aunque casi se me queda corto el mes para hacer todo lo que quería, finalmente he de decir que la lista mental que tenía se ha cumplido, incluso ha habido cosas que he hecho sin pensar que al final se podrían hacer. Por tanto este mes se lleva un diez de nota media, a pesar de los altos y los bajos que ha habido.
Lejano ya se me queda el mes de julio, aquel en el que como hoy, estaba escribiendo en el periódico, vuelvo a mi quehacer diario, y aunque un domingo no es día para empezar a trabajar, lo acojo como signo de algo positivo, pues no sé qué pasará mañana. Trabajando con calor, por entonces, con desgana, y contando los días para que llegara agosto, que se va de mis manos sin que pueda atraparlo, sin que pueda alargar sus días. Es más, ya septiembre se ha impuesto, me guste o no.
Y septiembre llega igualmente cargado de retos. De mil cosas por hacer, de comenzar a acostumbrarme a la rutina laboral, de adaptarme de nuevo a escribir, a informar, a ir del trabajo a casa y viceversa y aprovechar los fines de semana para ir a la playa, para poder continuar disfrutando de la playa hasta que el frío o el ambiente otoñal me haga desterrar los bikinis y la toalla de playa, para convertir por tanto mis visitas a la playa en meros paseos con ropa incluida. Pero también viene cargado de fechas importantes, para recordar y en las que tendré que esmerarme. Sí, esmerarme. Tengo que ir compaginando el trabajo con encargos varios y además con regalos caseros que hacer. Así que confío en que septiembre pase rápido, que pase en su justa medida, sin ser pesado pero sin ser un suspiro, porque quiero saborearlo, pero también que se vaya. Quiero que vuelva la primavera y un nuevo verano, porque son las épocas del año que disfruto, en que me libero de la ropa que me ahoga y me aprieta y puedo gozar del sol, de sus beneficios, de un baño en el agua salada sin que esté helada...
Por eso voy a ir deshojando el calendario de los meses otoñales para que pronto llegue una nueva primavera, con el florecimiento del buen tiempo.

jueves, 23 de agosto de 2012

Va tocando

Ya toca. Toca sentarse, con tiempo por delante. Toca analizar el caos en el que estoy instalada, el desorden que producen alguna situaciones en tu vida y que, en tiempo de vacaciones, no quieres plantearte.
Toca sacar del armario de los sentimientos lo que hay, lo que no, lo que debe desaparecer (como aquello que ocupa espacio y pasó de moda), y lo que debes y quieres conservar. Toca hacer balance, ver en qué me equivoqué, en qué erré, y qué, en cambio, me ha llevado a dar un paso más, a ser yo si cabe, en definitiva, a ser auténtica, porque lo he sido y lo seguiré siendo, aunque haya por ahí quien nunca valore la sinceridad, autenticiad y la claridad, valores que yo tengo muy presente y que, además de habérmelos inculcado, he ido alimentando.
Toca además poner orden, mucho orden, porque un mes de vacaciones ha dado para mucho: risas, imágenes que perdurarán, escribir a los sentimientos (para intentar tachar de mi vida los que hacen daño y a los que se van generando dentro de ti sin que haya un riesgo y una tierra dond poder crecer), fomentar la amistad, emprender proyectos y muchos viajes de ida y vuelta.
Toca analizar, rendir cuentas y poner rumbo fijo hacia el mes de septiembre, que dejará claro que mis vacaciones se agotaron, que la rutina se volverá a intentar instalar aquí, que hay que ponerse nuevas metas y objetivos y desear tan sólo lo que esté a mi alcance, ppues por soñar me veo con una tarea añadida del verano, que no debería haber si quiera tener que haberme planteado.
Pero soy consciente de que ese momento, el de sentarme a reflexionar, lo dejaré, consciente e inconscientemente, para septiembre, porque agosto sigue significando alegría, diversión, playa, sol, perder la noción del tiempo haciendo lo que me gusta, ir sin prisas, no dejar de ver y hacer lo que me apetece...aunque en el tintero se ha quedado, seguro, mucho que hacer...algunas cosas a mi alcance, otras que no dependían de mí, aunque lo intentara...
Ahora toca, ya va siendo  hora de gestionar todo lo que pulula en mi interior sin concierto, sin dejar nada o casi nada de lo que está en mi mano, al azar. Pero ese momento aún tendrá que esperar algunos días...

Germán y la vuelta al cole...

Aunque a Germán se le escapa la situación económica actual, la prima que conoce es la suya y no esa que entraña riesgo como de la que hablan los adultos, y los efectos de la crisis, la subida del IVA, etc, no entiende por qué mamá se empeña en ir al gran súper, como suele llamar él al centro comercial, para comprar "la cosas del cole". Por eo la espeta diciéndole: "mamá, si aún vamos a la playa y no conozco el cole nuevo", aunque mamá intenta hacerle entender que hay que adelantarse, porque después los productos se agotan, miente piadosamente mamá, que como muchas madres, intenta adelantarse a los precios que se impondrán en septiembre.
Pues bien, a regañadientes y con la promesa de mamá de que le comprará un regalito, Germán accede a acudir al gran súper. Pero en menos que canta un gallo se arrepiente, porque mamá empieza probandole algo que ella llama uniforme y que a él le parece feo. "Yo quiero mi chandal de Cars", grita Germán, aunque mamá intenta explicarle que en su cole debe llevar uniforme. Una vez pasado ese trago, mamá le invita a elegir una mochila, porque la de la guardería se le ha quedado pequeña. Germán se ve ante un montón de mochilas, que ve enormes, aunque mamá le ha explicado que no hay problema porque tienen ruedines para manejarlas.Pues bien, Germán intenta tomarse un rato de reflexión, aunque mamá lo azuza poruqe su hermanito, Pablo, tiene que comer en breve. Bien, después de pensarlo mucho, escoge una de sus personajes preferidos, aunque mamá teme que se arrepienta cuando piense en las que ha dejado atrás, por eso lo apremia para que se lo piense bien.
Otro trámite resuelto. Ahora mamá va a la sección de los calcetines y los zapatos y Germán pone cara de aburrido, excepto cuando mamá le enseña las zapatillas tan chulas que le quiere probar, aunque no se le escapa que también le quiere comprar unos zapatos que no le gustan, aunque insiste en que son los que llevan los niños en el cole nuevo.
Y para terminar, mamá va a por los libros, que los tiene encargados desde hace tiempo para no caer en el error de que se agotaran. Ya como recompensa por su paciencia le dice que elija un cuaderno y lápices de colores para cuando dibuje en casa, pues afortunadamente del material escolar se ocupa el centro.
Cuando llegan a  casa, papá le pregunta a Germán cómo se lo ha pasado y aunque responde que bien, le suelta, porque aún se acuerda, de que el uniforme y los zapatos no se los piensa poner porque son feos, aunque la respuesta de papá es como la de mamá, que en el cole al que va a ir todos los niños van vestidos igual, así que finalmente se resigna, aunque sus padres saben que habrá una pequeña lucha y pataleta los primeros días de la vuelta al cole, aunque aún falten algunas semanas.

viernes, 17 de agosto de 2012

Entre la gente me veo

Entre la gente me veo, realmente no sé si es un sueño o una situación vivida pero que no recuerdo. Rodeada de gente, en una calle, pero no de una ciudad cualquiera, Cádiz, Cádiz capital, llena de gente, la misma gente que me sobrepasa, que va con prisas o tomándose su tiempo, pero que de cualquier manera me adelanta, me deja atrás, mientras yo sigo clavada en el mismo punto, donde me veo desde hace un rato, sin saber si quiero moverme o permanecer ahí, quieta, parada, viendo a la gente pasar.
 Veo pasar a solitarios que van pensando en sus cosas; o a dos cogidos de las manos que de vez en cuando se van mirando a los ojos, demostrándose amor; a otros pendientes de sus pequeños, de sus rabietas, sus constantes peticiones de atención; a otros que van contemplando el cielo azul; a otros que se atusan la vestimenta, como si quisieran aparentar haber salido de la ducha hace ni dos minutos; a otros que miran, igual que yo, a la gente pasar, viendo sus expresiones, intentando ir más allá, calculando sus pensamientos y deseando entrar en sus mentes para ver qué piensan.
Pero efectivamente son sólo sueños, ideas al vuelo que se dejan caer por tu cabeza en un momento de soledad, de esa soledad que buscas a propósito, ésa que todos necesitamos de vez en cuando, en casa, mientras el sofá te atrapa en un momento de sueño; en la cama mientras repasas el día que has vivido o al amanecer, cuando delante de ti se abre un mundo de posibilidades, o en cualquier lugar, incluso en la playa, en uno de esos silencios en los que nadie habla, en los que todos se sumergen en sus intenciones, sus pensamientos, sus quehaceres o sus dichas o desgracias.
 

miércoles, 15 de agosto de 2012

Los polos opuestos

Pensé que los polos opuestos se atraen, porque sigo pensando que iguales no somos, pensé que habría un camino intermedio, como el que forjan muchas personas en común, y aún ahora sigo esperando a que des tu brazo a torcer y reconozcas que me has descuidado, que te he dado igual, o que ha sido un craso error que tiene una solución. Pero yo no puedo pedir más, ya creo que todo lo pedí, he derramado tinta y he rellenado hojas en blanco para explicarte una vez  y otra más lo que siento, lo que he llegado a pensar y sentir y de nada ha servido. He dado un paso y otro, y quizás otro, en ese sentido, para que me entendieras, me comprendieras, y te has quedado de brazos cruzados, sin que te importase en qué condiciones me quedaba.
Y me pregunto si fue un sueño, pero sé que no es así; y si una mentira, peero no, porque sé que yo algo viví; si un espejismo, y digo que no, porque yo sé que algunas cosas fueron reales, pero tan reales como el dolor que tu pasividad y pasotismo imprime a estos días, que se convertirán en días nublados, llenos de frío y que harán que todo se quede en el olvido, porque soy incapaz de volverte a explicar lo que siento en mi interior, porque tu reacción volverá a ser pasar de lo que te explico, la falta de entendimiento por toda respuesta o tu orgullo de quedar por encima, aún estropeando o matando todo aquello que pudiera sentir, pues hablo por mí, la que ha dejado plasmado en un papel, que miro y remiro creyendo que no le falta ni una sola de las cosas que quería expresar, lo que hay en mí...
Quizás pido demasiado, aunque me parece que no, pues cuando alguien te importa le bajas la luna si hace falta y el camino no se hace pesado; le regalas la flor que has cortado del jardín y le parece la más bella; le das un beso que hace que las mariposas revoloteen en su interior; le ofreces una mirada cómplice que explica lo que hay en ti; le rozas la cara sin tener que decir más; y si no puedes rozar sus labios o besar su cara te diriges a ella para que, sin tenerte delante, comprenda lo que sientes...Seguir esperando que aparezcas quizás es una tontería pero cuando algo manda dentro de ti no manda la racionalidad...

lunes, 13 de agosto de 2012

Soñé...

Ahora que el día comineza, una semana más sin saber cómo la afrontaré aún, quiero escribir, antes de que se difumine en mi mente, lo que anoche soñé, lo que tan vívido me pareció en ese momento, tan vívido que parecía real, hasta que el sol empezó a provocar que mis ojos se abrieran e hicieran que me diera cuenta que sólo fue un sueño.
Un sueño que por real me creó rabia al amanecer. Delante de mí te encontré, no alcanzó a recordar cómo llegaste a mí, pues entiendo que ya pusiste un rumbo separado de mi camino. Delante de mí y sonriendo, acercándote a mí, dándome un beso y contándome al oído que sentías lo ocurrido, un malentendido de orgullo desmedido que te impidió darme esa atención que te pedía, que provocó que creyera que no querías saber de mí, contarme, hacerme partícipe de tu vida. Y en un momento, me incluiste en ella, como yo quería estar, pero en la que no me dejaste entrar tiempo atrás. Y cogiste mi mano, y me abrazaste, dejando que me aferrara a ti, y así me quedé durante un instante que me pareció eterno, porque era lo que deseaba. Y nos fuimos paseando, mostrando a todos que no hay vergüenza alguna de que nos vieran juntos, y seguiste diciéndome que me quieres en tu vida, que harías todo aquello que estuviera en tu mano, es decir, todo, todo, para que nunca más pensara que de mí te habías olvidado, que no me querías, que no querías estar a mi lado, que no creyera que todo lo vivido fue una mentira, que de nada sirvió el camino andado...
Y así transcurrió mi amplio sueño, pues tengo la sensación de que fue largo y agradable, tanto como para que finalmente lo recordara, porque poca suerte tengo de acordarme de los sueños que me asaltan de noche. Pero éste sí, por eso lo dejaré en mi rincón, para poder recordarlo cuando esto no me haga daño.
Porque ahora que he vuelto a la vida real, que el sol me ha rescatado de la fase del sueño agradable, comprendo que todo sigue igual, que no sabré de ti y que no te veré en ningún momento como en mi sueño, aunque fuera mi petición si este fin de semana hubiera visto alguna estrella de esas que dicen que cumplen los sueños, los deseos de aquellos que se acercan a ellas, tan fugaces pero tan receptivas, en un cielo despejado y con la luna de testigo. Y digo que no es orgullo, no, sólo que poco queda por decir de mi parte, creo que te he escrito cientos de palabras, unas enlazadas a otras, unas unidas a otras dando significado a todo lo que siento, a lo que creo que merezco, a lo que me castiga, incluso direccionándote hacia aquello que me hace daño y a mi entender tan fácil se podía sanar, pues no pido la luna, aquella que un día creo que hubieras querido bajar para mí si te lo hubiera pedido. Pero sólo te importó dejar tu orgullo por encima, o yo que sé, aunque no trata de orgullo, sino de sentimientos, los que aún existen y buscan una salida en mí.
Me encantaría que mi sueño se cumpliera, verte frente a mí, con ese beso de por medio y ese cálido abrazo, interminable, donde quería sentirme segura...

domingo, 12 de agosto de 2012

Mi corazón

Tantos corazones que me da por hacer, de fieltro, de papel o en la arena de la playa, son los que moldeo, a los que doy forma y cuido cada detalle, cosa que últimamente no hago con el mío. No cumplo con darle todo lo que se merece.
En los últimos meses sólo lo he hecho sufrir, sí por amor, por hacer que se encaprichara en alguna que otra ocasión por aquellos corazones que no estaban a mi alcance.
Y un día me sorprendí dando a un corazón amable la alegría del mío, pero creo que confundí amabilidad con sentimiento o así me lo hizo creer ese corazón malvado y despiadado, que sabía que el mío venía herido y necesitaba amor, cuidados, sensibilidad y paciencia, porque la recuperación sería lenta, pero al final resulta que la herida del ayer lejano se cerró y ese nuevo corazón abrió otra con alevosía, por el puro capricho de hacerlo sin razón sin más, porque su objetivo era dejar malherido a mi corazón, al que palpita y no al de fieltro o papel, al que siente y padece y no a los que se arreglan con un remiendo.
Por eso supongo que toca recomponer lo que ahora está roto, como el mecanismo de un reloj que se ha cansado de ir a mil revoluciones sin ser engrasado y decide pararse.
Toca ponerle una tirita a mi corazón, grande y que pueda tapar todas las grietas que tiene ahora y que lo hace más vulnerable. Supongo que incluso tocará meterlo en un cajón y no dejar que pasee en un tiempo, porque otro golpe como el de ese otro corazón, duro, puede hacer que no vuelva a revivir, a latir, a querer, a soñar...nunca más...

viernes, 10 de agosto de 2012

Otro amanecer...

Veo amanecer otro día, otro largo día con sus 24 horas por delante. Otro día que estaré rodeada de gente, de gente que, por mucho que lo intente, no podrá calmar lo que siento por dentro, rabia, desazón y desilusión. Gente que no podrá aguantar mis lágrinas y las tendrá que acallar con su consuelo, gente que me mirará a los ojos y verá ese brillo, no de felicidad, sino de lo contrario.
Como ya ocurriera ayer o anteayer o hace más, porque no sé desde cuando me planteo todo esto, mientras sigues impasible, sin que te importe lo que vivo, como si no fuera contigo, sin que a pesar de habértelo suplicado o incluso lo hayas asegurado, y por tanto, faltes a tu palabra, hayas querido darme una explicación o simplemente convencerme, pero con hechos, porque las palabras al final, se las lleva el viento, como bien estoy comprendiendo, de ahí que hayas suplicado al levante que haya soplado tan fuerte estos días. Convencerme de que lo que hay en mi mente es injustificado y te he malentendido.
Pero no, hace mucho que no te diriges a mí, hace mucho que no te importa si estoy o no, si me haces daño con tu silencio, tu indiferencia o tu pasotismo, cuando yo esperaba, uno y otro día, todo lo contrario, que quisieras calmar ese extraño sentimiento que en mí nace y es imposible acallar, que quisieras saciar mi sed, de escuchar lo que creía que era realiad...Pero nada de eso hay.
Lo peor es que ya te lo he dicho muchas veces, más de las que debería y no voy a caer en repetir a unos oídos sordos algo que no quieren escuchar, porque no lo creo necesario, si no has querido entenderme ya, jamás lo harás, y creo que ya me has demostrado, sin palabras, sin entendimiento, sin sinceridad, mirándome a la cara o sin hacerlo, que es lo que hacen los cobardes, y queriéndome apartar de ti, lo que hay.
Aunque siempre esperé esas palabras, las que me confirmaran que me invento lo que siento, y si no es así, las que corroboren lo que me quema por dentro. Es una peña, y al final seguiré pensando, muchos días más, que fue un error abrirte mi corazón, porque creo que sólo querías hacerle daño, mientras otra era, es o será la que realmente esté en ti, en tu corazón, seguiré pensando, sufriendo hasta que un día el amanecer no me duela, aunque no pueda decir cuándo llegará ese día, ya quisiera saber, porque el sufrimiento gratuito que imprimes en mí y me toca vivir, no es justo.

Pd: muchas gracias a todos los que, sólo con mirarme a los ojos, sabéis que me cuesta expresarme, y lo dejáis pasar, aunque en algún momento es inevitable preguntar y en algún otro es complicado no explicar lo que me quema por dentro, aunque no me quedan ya ni formas, vías, ni palabras para hacerlo entender...

miércoles, 8 de agosto de 2012

Germán y las atracciones

Mamá cumplió su promesa y llevó a Germán al parque de atracciones. Papá se acercó a despertarlo, puesto que la idea era aprovechar todo el día en las atracciones, para que cundiera el dinero de la entrada. Pues bien, le hicieron falta varios intentos para que finalmente se desperezara y saludara a papá con una sonrisa en los labios, que se hizo más intensa aún cuando le dio la sorpresa. Se puso a gritar como loco ¿nos vamos al parque de atracciones? ¡nos vamos a la noria, a la montaña rusa, a los coches de carreras! ¡yuju!...Emocionado, quiso desayunar rápido, vestirse, e incluso hizo ademán de lavarse la cara, los dientes, y todo aquello que en otras ocasiones tanto le cuesta hacer si no es con mil y una súplica por parte de sus padres.Y mayor fue la sorpresa cuando papá le indicó que se pusiera el bañador y las zapatillas. Al principio se sintió un poco confuso, porque pensaba que iban a la playa o la piscina, y pensó que lo habían engañado para que se levantara, pero después entendió, cuando papá se lo explicó, que en ese parque de atracciones hay algunos juegos de agua. Entonces sí que se puso contento.
Pues bien, su pequeño estómago crujió unas cuantas veces en el trayecto del hotel al parque, y mamá le preguntó si estaba nervioso, a lo que asintió con la cabeza. Una vez se bajó del coche y vio la puerta de ese gran lugar, se sintió en el paraiso, e inconscientemente dio un largo suspiro, en esta ocasión de satisfacción.
Una vez entraron, papá cogió un mapa, para él un amplio papel, gigante, con muchas letras, dibujos y números. Algo ininteligible. Y así, papá le fue indicando algunas atracciones cercanas donde podían ir al principio de ese intenso día, para quedarse cerca de la zona de restauración, pues había que comer, y Pablo también tenía que tomar su biberón, a ser posible en un espacio con sombrita.
Se montó en la montaña rusa, con agua; con una pistola jugó a derribar patitos; en la noria, en la pequeña, y después con papá en la grande, disfrutando con cada subida y bajada, porque le hacía un cosquilleo agradable en el estómago; se metió en un túnel con agua fresquita, con una resbaleta grande que daba a una piscina; en una piscina con gigantes olas; y sobre todo, con la energía gastada en todas esas actividades, comió y merendó como a mamá le gustaba, con mucha ansia y con ganas. Por eso se quedaron hasta última hora, como regalo mamá le preguntó si quería quedarse al espectáculo de piratas, y dijo que sí encantado, sin pensárlo. Por eso salieron del parque de noche.
Evidentemente, y como esperaban papá y mamá, Germán cayó rendido en el coche. Se durmió nada más arrancar, por eso no le dio tiempo a ni siquiera dar las gracias a sus padres por aquel día...ZZZZzzZzzZZZ, su sueño fue agradable, plácido y largo, muy largo, hasta la mañana siguiente bien tarde.