Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



miércoles, 23 de diciembre de 2015

No te limites...

No te limites a que nadie tenga que decirte lo guapa que estás...mírate al espejo y dítelo tú misma...
No te limites a decidir tu ropa por la mañana para gustarle a nadie...solo a ti...
No te limites a desear que él te mira...Si no lo hace, él se lo perderá...valórate tú...
No te limites a confiar en que será el príncipe azul...si no lo es, siempre quedarán muchas oportunidades más para poder ser feliz...
No te limites a esperar un cumplido de fuera...háztelo tú misma...

Porque, hagas lo que hagas, si no emprendes el camino por ti misma y, lo más importante, para ti, nunca serás feliz plemanente. No hace falta mirarse el ombligo cual engreida, pero sí mimarse, porque como lo puede hacer una, no lo hace nadie.
Vivir condenada al qué dirán es muy cruel, y esperar gustar a todos, imposible...Tu único freno eres tú y la única salida está en tu mano...de ti depende...

martes, 17 de noviembre de 2015

Nosotras también miramos...

Confirmado, nosotras también miramos. No somos extraterrestres. Aunque os sorprenda.
Nos volvemos descaradamente si vemos a un chico guapo o que nos llame la atención.
Si vamos con otra mujer, cuchicheamos y comentamos lo guapo, mono, cachas o interesante que es.
Sí, lo hacemos.

Intentamos mirar por el rabillo del ojo si somos vergonzosas.
Nos hacemos las valientes y no dejamos de mirar si vamos en el coche o creemos que el muchacho en cuestión no nos ve.
Cuando vemos un hombre, en coche, andando, corriendo, en bici, esperando para cruzar un paso de peatones o que llegue el bus.
Nosotras también miramos descaradamente porque tenemos ojos en la cara y nos damos cuenta cuando pasa un hombre que nos atre.
Sí, lo hacemos.
Pero me da la sensación que se nos nota menos si no queremos que se sepa. Somos más discretas. En cambio vosotros tenéis que gritarlo a los cuatro vientos, compartirlo o hacer que se note.
Eso sí, si queremos que el objeto de nuestros deseos lo sepa, os aseguro que lo sabrá. Sin duda.
Vosotros seguiréis siendo tan descarados con las mujers, y nosotras, a escondidas, o casi, continuaremos comentando la jugada, solas o acompañadas, compartiremos con alguien lo bien que le sienta al muchacho la raqueta, la bicicleta, la camiseta, la chaqueta, el gorro, la sencillez de su vestimenta, el uniforme o lo que sea...
Y si queremos, solo si queremos, seremos tan descaradas como para intercambiar una mirada con ese hombre.
Pero sino, pasaremos desapercibidas.
Pero sin duda, nosotras también miramos. No sois los únicos.

miércoles, 11 de noviembre de 2015

Cuando estás feliz...

Cuando estás feliz, no te paras a escribir, solo te empeñas en disfrutar...
Cuando estás feliz, no tienes tiempo de pensar...
Cuando estás feliz, estás exultante y tus ganas las centras en aprovechar el tiempo...
Cuando estás feliz, las hormonas se revolucionan y no te dejan parar...
Cuando estás feliz...

¿Por qué escribo esto? Porque sé que hay personas que piensan que siempre estoy desilusionada, y no. Hay muchos momentos en que sí, quizás pienso demasiado, y no me dejo llevar. Si algo va mal, yo busco la solución, aunque intuya o sepa que no la tiene o no está en mis manos. Si alguien me defrauda o me sale rana, pienso una y mil veces si hice algo mal, si está en mí cambiar esa situación...Y así sucesivamente.
Y esos momentos son los mejores amigos para sentarse a escribir. Son los mejores compañeros de la tristeza. Y ayudan a escribir, a expresar sentimientos y situaciones, a sacar fuera todo lo que está dentro, de alguna manera.
Soy rebelde, inconformista y apasionada. Quiero que todo salga según creo que merezco y cuando no pasa, me frustro y pienso y verbalizo. Así soy, a quien no le guste, mal asunto...

jueves, 29 de octubre de 2015

Cuando hay que pasar el duelo...

Al igual que cuando alguien fallece hay que pasar el duelo, exactamente igual pasa en otros ámbitos de la vida, en otras situaciones. Duele mucho que alguien se marche, y te quedas con los mejores recuerdos, te perturba buscar imágenes que te aferren a esas personas. Igual, como digo, ocurre en el resto de situaciones que podamos vivir. Te aferras a algo que nunca fue, intentas quedarte con todo lo bueno que crees haber vivido y atesorado como recuerdos, y por mucho que las palabras que escuchas intenten reconfortarte o mentirte por momentos, al final los hechos son los que validan la verdad, la realidad. Y posiblemente no te guste. Y después de mucho luchar, de batallar sin descanso, de días dándole vueltas a la cabeza y de noches en que de repente algo te despierta en la noche y vuelve a ti esta situación, o te acompaña desde por la mañana cual tu peor pesadilla, llega un momento en que por salud, agotamiento o cansancio, al final tu cuerpo y tu mente te pide parar. 
Y es entonces cuando llega el momento de duelo, de darte por vencida, porque es muy complicado ir, durante meses, contracorriente. Y cuando no tienes la llave de la salida que te gustaría, solo queda que una mañana como la de hoy, en un momento de despiste, las lágrimas salten a tus ojos, escapen por tus mejillas y vuelvas a rememorar todo lo que te duele, lo que se clava como puñales y no te deja respirar. Tan necesario, tan complicado y a la vez tan duro. 
Es complicado decirle a tu mente que lo que te intentan hacer ver como blanco lo veas como tal cuando no lo es. No hay razón para no llevar, alguna vez, la razón. Es duro que un día, cuando planteas una situación, no te digan que todo es de una manera, de la manera distinta a como te gustaría, pero es mejor no alargar la agonía, no vale jugar con las personas y sus sentimientos porque sí. Más vale ser sincero, quizás hacer daño, porque no siempre podemos contentar a todo el mundo, y no matar a alguien poco a poco, porque como decía, si las palabras contradicen a los hechos, ganan los últimos, que son los que se pueden probar, porque por desgracia a las palabras se las lleva el tiempo. Es así. 

Si solo formas parte de un ínfimo periodo de tiempo de la vida de alguien, es mejor saberlo. Lo triste es pensar lo contrario y cuando te faltan pruebas para creerlo, y te atreves a preguntar, no se te diga la verdad. Y mantener esa agonía y enfrentar a tu mente con tu corazón, porque uno te dice una cosa y otro, la contraria, es muy complicado, porque es cuando llega un día en que explotas y necesitas gritar, necesitas ahogar tu llanto y tu rabia y decir lo que piensas. Por lo menos, verbalizar aunque sea en presencia de tu sola persona, lo que te duele, lo que te hiere, lo que no acabas de encajar.
Y quizás, aunque duela, te niegues y no quieres, llega el momento de sufrir, una vez más, de rasgarte la rabia por todos lados, de pensar en todo lo que te hiere y te seguirá doliendo, aunque seas tan insconsciente que no sepas ni la mitad de lo que te podría doler (y no sé si es mejor así o tener todas las cartas sobre la mesa, creo que soy de estas últimas), de zanjar y pasar el duelo, echarte la culpa por todos los errores que has cometido y por no ser capaz de llegar a la vida de alguien para quedarte, de llegar para hacerte un hueco. Porque nadie es imprescindible, pero prefieres ser, por lo menos, de esas personas fundamentales y no una pieza de quita y pon, porque esto último duele, quema por dentro y te hace replantearte muchas cosas. Te hace arrastrarte, para nada, para no conseguir ni revertir la situación, ni olvidarla, ni pasar página, ni sacar conclusiones. Te hace preguntarte tantas cosas, te hace replantearte tanto, y no obtener respuestas es un calvario. ¡Con lo fácil que sería para todos ser sincero! Que te tachen de hacer daño a alguien por decir las cosas como son y como suenan debería pesar más que, a lo largo de mucho tiempo, seguir agrandando la herida. 
Por eso habrá que soltar las lágrimas, habrá que llorar, patalear y seguir sorprendiéndote por lo poco que sabes y lo mucho que vaticinas y al final aciertas en ver con tiempo de antelación, habrá que gritar en medio de la nada y vaciarte por dentro. Y aunque sea extremadamente doloroso y costoso, habrá que intentar comenzar de cero, pero siempre con pies de plomo, porque lo que duele tanto no se te olvida tan pronto, y porque lo que duele de esa manera te deja una huella difícil de eliminar, y porque es complicado volver a creer en nadie...Porque por muchos errores y fallos que cometas, crees que no eres tan mala como para merecer esto, eso...
En fin...la vida. Es mejor no ahondar en la herida; es mejor no volver a ello; es mejor no molestar más; es mejor no intentar reivindicarte porque lo único que consigues es estar más lejos, si es que se puede; es mejor intentar pasar página, por mucho que duela y nadie lo sepa; es mejor intentar pensar con frialdad, aunque tu corazón te pida otra cosa; es mejor quedarse quieto, porque cualquier paso no sirve más que para acabar más liada...

sábado, 24 de octubre de 2015

Hay personas que te sorprenden...

Hay personas que te sorprenden, a veces para bien...
Pero por desgracia, la mayoría de las veces, para mal...
Nunca sabes dónde está el límite, pero cada día puedes descubrir algo que te sorprende y que te da una idea de dónde están las fronteras de las personas de las que te rodeas...
Así es, crees que no puede haber nada que supere a lo anterior, y ¡zas! sí que lo hay...
Esa cara de pasmado se te queda (foto tomada de Internet)

Es lamentable que puedas conocer tan poco a alguien y que no veas las cosas, que no sepas de qué es capaz esa persona...Evidentemente darte de bruces con esas cosas no gusta, a mí no me gusta...Pero hay que estar sobrevenidos para lo que pueda ocurrir, porque nunca sabremos cómo nos sorprenderá alguien que en principio, no debería hacerlo, bien porque lo conozcas, porque no debería haber sorpresas de esas feas o simplemente porque no debes sentir que alguien cercano te pueda hacer sentir tan mal, tan ridícula, por confiar, por creer que más o menos sabrías cómo actuaría...
Pero no, siempre hay quien te da ese susto desagradable...
Pero como bien me han dicho hoy, sin duda, no hay que esperar nada de nadie. Hay que hacer un verdadero esfuerzo para que, cuando algo así ocurra, no te coja desprevenido. Por lo menos, que no tengas la sensación de ser una tonta por haber pensado que las personas eran de otra manera. Así que, cero expectativas. Si hay algo bueno detrás de una persona, perfecto; y si hay algo malo, como descubro día a día, mejor que no te sorprenda para mal.
Pero eso será tarea de ahora en adelante, pero en cambio ya es tarde para no sorprenderme o quedarme perpleja con algunas de esas cosas que veo, percibo o me llegan de alguna gente...
¡Sorprendente, pero desgraciadamente para mal!

martes, 13 de octubre de 2015

Los puntos

Hay distintos tipos de puntos, gramaticalmente hablando y en la vida también.
Cada cual utiliza los que quiere y necesita.
Los puntos suspensivos son los que yo más utilizo. Porque para mí significan oportunidades, oportunidades conmigo misma y con los demás. Y soy de dar muchas oportunidades, aunque mi paciencia es demasiadi frágil y finita. Pero cada día que pasa me doy cuenta que no hay que dar tantas oportunidades, más cuando cada intento es un fracaso máximo, porque intentar derribar muros infranqueables es difícil, más cuando te encuentras ante témpanos de hielo constantemente. Si te demuestran que eres un cero a la izquierda, ¿de qué valen tantos puntos suspensivos.
Y los puntos suspensivos dan lugar a puntos y aparte o puntos seguidos.
El primero de ellos está claro. Si alguien, su discurso, su forma de tratarte no te convencen, corta por lo sano,quizás psicológicamente sea lo mejor para ti. No vale la pena derrochar energía, capacidad de empatía y sentimientos buenos con quien no lo merece. Como decía a alguien hace unos días, quizás hay que sufrir topando por el camino con gente que no merece la pena, que no te valora o te ningunea, para que aparezcan en tu vida las buenas personas, las que más bien nos hacen aunque no lo valoremos hasta que sufrimos por quien no lo merece. Así somos.
Y los segundos son aquellos que te permiten volver a empezar. Porque errores cometemos todos, pero cuando se sabe y se nota que hay sinceridad en las palabras de alguien, que te crean la total confianza no solo hacia el mensaje que te hace llegar sino hacia su comportamiento, no hay duda que la mejor forma de actuar es el punto y seguido. No todo el mundo merece esta actitud, no todo el mundo sabe valorarla y valorarte, y mucho menos aceptarla y aprovecharla. Dicen por ahíque rectificar es de sabios y nunca es tarde. O casi siempre...Hay veces que merece dar y darse una oportunidad, porque no somos seres perfectos y los errores forman parte de nuestro día a día.
 Un caso excepcional es el punto y coma. Forma parte de la capacidad de perdonar y seguir adelante, pero con algo de recelo, el recelo que a veces no te deja seguir siendo tú cien por cien, que merma tu capacidad de perdonar y confiar, pero que te mueve a continuar.
Aún así, elijas el camino que elijas, que sea el que te convence, no el que te impone nadie ni las circunstancias. Jugar con las personas es algo que no concibo en pleno siglo XXI, pero que por desgracia yo sufro, así que existir, existe. Es más fácil hacer un esfuerzo y ser sincero cinco minutos, dejar claro cómo eres y cómo te enfrentas a cada persona que llega a tu vida, que no vivir con engaños y falsedades que acaba lor destaparse, hacen más daño que las verdades y permiten desgarrar por dentro y romper relaciones.
Aquí hay solo alguna que otra variable, aunque seguro que hay muchos más...
















jueves, 1 de octubre de 2015

Mi pelo y yo

Mi pelo y yo no tenemos una buena relación. No. 
Me tiene declarada la batalla, y yo como se ponga tonto, le declaro la guerra, directamente.
Se cae a cada instante, está más rebelde que nunca y además hace tiempo que no lo corto, así que va siendo necesario pasar por la peluquería, aunque en su favor diré que está más manejable que nunca. Nada que ver con la dueña. Bueno, en lo de rebelde, sí, en lo de manejable, nunca.
Y es que, al igual que las mascotas se parecen a sus dueños, al final el pelo, parece que también. Es así. Seguro que hay algún estudio por ahí que lo certifica. 
¡Cómo sigas sin hacer caso, veras! Y sí, suena a amenaza, y pienso cumplirla ;)
Ya sé, me estoy quedando muy pillada, porque mantengo batallas con mi pelo...ains, tanto insomnio va a tener consecuencias fatales para mí, entre otras tantas cosas...





miércoles, 30 de septiembre de 2015

Un abrazo

A veces, sientes que con un simple abrazo desaparecería la desazón...
A veces, tan solo tu rabia se calmaría con un abrazo, un fuerte abrazo que, por mucho que pelearas para librarte de él, no sería posible desatar...
A veces, un abrazo del que no te pudieras librar curaría tu mal...
A veces, un abrazo te permitiría dejar de pensar en todo eso o todo aquello...
A veces, cinco minutos abrazada a la persona que deseas tener cerca sería un alivio...
A veces, con un pequeño abrazo, un tímido abrazo, se acabarían las dudas...
A veces, la desconfianza se podría cambiar por un abrazo...
A veces, tus miedos desaparecen con un abrazo...
A veces, aquello que te despierta por la noche y te hace sentirse en medio de una pesadilla, se mitigaría..
A veces, daría mi reino por un abrazo. Pero si las personas de quien los demando en silencio vinieran a darme ese abrazo, entonces sería un momento perfecto...
¿Me das un abrazo? ¿Merezco que me arropes?



 

miércoles, 23 de septiembre de 2015

Se fue...

El verano se ha ido. Hasta el próximo año las postales de mi playa no serán las mismas.
Ahora podré respirar ante una playa prácticamente vacía, con días menos soleados y envuelta en ropa de abrigo. 

Pero llegaré a ella anhelando que llegue el próximo verano, mi estación del año favorita y en la que pongo todas mis expectativas, mi empeño.
Porque si para muchos septiembre es el mes en el que empieza el año, yo prefiero quedarme siempre con el verano para empezar. Empezar a vivir, a disfrutar del buen tiempo, a colocar los muebles en la cabeza, a plantear nuevos proyectos...
Nadie me puede discutir los beneficios que tienen tantas horas de sol, esos días tan largos, con altas temperaturas y un armario más ligero de ropa. Ni que el verano hace que nuestros planes sean infinitos, desde ir a la playa sin horario, tomar un café a pie de playa o terminar el día con una buena copa y una conversación sin pretensiones. Es un placer poder leer un libro en tu playa favorita y aislarte del mundo. Es un placer conquistar tu trocito de arena y pasar las horas muertas...Sin pensar en nada ni en nadie.
Este verano, el mío, ha sido raro. A pesar de los consejos que me dieron, no he sabido disfrutar del verano sin pensar en muchas cosas, en aquellas que son importantes.
¿Playa? Sí, gracias. No me he privado aunuqe podría haber sido más intenso, pero no siempre se puede acudir donde quieres cuantas veces quieres. Y es que la playa para mí es plena relajación, el momento en el que no hacer nada se convierte en parte de la rutina y en la que el culto al cuerpo es una filosofía admirable y que sienta muy bien...
Este año un pequeño traspiés ha truncado mis posibilidades de ir a la playa tanto como me hubiera gustado. Pero al final sacaré alguna moraleja, supongo que la habrá. Al igual que sacaré alguna otra moraleja más con respecto a todo lo que ha pasado este verano. Por mucho que te empeñes, si algo no puede cuajar, no cuajará. El interés que muestras porque algo o alguien llegue no siempre consigue que la persona que tienes enfrente esté contigo como esperas. 
Este verano me ha enseñado que ser transparente solo me reporta frustración. Porque no siempre es una opción buena. Y es que, se crean heridas complicadas de cerrar. 
He aprendido a creer que, si alguien me valora, hará lo posible por llegar a mí, como lo intento yo. A pesar de la distancia o de las desavenencias. Porque creo que también merezco la pena y no siempre tengo que ser yo quien dé un paso al frente. Demasiados he dado y siempre sin mapa y brújula, de ahí que siempre acabe en el lugar equivocado y haciendo aquello que prometo no hacer.
Este verano me ha demostrado que la familia es un gran pilar. Y no siempre está compuesta por hilos de sangre, que también. Y yo tengo la suerte de tener una gran familia, en ambos sentidos. Una familia que me empeño en hacer crcer, pero no sé si esas pocas personas que quiero incluir en esta están dispuestas a ello. El tiempo, como con todo, lo dirá. 
Y también me ha servido para darme cuenta que, a pesar de cumplir años, siempre caigo en los mismos errores. 
Ahora queda un largo otoño-invierno por delante, para preparar el cuerpo y la mente para disfrutar y vivir el verano de 2016, que se antoja muy lejano, cierto. Confío que sea mejor que al que digo adiós hoy, que oficialmente entra el otoño.

domingo, 20 de septiembre de 2015

No más miedos

He decidido no tener más miedos, aunque haya empezado por algunos aspectos, todo de mogollón no resultaría. Poco a poco, con paciencia y buena letra que se dice ¿no? Porque las prisas no son buenas consejeras.
Perder el miedo a hablar, a expresarme. Si alguna vez lo experimenté, no me gusta la sensación que dejó en mi, por tanto he decidido no callar. Pero paciencia eh...

Callar para agradar; callar para no perder; callar para ocultar rabia; callar para no ser vehemente; callar para no ser quien tiene la última palabra; callar para retener a alguien a tu lado; callar, en definitiva, por miedo.
Y un día decides que no es tu momento, que los silencios no son buenos para ti. Porque hablar me da la oportunidad de expresarme, de liberar mis sentimientos. Quiero decir lo que pienso y siendo sin miedos a la reacción de quien intento que me escuche, me comprenda o empatice conmigo.
Párate a pensar, sí tú, con quien intento explicarme. No me des el placer de darme la razón sin motivo, pero piensa que no siempre esta batalla está de tu lado. A veces lo que digo puede tener sentido y llevo la razón, aunque sea complicado dármela. Tengo motivos lógicos para decirte lo que digo y explicamen como lo hago. Si yo no debo obcecarme, tú tampoco deberías. Párate a meditarlo como yo hago. Estaría bien poder tener la sensación, aunque solo fuera a veces, de que no tenemos conversaciones estériles o no hablamos por hablar. Avanzar es importante.
Y si guardas algo en la recámara, dispara. La sinceridad no llega a mi vida solo en una dirección, en la de salida, también en el de entrada. Aquí te espero, a que me digas todo lo que desees, creo que las críticas enriquecen y hacen crecer, siempre que no se disparen con maldad. No me gusta que nadie quiera actuar con paños calientes, poruqe no sirve de nada y enfría las relaciones.
Hay gente con la que es tarde, pero hay otras con las que no. Si me lees, que ya es un paso, y crees que eres de esas personas con las que decidido dejar de tener miedo o con las que las conversaciones siempre terminan en una total falta de entendimiento, puede ser el momento de llegar a intentar entendernos ¿no?
O por lo menos hablar y dejar que el dolor por aquello que no gusta llegue de forma directa, y así solo queda remontar y sanar la herida, y no continuar con la eterna agonía de lo que crees pero no sabes al cien por cien. Solo intuiciones que dejan abierta la herida sangrante.
No más miedos a hablar, no más miedos a actuar...

martes, 8 de septiembre de 2015

Las decepciones

Las decepciones son una constante en mi vida y desde hace unos meses, más aún si cabe. ¿Más de lo que merezco? Sí, más de las que merezco. 
Y por mucho que el positivismo te lleve a pensar que tu suerte cambiará, que todo llega y que el tiempo pondrá en su lugar a todos y a todo, yo soy de esas personas impacientes que no son capaces de sentarse en el andén a esperar el tren pasar, el de mi vida, el de la caída de los demás o el que me traiga todas esas respuestas que espero y no llegan. 

Llegado a este punto, me planteo si yo provoco esas decepciones o simplemente llegan...Y llegado a este punto hay que hacerse ciertas preguntas...¿espero demasiado de cierta gente? ¿no aprendo a calar a la gente que está a mi alrededor? ¿doy demasiado para lo poco que me dan? ¿me equivoco idealizando la relación que tengo con algunas personas? ¿pongo en un altar a quien no merece? ¿hago demasiados favores a quien me paga con desprecio? ¿soy tan desmesuradamente mala persona como para recibir lo que recibo? No sé si tengo ganas de responder, pero lo que sí es cierto es que todas esas preguntas rondan mi mente un día y otro y otro, una noche, y otra y otra...Y así es imposible vivir, dormir, descansar, tirar para adelante...
Un amigo (en ese caso sé a ciencia cierta que lo puedo considerar en mi reducido círculo de amistades, con él no tengo dudas) me advierte que el tiempo te da la respuesta a todo y si noto, percibo o creo que alguien no me da lo que merezco, es momento de no malgastar fuerzas. Porque es cierto, agotas tus fuerzas, tu energía, tu alegría y tu entusiasmo con gente que no lo merece. Con gente que a la primera de cambio te deja en la cuneta, con gente que te pide o se aprovecha de lo que das de manera desinteresada pero nunca está dispuesto a complacer tus ganas de ellos, de su amistad. Con gente que tiene la capacidad de absorber toda tu energía y tus ganas de apostar por ellos y después casi vuelven la cara si te ven por la calle. Con gente que, a la vuelta de los años, te das cuenta que no saben qué significa la palabra amistad. Con gente que, pasado el tiempo, se quita la careta. 

De ahí vienen todas mis decepciones. Lo peor de todo es que sigo sigo de esas personas masoquistas que intenta luchar por algunos de esos a los que no les importo. ¿Soy tonta? Sí, no hace falta que nadie responda por ti. Si alguien no tiene interés en saber de ti, en conocerte, en saber lo que piensas, lo que te preocupas o lo que te mueve, no debes gastar energías. Pero yo en cambio sigo salvando a ciertas personas, por mucho que día a día sigan demostrando que soy un cero a la izquierda, alguien de quien pasar. 
Y todo ello me lleva a pensar que al final soy yo la que provoca esas decepciones. Si supiera calar a la gente desde el minuto uno, algo que admiro en gente que me rodea, seguro que el hecho de volcarme con quien no me corresponde nada no me supondría una decepción, porque no me lo plantearía.
Mientras sigo reflexionando en qué hacer para que esa percepción funcione desde que hago las primeras migas con la gente a la que conozco, seguro que las decepciones seguirán llegando. Pero doy gracias por tener cerca a esa gente que me comprende, me quiere, me respeta, me intenta aconsejar y sobre todo, me soporta como soy. Quizás a esos a los que no hago tanto caso porque estoy más centrada en vivir pensando en aquellos para los que no significo nada. 
Quizás algún día sea capaz de cambiar de actitud. Quizás algún día sepan que pierden a una buena amiga (porque entre todos mis defectos, tengo una virtud, que si alguien me importa, me vuelco sin medida, dándolo todo de mi, exprimiéndome).

domingo, 23 de agosto de 2015

Que viene y va...

La canción Tu recuerdo, dice en parte de su letra, "que viene y va". Y es la canción que se me viene a la cabeza estos días...Porque en pocos días se ha sucedido una serie de cosas que me han hecho pensar, darle vueltas a todo y desenterrar fantasmas de no hace tanto y que creía olvidados en algún lugar...

Quizás debería verbalizarlos, ponerles nombre y aunque sea, en la soledad de un pensamiento en voz alta, poder escuchar cuáles son, cuáles están y cuáles podrán irse con solo nombrarlos. 
¿Cuestión de tiempo? ¿Cuestión de asumir que, por mucho que te aferres a alguien o a algo no tiene que quedarse a tu lado? ¿Que de ti o de las ganas que le pongas a algo no depende el resultado? ¿Que no siempre vas a recibir lo que das?
Seguiré pensando en la soledad de este confinamiento. Me morderé la lengua y seguramente hasta las uñas, de manera ficticia, y las tripas se me revolverán pensando y pensando, elucubrando, porque no siempre encuentras en tu camino a gente sincera, que te mire a los ojos y te diga lo que hay tal cual, que te dé razones para pensar o no en algo, que te cuente, simplemente, la verdad y te deje pasar página. Hay a quien le divierte el sufrimiento ajeno...Ni más ni menos...
Y mientras, continúan yendo y viniendo, allí y aquí, allá y acá...

miércoles, 29 de julio de 2015

Hoy, en una montaña rusa

Hoy tengo la sensación de que estoy en una montaña rusa. De repente te sientes muy alto, en aquel lugar donde la adrenalina hace estragos en tu estómago, y de repente, en un lugar tan bajo que la desilusión hace mella en ti. Así estoy hoy en una constante montaña rusa. 

Hay demasiado tiempo para pensar; un excesivo grado de aburrimiento, y mi paciencia no es tal como para aguantar la situación a la que me dedico en estos momentos. A la que me veo obligada, mejor dicho. Y no sé si tengo capacidad o no para contarlo, si alguien me entenderá  o si sabré explicarme. Es una amalgama de sentimientos la que se cruza en mi mente que me la llega a nublar, sin más. 
Es la impotencia de verte atrapada, de repente, en una situación que no te corresponde, a lo que se une demasiado tiempo para pensar, lo que supone que todo lo que cualquier día es insignicante, se hace gigante. Y ése es el momento en que todo me sobrepasa, porque hay ciertas cuestiones solapadas al día a día que, con el devenir de los días aparco sin darme cuenta, pero que en días así se me vienen encima como un trozo de material muy pesado. Y me hunden.
Lo que supone que se unan una serie de circunstancias que no me dejan respirar y en cambio me dan ganas de desahogarme, de llorar con intensidad hasta dejar fuera la rabia por todos y cada uno de esos puntos que se hacen imposibles de llevar. 
Así me siento hoy, en esa montaña rusa que me deja destrozada y con gran sensación de frustración. Un día más...

sábado, 25 de julio de 2015

En qué estrella habitas...

Hay veces que los sentimientos de otros acaban haciendo mella en los tuyos y hurgan en tu interior, prácticamente dejando huella, esa huella que no querías recordar pero que sabes que está. Y tener excesivo tiempo libre, en reposo, también ayuda a que los sentimientos estén a flor de piel.
La tristeza de una persona porque falta otra a la que quiere me ha recordado, hoy, un día importante porque celebro el cumple de mi hermano, que hace pocos días mi familia también pasaba por uno de esos aniversarios que intentamos, por lo menos yo, pasar por alto, casi sin echarle cuenta, entendiendo que así será más fácil que la pena no acuda a ti. Pero es inevitable, y antes o después te acuerdas de aquello que llevabas unos días intentando obviar. 

Pues sí, es inevitable acordarse de que esta semana hacía años de que te fuiste. Parece que no hace tantos pero en realidad es toda una vida, porque no poder tenerte cerca se hace duro, porque no poder percibir tu olor es complicado y porque todos tus consejos y tus gestos quedan grabados, pero sería fantástico poder tenerte aquí. Es que es inevitable que acudan a mí tantas y tantas imágenes: cuando era pequeña bajabas a comprarme el desayuno, un dulce, que normalmente no tenías porque no comías; me preparabas con cariño y esmero la cama que tanto me gustaba y que salía, misteriosamente, de un mueble; que me dieras consejos como que durmiera sin almohada que era bueno para la espalda; que siempre nos recomendaras escuchar a nuestros padres, porque han vivido más que nosotros y sus consejos son sabios;...
Por eso hoy, robándole una frase a esa persona que hoy sufría su reciente pérdida, me pregunto, ¿en qué estrella habitas? Estoy seguro que la tuya será la más sencilla y a la vez la más cuidada, porque eres de esas personas totalmente detallista que no deja nada al azar. Y fijo que estás con abuelo y tu hija Lola, que estará poniendo patas arriba esa estrella y cualquier otra, porque también le encanta el orden y la limpieza. Fijo que compartís ese espacio, o por lo menos estáis cerca, de mis otros abuelos y de mi tía, que estará haciendo vestidos de gitana para todo el que quiera echar unos bailes y estrenar un precioso traje para la Feria. Ella es así. Es como si os estuviera viendo, a cada uno con sus particularidades y sus manías, con sus dejes característicos. Os escucho, os siento, os tengo cerca y es lo que más me reconforta, que nos cuidáis, eso no lo he dudado nunca, jamás. 
Y fijo, abuela, que a lo mejor conoces a esa persona que te dijo, a la que hace poquito que se fue dejando un hueco en una familia, como la dejasteís vosotros, todos. Seguro que no has dudado en brindarle tu mejor sonrisa, un comentario amable y lo que tengas a mano, porque a generosa no hay quien te gane. Seguro que les has preguntado por sus familiares, por sus allegados, por su gente, por esa que se ha quedado tan apenada y con un hondo y profundo sentimiento de pesar en su interior, en su corazón.
¿Y sabes que les diría yo a los que lo echan de menos, especialmente hoy? Que no sufran, porque al igual que tú estás cerca, él también lo estará de él y de su familia, porque no nos dejáis, nos queréis tanto que siempre estáis a nuestro alrededor, cuidándonos, intentando que tomemos las mejores decisiones posibles, que no erremos, que seamos mejores personas y que creemos lazos de unión y no de separación con nadie. Que seamos, en definitiva, personas de bien
Por eso, te lanzo un abrazo fuerte y grande, estés donde estés. En tu estrella, sentada viendo la tele tranquilamente o charlando con ese otro abuelo que dejó a sus nietos y a su familia. Conversando de todo y de nada. Queriendo seguro a otros nietos que no deberían estar por ahí entre estrellas y mundos paralelos. Dando tanto amor y tanto cariño como nos has enseñado a derrochar. 
Abuela, dale un abrazo a todos los que he nombrado y que son tan importantes para nosotros y no te olvides de dar otro abrazo a ese abuelo que tampoco está con su familia...Un beso, habites en la estrella que habites...Por supuesto, un beso y un abrazo para quien hoy sufre su pérdida y me ha contagiado, haciendo que escribiera este texto para recordarte un poquito más abuela...

Persigue tu objetivo


Persigue tu objetivo, haz que tu sueño sea una realidad. 

Ésa fue la máxima de aquella mañana y por inalcanzable que le pareciera, iba a intentar luchar contra todos los elementos para conseguirlo, a pesar de que desde el principio sabía que aquella hazaña sería complicada.
Pero nadie dijo que fuera fácil ni sencilla, por ello tenía que demostrarse a sí misma que por lo menos lo podía dar todo para averiguar si aquel objetivo podía o no estar a su altura. 
Lo único que pedía era no encontrarse con malas artes por el camino, ni con personas mentirosas que le hicieran creer que podía ser. Quería llegar, saber si podía, hacerlo por sus propios pies y sin escollos en el camino. Solo pedía eso. 
Y si no lo conseguía tenía claro que se iría por dónde había venido, porque igual que había fijado una meta en su camino, podría reconducirla, porque su futuro estaba en juego, porque sus ideales estaban en la carretera, y no quería apartarlos, quería continuar con ellos bajo el brazo y siguiendo la estela de aquel sueño, de aquel objetivo...
¿Se haría realidad? 

martes, 21 de julio de 2015

¡Me encantas!

"Te diré tan sólo una cosa, ¡me encantas!"
Así comenzó su mensaje esa mañana.
Y le dio a enviar sin pensar, porque no quería arrepentirse de decirle lo que tanto le apetecía verbalizar. 

Una vez lo mandó se quedó un buen rato mirando su móvil, incluso cuando la pantalla pasó al color negro, signo de que se había bloqueado. Cuando volvió en sí quiso despegarse del móvil pero no fue capaz. Necesitaba que viese su mensaje y le respondiera.
Pero ahora tenía miedo de encender el móvil y saber si había leido su declaración de intenciones o no, si le iba a responder o no, y qué...Necesitaba saber...
Y es que , cuando mandó su mensaje tenía claro que necesitaba decírselo, pero ¿sentiría él lo mismo? Eran tan distintos y sus mundos estaban tan alejados, aunque él había irrumpido en su vida así sin más, dándole toda la confianza que le faltaba, creándole cierta ilusión. 
Entonces sonrió porque sabía que había hecho lo que sentía y eso nunca podía ser malo...

lunes, 20 de julio de 2015

Ganas de besarte

Sus labios se dibujaron bajo sus dedos y sintió que había llegado el momento que tanto había esperado, porque deseaba besarla, tenía ganas de besarla.
 

Pero tenía miedo a su reacción. ¿Y si ella no quería besarlo? ¿Si no le devolvía esas ganas como él deseaba? Moriría no solo de vergüenza, sino de miedo, porque no podía ni quería ser consciente de su rechazo...
Y es que nunca se lo había preguntado y tampoco ella había hablado nada de aquello con él. Por tanto tenía que tomar la delantera y arriesgarse. Si aquello salía mal, no volvería a ella. No podría, porque se desgarraría algo en su interior. Y no estaba dispuesto a que ella lo presenciara. 
Ese tema había sido tabú en sus largas conversaciones por teléfono o las contadas ocasiones en que se habían visto con un café como excusa, pues no habían mencionado ese detalle, eso que ambos deseaban pero que ninguno había pronunciado en voz alta
Pero aquel día no pudo resistirse. Porque sintió la necesidad de pasar sus dedos por sus labios, sentir lo suave que eran y sus ganas de besarla fueron mayores que ningún otro día. Mientras la miraba a los ojos, esos ojos que tanto le decían sin hablar pero que en ese momento estaban silenciosos, se acercó a ella y poco a poco entornó su cara para encajar con la suya, pero antes de intentar unir sus labios, de su boca salió un mensaje que no quería...."necesito besarte, necesito sentirte, tengo ganas de besarte ahora" y entonces pasó...

sábado, 18 de julio de 2015

Página en blanco

Las ideas se agolpaban en su mente, pero no sabía cuál ni cómo plasmar en el papel.
Era imposible adivinar qué quería escribir y por un día sintió que su página se quedaría en blanco. A pesar de que las ganas de escribir eran muchas, tantas que las palabras se juntaban en la punta de su bolígrafo, amontonándose para salir.


Pero no podía comenzar a escupir una idea si no sabía si sería la que se desarrollaría o no. O si era la idónea o no. O la que finalmente quería expresar. Y es que, cada palabra que caía en el papel, ya no se podía borrar, permanecía. Y no quería que nadie leyera algo que no era lo que quería plasmar...
Por eso decidió que mejor era dejar la pluma a un lado...¡Quizás mañana las ideas estén más claras y sea más fácil dar color a esa página!

martes, 7 de julio de 2015

Sus inseguridades

Aquella mañana sus inseguridades aparecieron. Y sabía que eso iba a ocurrir tarde o temprano, porque intentar ocultarlas en el armario del olvido no era la solución a aquellos problemas...
Se quedó paralizada y aunque sabía que en multitud de ocasiones había aconsejado de manera similar a quien le había mostrado sus propias inseguridades, ahora consigo misma la situación cambiaba. Y mucho. 

Surgieron todas de golpe, por desgracia, y no de una en una, por tanto no pudo defenderse, no tuvo lugar a poder hacerlo. Y se vino abajo. Repentinamente pero sin defensa...
¿Y qué hacer? No lo sé, se dijo a sí misma. Quizás la respuesta era muy fácil, quizás difícil, pero sabía que en aquel momento no era capaz de articular un pensamiento que la ayudara a salir de ese agujero de inseguridades en el que había caído sin quererlo, sin pensarlo...
¿Cuáles eran? Todas. No había una, ni dos, surgieron todas, en todos los sentidos...en el ámbito personal, en el profesional, con todo y con todos...Así, sin más...
Lo único que pudo decirse a sí misma es que ahora no había respuesta...¿más tarde la habría? No lo sabía, habría que esperar, o despejar la mente y pensar...Y es que la inseguridad se había instalado incluso en su mente, en su capacidad para pensar...

lunes, 6 de julio de 2015

La fatal despedida

Aquella fue su despedida. Tras años de relación, descubrió que efectivamente aquela premonición de los días anteriores no eran tan algo baladí. Cuando llegó donde ella lo esperaba, se encontró una sorpresa, pero no la que esperaba.

Cuando le dijo que no le quería, que ya no era el hombre que la ilusionaba todas las mañanas, o aquel del que esperaba un mensaje agradadable cada mediodía, o el que la sorprendía con cada uno de sus planes, o con el que quería despertar acurrucada un día de frío, o con el que quería continuar pasando sus días, escondió la rosa amarilla que sabía que le gustaba en su espalda, sin enseñársela, y salió prácticamente corriendo de aquel lugar, lugar que no sería más uno de sus preferidos, como había ocurrido los años anteriores, los que había pasado a su lado. Hasta entonces. 
Aquella despedida, que no fue como las últimas, dulce, de esas que acababan con un beso en los labios, un beso tan deseado por ambos que no podían separarse, y que apenas se produjo, le rompió en dos, pero tras una ducha fría para despejar los pensamientos, comenzó a pensar en las últimas semanas y cómo había sido su relación, y como no quería sufrir, pensó que lo mejor sería olvidarse de ella, por mucho que doliera, por mucho que su mente lo imaginara constantemente con ella.
No quería sufrir y tampoco quería suplicarle amor. Entendió por fin, cuando el sol estaba a punto de despuntar y comenzaba un nuevo día, que no merecía la pena seguir sus pasos, por mucho que le doliera los primeros días, semanas o quizás meses. Y es que, repasar las últimas semanas de su relación con aquella chica que tan pronto la conquistó, le hicieron entender que quizás ella nunca lo había querido, por lo menos no los últimos años, y empezó a comprender el por qué de aquella sensación...Y aunque le diera pena, tenía que poner otro rumbo a su vida. Lejos de ella, lejos de aquella mujer que tan poco bien le hacía, que tan poco bien le había hecho...

miércoles, 1 de julio de 2015

Aquel verano...

Aquel verano tenía claro que lo recordaría como el mejor de su vida. 
Hacía mucho que esperaba que llegara el amor de su vida y a pesar de que lo conocía de hacía tan solo unos cuantos encuentros en la época más especial para ella del año, el verano, sabía que había llegado.

Sabía que aquel hombre que apareció un día a su lado en la playa no se iría, como había ocurrido con otros. Y ahora sabía que aquel encuentro, que le pareció una simple casualidad, no lo fue. Lo tenía todo estudiado para acabar al lado de su toalla, pidiéndole que le guardara sus cosas mientras se daba un baño. Y ella accedió encantada, mientras pensaba que había aparecido a su lado uno de esos hombres inalcanzables que sería el que haría feliz a cualquier otra mujer menos a ella.
Pero ahora sabía que no era así, que finalmente algo bueno había llegado a su vida, y para quedarse junto a ella...Aunque comenzara accediendo a verlo con muchos reparos, pensando que el idílico romance acabaría mal, se había equivocado, y por una vez en su vida, agradecía haber pensado mal para que todo acaba siendo una bendita locura.

lunes, 22 de junio de 2015

El bus de tu vida

He leído una frase que me ha hecho reflexionar. Quizás yo sea de esas personas que se preocupan en exceso por quién está, quién no y quién por qué motivo o por qué otro. Sí, así soy yo. No lo puedo evitar. 
A veces el tiempo te da una respuesta y otras, simplemente hace que la gente se esfume, sin saber por qué. En algunos casos ese trance te duele, mucho, y en otros casi ni te das cuenta y lo agradeces. 
Y al hilo de esa situación se me ha ocurrido un pequeño relato:

Casi con una metáfora, Ana analizó su vida, echó la vista atrás y también hacia el futuro, con una retrospectiva que le hizo darse cuenta de que había luchado lo suficiente porque él continuara en su vida. Si había permitido que tuviera un asiento en el bus de su vida. Pero no sabía qué pasaría mañana. No estaba segura de si sería capaz de aferrarse a él con tanta fuerza como le pedía el cuerpo, con tanta fuerza que incluso cupiera la posibilidad de hacerle daño de tan fuerte como pudiera apretarlo. 
Pero también le surgió una duda, la cuestión no era si había luchado mucho o poco, sino si lo había demostrado. Y fue entonces cuando se preguntó si habría estado en lo cierto, si habría expresado tantas veces como lo había sentido que le quería y cuánto; si cada amanecer en que su primer pensamiento había sido él se lo había dicho; si había enviado por wassap esos corazones que le surgían cuando pensaba en su nombre; o si le había dicho que, mientras estudiaba, en el papel con el que hacía garabatos también ponía sus nombres unidos hasta no poder más; si había aprovechado cada momento en que había estado junto a él; si le había dado todos los abrazos que le había pedido el cuerpo; y si sus enfados habían sido suficientes para enfriar su relación...
Todas esas dudas, y más, surgieron en su mente y comenzó a pensar en todo lo que había hecho durante esos años, si había agotado las posibilidades de demostrar todos los días que era el hombre de su vida...Si había sido capaz de combatir a la rutina, de luchar contra ella y no dejarla entrar en su vida en común...
Pero con ese pensamiento, en la cama, cayó rendida tras un duro día de estudio y trabajo, combinados a partes iguales...

Pd: supongo que es buen momento de recapacitar si todas aquellas personas que están lo están por algo que has hecho, significante o no, y los que no están, preguntarse por qué...

Un tímido comienzo

Echó la vista atrás para recordar lo bien que le sentaba acudir a verlo todos los días. 
Porque no había faltado ni un día a su cita, ni uno. Era demasiado el amor que sentía por él para dejar que sintiera, aunque solo fuera por un instante, que le había fallado. No se lo podía permitir, ni por él ni por ella. 

Y aquel día sintió un tímido comienzo. Tras muchos días en que se iba frustrada de aquel lugar, porque él no la reconocía, de repente le dijo su nombre, y le pareció tan raro, porque hacía tanto que no lo escuchaba de su boca, que una lágrima recorrió su mejilla.
Una lágrima de alegría, pero siempre tímida alegría, porque de repente sintió que ese momento de lucidez estaría precedido de otra laguna de ausencia que no sabía si resistiría. 
Porque quería que volviera aquel que un día conoció; aquel que la conquistó con una gracieta sobre su forma de vestir, extravagante y tan moderna para su tiempo como solía decirle todo el que la conocía; aquel que la había entendido y casi no había necesitado, con el paso de los años, una palabra para saber qué le ocurría; aquel que le sacaba una sonrisa hasta en los peores momentos; aquel que, en definitiva, le había dado tantos años de alegrías, de vida en común...

domingo, 21 de junio de 2015

Aquel viejo café

Casi cuando caía la noche, como siempre, se citaron en aquel viejo café que poca gente visitaba y que era difícil dilucidar cómo seguía abierto...
Pero esa noche todo era distinto. Ambos lo sabían, aunque ninguno se propuso que así fuera. Pero cada uno tenía ese presentimiento de que el fin estaba cerca, a pesar de todo.
A pesar de que su amor era pleno y que sus encuentros solo hacía avivar la llama de lo que sentían el uno por el otro. Pero esa noche sería la última...

Se habían acostumbrado a dejar su amor aparcado en aquel café, en el que lo daban todo el uno por el otro, pero habían decidido, casi sin hablarlo, que se tenían que esconder del mundo, al considerar que, una vez se supiera que estaban juntos, la gente comenzaría a contaminar su relación. Y era algo que ninguno quería, no querían correr ese riesgo
Pero en cambio, no fue la sociedad, o la gente más cercana, o la que pasaba por la calle, la que juzgó su amor, pero ellos fueron los peores elementos contaminantes del mismo. 
Al final consiguieron, sin quererlo, ser más perjudiciales para su amor que los demás. 
Pero no hizo falta verbalizarlo. Con lágrimas en los ojos disfrutaron de aquel café, capuchino para ella y con leche para él, el último café, y se abrazaron casi sin decir palabra. Porque a esas alturas no hacía falta. No era necesario.
Pero antes de marcharse, ella sí quiso decirle:
-Esto no es una despedida, esto no es el final. Espero que nos volvamos a encontrar, porque el amor que siento por ti siempre perdurará en mi interior. 
Declaración de intenciones de lo que sentían ambos, por eso simplemente pusieron un punto y aparte, porque la historia podía cambiar, la historia de amor que habían vivido podía emerger de las tinieblas para ser tan real como la de otras parejas que se habían cruzado en la calle, mientras, cada uno por su lado, acudía a ese viejo café.

miércoles, 17 de junio de 2015

O tú o nadie...

O o nadie. Así se presentó cuando le abrió la puerta.
No había sido fácil tomar aquella decisión, pero lo creía necesario si quería que aquello, que aún no sabía definir totalmente, funcionara.


Quería decirle que era una pieza fundamental de su día a día, que era necesario para su estabilidad, y que su cabeza solo podía pensar en la próxima vez en que lo vería...
Que aún no teniendo una canción preferida, un lugar en el que desaparecer del resto del mundo ni una fecha concreta, quería continuar con esa bonita aventura.
Pero esos segundos antes de que él reaccionara y que pasó en la puerta le parecieron un mundo y se sintió morir no viendo reacción alguna en su cara, hasta que por fin...

domingo, 14 de junio de 2015

¿Te conozco?

Ésa fue la primera idea que pasó por su mente cuando lo vio ante ella. ¿Te conozco? Pero antes de abrir la boca, se dio cuenta que su cuerpo se había paralizado cuando él hizo acto de presencia en aquel lugar, el que habían elegido para verse.

Tenía la sensación de que ese hombre no le era desconocido, tenía algo que le atraía pero a la vez entendía que era algo que había convivido con ella en alguna ocasión, pero no supo dilucidar qué.
Y mientras tanto, él se acercaba con paso seguro hacia ella, mientras que su cuerpo seguía paralizado y su mente intentaba descubrir qué era lo que le sonaba a familiar, sin que acabara de adivinarlo.
Pero le daba igual. A pesar de no descubrir qué le resultaba tan cercano en él, pensó que lo mejor sería dejarse llevar.
Pero la parálisis volvió a su cuerpo, a su mente y a sus sentidos, cuando él hizo gala de decir su nombre en voz alta. 
Y fue entonces cuando supo que estaba perdida, que no había marcha atrás. Ese hombre tenía algo que la volvía loca y le daba igual que fuera algo que le supiera a desconocido o conocido. Porque estaba claro que quería caer en sus brazos, en sus labios y hacer que las horas pasaran sin más...
Y todo aquello que viniera después, bienvenido sería...

miércoles, 13 de mayo de 2015

Promesa incumplida

No. Aquel día se prometió a sí misma no llorar, pero cuando se quedó sola, cuando la gente a su alrededor decidió continuar con su día a día, fue inevitable pensar en aquello que la apenaba y comenzaron a rodar por sus mejillas unas lágrimas saladas que apenas supo que estaban cayendo por su cara. Una promesa incumplida por tanto.

Intentó retenerlas, pero era demasiado tarde. Y entonces se dio cuenta que aquello le afectaba más de lo que consideraba. Más de lo que esperaba. No era nuevo. Hacerse la dura iba demasiado con ella, pero sabía que después no era nadie, y los momentos a solas, en soledad, eran nefastos. Y hacían estragos en su ánimo.
Pero las lágrimas vencieron la batalla, y al final se vio ante el espejo con los ojos rojos y totalmente descolocada, porque entendía que no era justo. No lo era, pero una vez más, la historia se repetía. Demasiadas veces ya, demasiada presión, demasiado sentimiento de culpabilidad unido a la tristeza. Y así repetidamente.
E intentó recomponerse, pero por mucho que lo intentara por fuera, por dentro seguía sintiendo esa acongoja, a pesar de que recibiera uno de esos mensajes que le subían el ánimo y le hacía pensar que, para algunas personas, aún era un trocito importante de sus vidas...Y eso quizás recomponía el puzzle en el que se había convertido su alma.

miércoles, 15 de abril de 2015

Desaparecer...

Ésa era la sensación de aquel día, la de querer desaparecer...sin mirar atrás y con las manos vacías, ése era su deseo. Porque quizás el listón estaba tan alto que nunca conseguiría acercarse, y porque siempre, hiciera lo que hiciera, nunca sería suficiente. Nunca. Siempre había algo que estropeaba sus esfuerzos, sí, porque de manera natural nada salía bien, siempre había que esforzarse, día a día. ¿Esforzarse en qué, para qué? Pensó que para no ser ella misma, para no entorpecer a los demás, para no pedir sin derecho, para no hacer daño, para no sentirse culpable, para no tener que pensar cada movimiento, para no tener que estar justificándose cada día...

Así de triste era su situación...Así de triste se sentía. Quizás no merecía ser comprendida, quizás tenía que ser consciente de que, cualquier cosa que hiciera, siempre estaría empañada por cualquier otra. Cualquier mínimo detalle positivo, si lo había, se vería empañado. Porque los errores eran excesivos. Ese era su sino. Quizás se lo había buscado. Claro que sí, seguro.
Compararse con los demás nunca fue buena idea. Ni siquiera cuando lo hacía de manera inconsciente. Intentar formar parte de alguien que no le hacía un hueco es imposible. Entrar sin que le abrieran no tenía sentido. Y querer ser quien no era, tampoco. No podía tender la mano a quien nunca quiso que le ayudara. Nunca debería haber deseado ser de alguien lo que no le permitían.
Tampoco tenía sentido intentar explicarse con quien no quería escucharla. Nunca. Y quien cierra la puerta de un portazo...
E intentar ir contracorriente, nunca fue buena idea. Por eso quizás aquel día se dio por vencida o eso quiso pensar, porque en parte le reportaba, o creía, algo de paz...
Por eso deseó desaparecer. Aunque sabía que no era posible. No en estos momentos. Ni cerrar los ojos e intentarlo con fuerza servía. Ya lo había intentado y no había funcionado. Pero conseguir meterse debajo de las sábanas y olvidarse del mundo por un instante sí, eso sí lo deseaba...olvidarse del mundo y ser olvidada...
Sin más, aquel día volvió a cerrar su diario y dejó plasmado lo que pensaba...

jueves, 19 de febrero de 2015

Agachar la mirada...

Agachar la mirada y continuar. Solo pude hacer eso. Nada más. Paralizada, ¿por qué? No sé, ¿por cansancio? Puedes ser, quizás nadar contracorriente no es sano, ni positivo y mucho menos una salida. ¿Por cobardía? Puede ser, quizás no soy la luchadora que presumo ser o que me dicen que soy...

Pero la única salida, en estos momentos, no es pelear, porque no me quedan ganas. Los frentes abiertos, contigo, ya tengo demostrado que los pierdo, y no soy capaz de poner en pie mi defensa. Lo siento. Quizás me arrepienta, pero no soy capaz de levantar la mirada, mirarte a la cara, e intentar rebatirte. No puedo. Porque quizás querer sí quiero, pero el tiempo sirve para demostrar las cosas, y en este caso me quita la razón. 
No puedo seguir luchando cuando me encuentro eternamente contra un muro, cada vez más grande y más oscuro, cada vez más complicado de saltar. Si aquello que pensaba era una idea equivocada, un reflejo de lo que fue o simplemente un espejismo de lo que quise que fuera, el tiempo es sabio y da y quita la razón, y en estos momentos intuyo que, por mucho que duela, o por mucho que me moleste, estaba o estoy equivocada. 
Si el tiempo me vuelve a quitar la razón, encantada estaré de, entonces, levantar la cara y mirarte a los ojos de nuevo. Pero ahora no, me siento confundida dolida, decepcionada y confusa, por eso voy a intentar, como ya lo hago, pasar desapercibida. 
Los que me conocen quizás piensen que estoy de guasa, porque no soy de rendirme, pero hay días, semanas, o simplemente veces en que te das cuenta que el camino por el que dirigías tus pasos no es el más idóneo, no es el que te lleva al sitio elegido, por tanto hay que reconducir la ruta, por lo menos así te lo hacen saber aquellos con los que te relacionas día a día...queriendo o sin querer...
Y por supuesto, siempre sirva el gesto de agachar la mirada para que se entienda como una nueva petición de perdón, porque me estoy dando cuenta que soy la persona más imperfecta encima de la faz de la tierra y la que más errores comete. Quizás nunca tuve ninguna bondad o cualidad, por eso pensar que sí fue otro error...

jueves, 29 de enero de 2015

Esa mañana...

Esa mañana una sensación recorrió su cuerpo cuando despertó al son de la melodía de su despertador. Esa mañana supo que, ese pensamiento no fue una casualidad. Y aunque quiso no darle vueltas, a lo largo del día fueron muchas las veces que ese pensamiento nubló su mente, apenas dejándola trabajar. Por tanto decidió parar y pensar detenidamente en ello. Lo primero que hizo fue preguntarse por qué él había irrumpido en su despertar, por qué había sido la primera persona en la que había pensado al abrir los ojos. Y no obtuvo una respuesta clara, pues lo que le pedía su cuerpo era negar que eso había ocurrido. Porque no quería problemas y sabía que pensar en él de esa manera no le traería nada bueno. Pero no lo pudo remediar. Fue imposible no pensar en él.

Aquel día -gracias a Dios- no se lo encontró, por tanto fue más fácil darse por desaparecida, pero evidentemente sabía que poco tardía en tener que cruzarse con él. ¿Y entonces qué haría? No sabía, pero algo tenía claro, quería desaparecer unos días, porque era consciente que él notaría en su mirada que algo había cambiado, que algo raro pasaba. 
Pensar en su mirada, esa mirada que le hacía sentirse reconfortada, le asustaba. Pensar en su divertida forma de animarla, le desconcertaba. Pensar en las veces que intentaba cruzarse con él y hacerse la despistada o intentar que la ayudara con algunas de sus tareas, le hacían sentirse algo tonta. Pensar en él en general le asustaba, porque ahora se estaba dando cuenta que algo hacía que se removiera en su interior. 
¿Y cómo había pasado aquello? ¿Cómo había llegado a verlo con otros ojos? No lo sabía, pero esa mañana, ese día, tampoco quería averiguarlo, no se sentía capacitada para pensar y mucho menos, para cruzarse con él, por eso confió en no tener que encontrárselo y mucho menos, tener que hablar con él, porque sabía que la notaría nerviosa y dudosa...
Así que confió en que aquella mañana pasara rápido...muy rápido...

martes, 20 de enero de 2015

Mi rincón de pensar...

Hoy me retiro a mi rincón de pensar...porque hay mucho que sentar en la cabeza, hay mucho que asumir.
¿Hay marcha atrás? Puede que no, aunque nadie te lo aclare. Pero sabes, sientes y presientes, que tus errores al final tienen consecuencias, consecuencias graves, de las que no imaginabas. Pero no eres capaz de dilucidar la solución, no llega a mi la idea que me gustaría. 
Sientes cómo se desgarra algo dentro de ti y no puedes hacer nada, por lo menos no debes. Y así pasas los días, sin hacer nada, pero pensando, consumiéndote y dándole vueltas a la cabeza, aunque te preguntas por qué.
Quizás no hay mayor castigo que perder, perder lo que o a quien aprecias. 
Pero efectivamente cuando no hay marcha atrás, no tiene sentido seguir dándole vueltas ¿no? Pero sigue siendo inevitable. 
Para aprender, hay que perder, ésa parece la moraleja de estas últimas semanas. 
¡Señores, hasta mañana! Me retiro a mi rincón, analizando lo que me pesa en mi interior, lo que me duele, lo que me rasga y me castiga.