Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



domingo, 18 de noviembre de 2012

Los sentidos

Mirar a la luz del sol le cegó tanto la vista que fue incapaz, durante unos minutos que se le hicieron eternos, de orientarse.
Pero fue así como algunos de sus sentidos se avivaron, despertaron de su letargo. Lo primero que le rozó la cara fue la brisa del mar, el olor a salitre y a podredumbre, a causa de la marea baja. A pesar de la pestilencia y el desagrado que sintió por la mezcla de olores, volvió a respirar hondo, con más profundidad, para reconocer dónde se encontraba. En el embarcadero.
Pero pronto sintió también que algo le caía en su hombro, llegado desde las alturas, cumpliendo con la ley de la gravedad, o así lo suponía, claro y que calentaba a la vez que mojaba su camisa. Peor aún fue sentir que era algo quizás indescriptible pero a la vez acuoso y desagradable. Excremento de un pájaro, una gaviota.
Y por último, antes volver a ver todo a su alrededor, quiso tocar la arena, fría en esta época del año, con sus pies, así que se descalzó a tientas, se despojó de los calcetines, y disfrutó de la sensación.
Cuando la claridad volvió a su mirada pudo comprobar que tener, por unos minutos, los ojos "vendados", privados de libertad para ver todo alrededor, la vista inhabilitada, fue el mejor de los placeres, porque el resto de sus sentidos se activaron mostrándole lo más valioso de su alrededor.
Por eso volvió a mirar al sol, para cegarse una vez más y poder acogerse al escuchar, más cerca de lo que nunca lo había hecho, quizás por no ver el barco, la sirena de un gran crucero que se alejaba de la bahía, con un estruendo que hizo que todo su cuerpo vibrara y se sobrecogiera.
Sin uda, una de esas experiencias que quería volver a repetir en cualquier entorno de su ciudad, tan desconocida para él si no era a golpe de un vistazo, como estaba acostumbrado hasta el momento. Quería disfrutar de una comida sólo con el gusto y el olfato; quería atravesar el asfalto en pleno agosto, de una calle quizás muy transitada, para sentir el calor que desprende el asfalto y la intensidad de los ruidos de los coches y de la gente caminano, acalorada; quería saber a qué huele el huerto de su jardín, no sólo cuando el rocío moja sus alimentos, sino cuando el levante aprieta y deja que el aroma de los mismos se confundan con el viento; y así todo...

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