Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



miércoles, 31 de diciembre de 2014

¡Hasta luego 2014, bienvenido 2015!

Este año es de esos en que no me debato entre hacer o no un balance del año al que despedimos. Será apatía, ganas de que acabe, o no...Lo que sé es que se ha pasado rapidísimo, que los meses han volado sin apenas darme cuenta y ¡pum! estamos a 31 de diciembre casi sin quererlo. 
Ha sido un año distinto. Aunque empezara como el anterior, en paro, y agobiándome porque le veía las orejas al lobo, es decir, que terminara mi tiempo de ayuda sin encontrar trabajo, al final la suerte, o la alineación de planetas, quisieron que alguien a quien aprecio y quiero se acordara de mí y me diera una oportunidad. Sé que me he entregado y me entrego cada día como si fuera el último, exprimiéndome todo lo que puedo, a pesar de que siempre pudiera dar más de lo que doy. O que podría pensar otras tantas ideas que poner en marcha y no...En fín...lo dejaré como propósito para 2015, a ver si es posible. Cierto que envidio a gente que hay a mi alrededor con capacidad de reacción mayor a la mía, así que intentaré aprender de ellos...
Foto de www.actualmundo.com


2014 también ha hecho que haya conocido a gente a la que sumo en mi lista de amigos y conocidos. Sí, tengo la suerte de haberme topado con gente a la que aprecio desde el minuto uno en que las conocí y confío en que siga siendo así. A pesar de los pesares, de los enfrentamientos, la disparidad de ideas, las peleas o los encontronazos, espero que sigan ahí, porque me anima, me empujan a seguir, a ponerle color a la vida, a ver las cosas desde un prisma diferente, etc. Y eso es importante, porque enriquecen mi vida, mi día a día y hacen que los meses vuelen rápidamente. Hacen que una semana cuesta arriba lo sea menos; que una mañana aburrida pueda tornar en divertida y un día nublado, en soleado. 
Otros también se quedaron por el camino. Creo haber intentado que no bajaran del barco, pero lo hicieron. Y en algunos casos queda la sensación extraña de que no estén, pero, hay veces que no depende de la que escribe al 100%. En otros casos ni siquiera me lo planteo, agradezco que desaparecieran. Quizás las circunstancias hacen que la gente se desenmascare sola y quien no pretende tu felicidad y prefiere anteponer la envidia o las malas artes, adelante, tiene las puertas abiertas. Tampoco hay que dedicarles mucho más. De una u otra forma también te hacen crecer...
Y también me queda ese reconocimiento a los de siempre. A los que están, a los que no se han ido ni se irán a ninguna parte, a los que siguen queriendo estar a pesar de los pesares. A los que aguantan mi mal humor, mis silencios, mis gritos, mis días tristes o los alegres. A los que no cejan en el intento de verme sonreír o mejorar. A los que me hacen crecer e intentan que me levante si caigo...A los amigos que siempre están ahí a pesar de que dé pocas señales de vida; a mi familia, porque sin ella no sería lo que soy y no seguiría creciendo y aprendiendo y a mis enanos, que son el principal motor de cualquiera de nosotros...
A 2015 solo le pediría quedarme como estoy. No pido más, ni menos. No pido que me dé, pero que tampoco me quite y si algo puede ir a mejor, pues es de agradecer. Pero con trabajo y salud y seguir estando rodeada de todos esos que hacen que los días pasen volando...me conformo...
PD: por supuesto, agradecer el regalo bien bonito de encarnar a la Estrella de Oriente, porque si ilusión me hace a mí, más les hace a los que me rodean, y aunque pensé que nunca llegaría, este 2014 ha concedido ese sueño...

viernes, 12 de diciembre de 2014

Esa lágrima furtiva

Esa lágrima furtiva y algo desobediente corrió por su mejilla casi sin darse cuenta. Aquél fue un día en el que se sorprendió llena de melancolía, y no sabía si había algún motivo o varios, o ninguno. Lo que tenía claro es que no pudo controlar esa lágrima y otras que llegaron a lo largo del día, de nuevo sin avisar y precipitadamente, haciendo que tuviera que secarse los ojos en lugares llenos de gente que, obviamente, se pararon a mirarla, quizás pensando qué podía pasarle. 
Pero ni ella misma lo sabía, ¿o sí? Esas eran las dudas de aquel día en que, una desobediente y furtiva lágrima, recorrió su mejilla sin apenas avisar...quizás quería decir lo que ese cuerpo y esa mente querían callar...
Imagen tomada de gritos.zonalibre.org



domingo, 23 de noviembre de 2014

¡Feliz Aniversario!




Ya sé que estas sencillas palabras pueden suponer un feliz aniversario para cualquiera, pero van dirigidas para el medio que me vio nacer, echar los dientes y crecer como periodista, para el que fuera Información El Puerto y hoy es Viva El Puerto. Para todos los que dieron un empujoncito a aquel Guadalete y para los que hoy hacen posible que este periódico siga en marcha, tanto a los que lo hacéis posible desde aquí como desde fuera, de otros puntos de la provincia, porque al final no es más que un trabajo conjunto, y eso en este grupo siempre lo hemos sabido hacer muy bien.

Recuerdo como si fuera ayer el primer día que hice prácticas en Información El Puerto. Recuerdo la portada, dedicada al Vapor, casi nada ha llovido desde entonces. Tan solo ocho años largos, y parece que fuera ayer cuando, con todos mis miedos, me enfrentaba a entrar en aquella redacción, en la que me esperaban las que para mí han sido mis maestras: Josefina Escudero que, como bien decía un compañero, se fue demasiado pronto, porque tenía mucho que enseñarnos, mucho que contar y muy buen periodismo que seguir haciendo; y Esther Vila, que al final se hacía con todos los becarios porque le tocaba corregirnos las páginas casi a diario. Desenfundaba su bolígrafo y empezaba a hacer añadiduras y tachones hasta que quedaba una noticia bien contada.
Y capítulo aparte merece a una de mis amigas, Virginia Agar. Fue poco el tiempo, para el que llevamos en el periodismo, el que nos unió la profesión en El Puerto, pero fue suficiente para forjar nuestra amistad. Y eso lo llevo a gala. Gran periodista, mejor compañera y mucho mejor amiga. Con ella he compartidos mis primeros meses de periodismo, saber y sufrir lo que era una redacción llena de gente, sin que apenas cupiéramos y sin ordenadores libres. Había que esperar a que alguno de los redactores en plantilla se fuera a cubrir alguna noticia para poder hacer nuestros textos diarios, toda una odisea. Pero no desaprovechamos nuestro tiempo, porque coincidimos en sacarnos el carné del coche y lo conseguimos.
Recién salida de la facultad, me dio, al contrario que a otros compañeros, por internarme en el mundo laboral, del que ya no salí, porque fui encadenando una serie de “casualidades” (de esas en las que no creo) y al final me quedé en plantilla poco tiempo después de llevar tres meses en este medio que hoy persiste, que ha luchado tanto por mantenerse a flote, y aún lo consigue, como siempre digo, gracias al empuje de todos os magníficos profesionales que lo hacen posible. Porque he de decir a gala que, quien ha pasado por Información puede enfrentarse a cualquier otra situación periodística, porque estará curtido mil veces más que cualquiera…sin desmerece a ningún otro periodista claro.
He aprendido que mi profesión es a la par emocionante y a la par desmotivadora. He aprendido a ser casi una psicóloga con muchos que se acercaban a este medio de comunicación para que fuéramos la voz de sus problemas. He sentido que hacíamos, desde las cuatro paredes de la redacción de la calle Aurora, una amplia labor social con muchos para los que este medio era una ventana de sus denuncias, lo contrario a lo que le ofrecían otros. He conocido a gente maravillosa, fuera y dentro de la profesión en sí. Algunos siguen conmigo a pesar de los años, estando lejos o cerca, eso no importa. Otros quedaron por el camino porque su estrechez de mente no les deja evolucionar. Algunos me enseñaron mucho, otros me aportaron, y otros, me quitaron, pero recuerdo a muchos de ellos, y no quiero decir nombres por no dejar a nadie en el olvido, algo que no me gustaría. He peleado, hemos compartido puntos de vista, hemos puesto encima de la mesa nuestros problemas, hemos convivido como una familia, hemos celebrado todas las fiestas y más, hemos hecho periodismo de calidad, nos hemos quedado hasta las tantas en el cierre de muchas ediciones…
En definitiva, es el medio que me ha visto evolucionar como periodista. No sé si para convertirme en buena o mala comunicadora, pero por lo menos a desarrollarme como tal sí. Eso no hay quien me lo quite. Por eso confío en que los que ahora tenéis la posibilidad de seguir haciéndolo crecer no os rindáis y sigáis haciendo que salga a la calle cada día para informar al portuense, porque al final es lo que nos mueve, que los problemas, reivindicaciones, proyectos, peticiones, etc, de todos salgan a la calle, se muestren, se conozcan…Es el medio que ha hecho posible que una persona introvertida y tímida como yo haya superado muchos de sus miedos, a pesar de que me sigue gustando el periodismo escrito más que ninguno, porque a pesar de que son ocho años largos ya en la profesión, sigo teniendo ese gusanillo por apuntar en la libreta, estar al pie de la noticia y volver a plasmar a través del teclado del ordenador. A maquetar mi noticia, a madurarla (todo lo que te lo permite la rapidez con la que se trabaja en un diario) y a cambiar una y otra vez si así te lo requiere la mente…
Por todo y por tanto, felicidades a los que empezasteis a hacer realidad este medio que, al igual que su nombre, ha evolucionado tanto que casi no lo conocemos. Y a los que lo habéis hecho posible y los que hoy os seguís pringando para que siga adelante. Porque, en esencia, sigue respondiendo al mismo criterio, al de informar…

sábado, 22 de noviembre de 2014

Abriendo los ojos

Hay quien dice que tengo ojos grandes, y siempre suelen estar muy abiertos, pero reflexionando llego a una conclusión, van a seguir igual o más abiertos, porque hay mucho lobo en piel de cordero. Así, tal cual. Hoy no hay métaforas, ni historias que parecen pero no son mías, o no lo parecen pero lo son...Hoy soy yo...porque me da coraje la falsedad, la hipocresía, las palmaditas en la espalda, el intentar callarte con medias verdades...cuando como digo, hay mucho engaño velado, pero hay veces que una no es tonta, no. Y sé que irán cayendo las caretas, y las cartas se irán descubriendo. Yo las mías siempre las expongo, quizás es uno de mis fallos más grandes, porque no siempre, casi nunca, me encuentro con gente igual de sincera ante mí...Pero todo cae por su propio peso y como dice un refrán...arrieritos somos y en el camino nos encontraremos...

Sin más...Podría escribir mucho más, pero no lo voy a hacer...Las pinceladas de lo que hoy pienso y seguro que el tiempo me irá dando la razón...Quizás entonces será tarde para arrepentirme de comportarme cómo lo hago ahora, pero siempre quedará el saber que, en algún momento, tuve razón, y quizás, solo quizás, me servirá para ir aprendiendo...poco a poco...

domingo, 16 de noviembre de 2014

Ese incómodo silencio

Surgió ese incómodo silencio...
Y ella supo que llegó el momento de despedirse. Porque volver a intentar explicarle lo que sentía era inútil y porque no tenía tiempo. Su tren partía en poco y tenía que llegar a la estación.
Sin hacer ruido, y sintiéndose observada, se levantó del sofá, cogió su abrigo y su bolso y cerró la puerta tras de sí. Sin decir hasta luego, te llamo, te mando un mensaje o cualquier cosa que hubiera sabido a intento de cortar aquella incómoda situación que les atenazaba.
Él sabía que la había dejado escapar sin decirle que no le importaban sus inseguridades, porque confiaba en aquello, mucho, más de lo que ella creía. Y también sabía, conociéndola, que no recibía ese dulce mensajito, como otras veces, en el que le recordaba que había llegado, que estaba bien o lo echaba de menos. Esos viajes por motivos de trabajo en las últimas semanas se habían hecho demasiado asiduos, pero aún así, él la alentaba a seguir, a forjarse ese futuro que tanto ansiaba, y si eso pasaba por estar separados varias veces a la semana, no le importaba. 
Pero esta noche su ausencia le dolía más que nunca. Porque suponía que se había ido, durante dos días, sin decirle nada. Y sabía que cualquier intento de hablar con ella sería infructuoso, porque si recibía respuesta, sería fría y cortante. Y también tenía claro que hoy no recibiría ese tierno mensaje que le daba las buenas noches y le decía que había llegado bien.
Así que estuvieron dos días separados sin apenas hablar. Hubo pequeños intentos de saber del otro, pero con el dolor y el reproche de por medio. Así que ambos, cada uno por su lado, prefirió esperar a la vuelta. 
Y llegó el día en que ella volvió a casa. Él sabía perfectamente su hora de llegada, así que, cuando la estación estaba completamente vacía, porque su tren fue el último en pisarla, ahí lo encontró, esperándola en un banco, para llevarla a casa. Fue entonces cuando ese gesto pudo más que el silencio que llegó tras el último enfado, el último intento de ella de explicarle que no se trataba de inseguridades, sino de la percepción de saber que algo había cambiado, qué él no se comportaba igual, aunque se lo negara...Corrió hacia él con una sonrisa en la boca y olvidó, por unos momentos, los dos días separados. Pero esa conversación pendiente, le gustara o no, se daría...
Pero por el momento, ese incómodo silencio desapareció, dando lugar a un perfecto beso de bienvenida...

martes, 4 de noviembre de 2014

Y ahí volvía a estar

Esto parece un deja vu, o lo que es lo mismo y en castellano, aquella situación que parece que has vivido ya, que te suena y no es extraña. Eso me pasa cada día, cuando me dispongo a ir a casa. Y no puedo dejar de escribirlo. Porque por lo menos me parece curioso. Cada día, llego a un punto del camino en el que, la mayoría de las veces, encuentro a una persona desconocida, en un lugar concreto (no hace falta desvelarlo) y que me mira fijamente. Ahí volvía a estar un día y otro...
Foto del blog Reflejos de luz


Yo he reparado en un momento dado en esa sensación de sentirte "perseguido" por la mirada de alguien, pero ahora me da por pensar, ¿cuánto hace que me cruzo con esa persona, cuánto lleva ahí? Curiosamente es algo que surge prácticamente sin pensar...y resulta caprichoso, ¿no? Por lo menos para mí. 
Sorprendente que alguien, casi cada día, se pare a curiosearte porque te cruzas en su camino. Y la verdad, la vista no me alcanza a ver cómo es esa persona, pero me da por pensar en cuestiones que resultan tontas, pero que siempre alcanzan tu mente, casi sin que lo puedas remediar. 
Y hay un día que te acuerdas, otros que no, pero cuando lo haces, justo en ese punto del camino, y por curiosidad, levantas la vista en busca de ese espacio concreto. Solo por curiosidad, sí, porque quizás tu mente está en otro lugar, lejos...

miércoles, 29 de octubre de 2014

¿Cuántas veces se tropieza con la misma piedra?

Yo me pregunto todos los días cuántas veces se tropieza con la misma piedra, y yo soy un claro ejemplo de la respuesta: infinitas veces. Y todos los días me pregunto por qué no aprendo a no tropezar, a sortear la piedra, a no meterme en los charcos sin saber la profundidad de los mismos...Porque al final siempre hay una única perjudicada, yo. 

Pero también me pregunto si será bueno caer siempre en ese mismo error, por si algún día aprendo a mantenerme en equilibrio y no caer de boca. Pero al segundo siguiente sé que no seré capaz, que me pasaré la vida cayendo, levantándome y poniendo tiritas en la herida, por tanto voy avisando a las farmacias que conmigo las tiritas no desaparecerán, porque serán muchas las grietas que intentar tapar. 
¿Motivo? Aún no sé si hay uno o un millón. Que dudo, que no estoy segura, que quizás pretendo ganarme a la gente de la manera menos idónea, que no sé llegar a ciertas personas, que temo quedarme sin ellas...Y al final la tristeza me invade, ¿por qué? porque en definitiva poco valgo si no es cometiendo esos errores que no me llevan a nada bueno...
Bienvenidos a mi eterno "El día de la marmota", porque nunca aprenderé a valerme por sí misma y mucho menos, a no tropezar, y menos aún a tener algún valor por lo que soy, no por lo que podría ser...

domingo, 19 de octubre de 2014

Y ahí estabas tú

Parecía un día más. De hecho, la mañana se hizo tediosa y larga, muy larga. De esos días en que ves el sol entrar por la ventana y quisieras estar fuera, sin nada que hacer, para disfrutar de lo agradable de la temperatura, a pesar de ser el mes de octubre. 
 
Pero para alegrar la tarde ya estabas tú. Ahí estabas tú. Esa llamada reconfortante que me hizo desplomarme, liberar la tensión acumulada y respirar. Porque necesitaba respirar, que alguien quizás me diera su aliento, no en cambio un sermón. Ya hay muchos de esos días. Necesitaba sentirte cerca, aunque no lo estuvieras. Que me dijeras aquello que sabías que necesitaba escuchar. Y que si hubieras podido, me hubieras dado una palmada en el hombro para que te sintiera cerca. 
A pesar de que parezca una persona fuerte, soy todo lo contrario. Y tú lo sabes. Y en cambio no me reprochas que debo ser fuerte. Cuando necesito hundirme, ahí estás, para caer conmigo y darme tu mano para recogerme y devolverme. 
Ya sabes cuál es la coraza, aunque no sepas de dónde viene. Porque te da igual. No te hace falta saber nada de entonces, o de hace mucho, para respetar que tenga mis razones para cubrirme con una armadura. 
Por eso quizás eres especial...

lunes, 13 de octubre de 2014

¿Y antes qué?

Aquel día me planteé qué había habido antes de que aparecieras en mi vida, y no pude recordar nada, porque a mi mente solo venían recuerdos de todo lo que había pasado a tu lado. Y paso.
Y mi sonrisa copó toda mi cara, viniste a mi mente como un recuerdo feliz que me hizo olvidarme de intentar hacer memoria de qué había antes de tu llegada.
Y entonces entendía que debía preguntar menos, aunque fuera al aire y disfrutarte más :)

jueves, 9 de octubre de 2014

En silencio

Quizás suene masoquista o parezco algo maleducada, pero confío que, quien me conozca, no me malinterprete. Hay veces que te apetece pasar tu disgusto a solas, en silencio, contigo misma. Lo que te llena ese día, en ese momento, es contar con un aliado que no tenga posibilidad de rebartirte. Por eso esos días es preferible hablar a tu diario, y de ahí el sentido de este rinconcito, antes que confrontar con nadie que puede molestarse con tu actitud.
Porque hay días que no te agrada que nadie intente convencerte de lo contrario de lo que piensas, porque entiendes que estás en lo cierto, porque la reiteración de ese algo un día y otro al final lo convierte en realidad...
Porque hay días que deseas que nadie te dé consejos para sacarte de esa incertidumbre, de la duda, la pena o el castigo al que te sometes...
Porque hay días que las verdades a medias o las mentiras no caben en tus planes...
Porque hay días que no contemplas que alguien quiera sacarte de eso que tú llamas tu verdad...porque no siempre tienes que estar equivocada...
Porque hay días que no hay quien te convenza de lo contrario. Y es que, ¿por qué lo que yo pienso siempre es lo equivocado y lo que me vayas a decir lo acertado?

Porque hay días en que todo está perdido...
Porque hay días que solo con hacer cábalas sacas el sentido a ciertos gestos, realidades...
Porque hay días que el silencio de alguien te dice más que mil razones...
Porque hay días que la alegría de alguien te devuelve a la realidad...
Porque hay días que pequeños detalles te devuelven a la cruda realidad...
Porque hay días que, con solo mirarte a los ojos, alguien sepa lo que te ocurre...
Porque hay días que las lágrimas recorren tus mejillas, se escapan sin que puedas controlarlas...
Porque hay días que no estás dispuesta a creer en todo eso...¿por qué?
Porque sencillamente hay días que no quieres que nadie te contamine. Quieres pensar por ti misma, aunque estés equivocada, porque aún nadie te ha dado una razón tan contundente que te haga salir de lo que nubla tu pensamiento...

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Léeme

Ésa era la palabra que pudo ver en el papel que encontró debajo de la puerta. Y no pudo evitar a un lado y otro del descansillo, como si así pudiera encontrar a quien lo hubiera dejado allí. Pero como sospechaba, ese acto reflejo no le llevó a descubrir nada. Sólo podía coger el papel y leerlo, como le pedía quien lo hubiera escrito.
Ahí dentro encontró una historia desconocida para él pero que le descubría que había alguien que lo había estado observando no sabía cuánto, pero lo suficiente para conocer qué hacía y cómo era parte de su vida.
Aquella desconocida sabía que compartía su vida con alguien, pero decía que solo quería desquitarse y poder contarle aquello que sentía. Y lo cierto es que, a pesar de intentar llegar al final del texto con una mirada rápida, repasando lo que estaba escrito, no encontró una firma o rastro alguno de una dirección, correo o señal que le diera alguna pista.


Casi le describía al detalle algunas de sus prácticas habituales. Sabía que salía temprano para el gimnasio y que después acudía al trabajo, volviendo alrededor de las tres de la tarde para comer, y ya no volvía a salir hasta media tarde con ella, su novia. Le contó que le gustaban algunos de sus estilismos, como esa camisa con aspecto de cómic que tanto le divertía y que tan poco gustaba a su chica, o su ropa de deporte o su maleta del ordenador. Realmente debía vivir cerca, porque se había fijado en los más diminutos detalles.
Lo primero fue pensar que era alguna vecina, pero tan solo al intentar hacer los cálculos de cuánta gente vivía en la urbanización perdió la cuenta. Pero no le hizo perder la esperanza de poder indagar un poco y averiguar quién era la mujer que, con una caligrafía intachable, le había escrito aquel mensaje que había provocado que hubiera echado a volar su imaginación pensando quién podía ser.
A partir de ese momento, en que guardó a buen recaudo el mensaje, casi de manera inconsciente, cada vez que salía de casa buscaba cualquier rastro de alguien que pudiera estar observándolo, y al entrar en casa siempre mirada tras la puerta por si encontraba un nuevo mensaje.

Germán y su primer paseo en bici

Germán ha empezado el cole y la vuelta a la rutina también entraña nuevas actividades. 
Ya no va a la playa, y ha cambiado el pádel por la natación e inglés y ahora el resto de las tardes entre semana se las pasa en el parque.
Pablo, su hermano pequeño, está aprendiendo a andar, así que mamá se pasa todo el tiempo a su lado, tomándolo de la mano, y él se divirte jugando al balón con otros niños. 

Aunque hace unos días, que papá no trabajaba por la tarde pudo acompañarlos al parque, le ofreció llevar su bici, que apenas utiliza porque nadie se pone a su lado para ayudarlo, y le enseñó a manejarla. 
A Germán, ahora que aún no le han quitado los ruedines, le parece pan comido y le encanta su bici. 
Pero papá le ha metido el miedo en el cuerpo, porque le ha dicho que el próximo día le quitará uno de los ruedines para que comience a practicar y aprenda poco a poco, pero tiene temor porque cree que se caerá y se hará daño. Pero por otro lado sabe que hay niños en su clase que ya cogen su bici sin ruedines y sin ayuda. Por eso teme que llegue el próximo día en que papá pueda ir al parque y por otro, quiere que los niños de su colegio no le lleven ventaja. 
Mientras, no hace otra cosa que decirle a sus amigos lo chula que es su bici, roja con rayos, una bocina y pedales con llamas de fuego...

martes, 16 de septiembre de 2014

Me enseñaron...

Me enseñaron a dar mis primeros pasos, hablar, ser buena persona, comportarme, esforzarme para ser mejor, el espíritu del trabajo en equipo, la amistad, el compañerismo, intentar destacar sin pisar a nadie, a demostrar mis capacidades...pero no me enseñaron a superar los sufrimientos. 
Para eso no hay un decálogo o manual que valga, el sufrimiento se pasa sufriendo. Aprendiendo, con los años, a que no te lo noten o no penetre excesivamente en tu piel. Porque nadie te prepara para poder superar lo que te depara la vida. Porque los desencantos llegan, te cogen por sorpresa y te dejan paralizada. Y a mí encima se me nota en la cara y casi en la forma de expresarme, sin que la persona que lo palpe esté delante. Así soy yo. 

Y si no te dejan paralizada, como decía, nunca te permiten actuar como te gustaría, para combatir esa situación complicada. Nunca actúas por el bien de tu integridad psíquica. Y de repente te ves pensando si te engañan más de lo habitual, si no te dicen siempre la verdad por piedad o si hay algo más que no llegas a vislumbrar porque nadie te ha puesto en la pista. Y es que, como bien dicen, ojos que no ven...
Y al final intentas que la música suba por encima de los decibelios de tu mente para no escuchar esa vocecilla que te comienza a bombardear con ideas retorcidas. Porque en el fondo el sufrimiento te lleva a retorcer cada cosa que pasa por tu cabeza...

martes, 2 de septiembre de 2014

El reencuentro

Volvía a la rutina. A las clases diarias y eternas por las tardes para recuperar las asignaturas que había suspendido el curso anterior. A pesar de que aún seguía haciendo buen tiempo y sus amigas seguían yendo a la playa, ella en cambio tuvo que renunciar a ello por ir a clases y prestar atención.
Como cada tarde, esperaba ante el semáforo que la ayudaba a cruzar la calle, y mientras miraba al frente, con la mirada perdida y abstraída, pensando en mil cosas a la vez, de repente sintió que alguien la observaba. Pero sólo fue un instante en que pudo ver a ese desconocido que hizo que se le volviera el estómago del revés, porque el semáforo se puso en verde y él huyó casi volando con su bicicleta. 

Solo recordaba unos bonitos ojos grandes, achinados y de color verde, que la habían contemplado durante unos segundos mientras el semáforo cambiaba de color. Y maldijo al maldito semáforo por no tardar más en ponerse en verde, y se maldijo a sí misma por haber estado pensando en tonterías mientras el chico más guapo que creía haber visto en meses o años se había quedado mirándola. ¡Mala suerte!
La tarde se hizo muy corta y también muy larga. Corta porque sus pensamientos estuvieron pendientes de buscar la fórmula de cómo encontrar a ese chico, si sólo tenía una referencia: sus ojos y que iba montado en bicicleta. Y larga porque las clases se hicieron tediosas, porque le gustara o no tuvo que atender y responder las cuestiones que le planteaba su profesora y no se pudo concentrar mucho en ese desconocido que había provocado que le diera un vuelco el corazón.
Aunque intentó negárselo a sí misma, estaba deseando que llegara el día siguiente, que suponía una tortura por las clases, pero confiaba en volver a coincidir con ese muchacho una vez más. Ahora estaría atenta. Nada de dejarse llevar por pensamientos absurdos. No. Pero llegó el momento de ir a clases particulares, ir de casa a la academia, cruzar el semáforo y esperar a que se pusiera en verde, pero no apareció nadie. No reconoció esos ojos verdes y achinados por ningún lado. Y llegó el momento de la decepción. Y al día siguiente, más de lo mismo.
Así que perdió la esperanza de volver a encontrarlo nunca más. Y eso que, aunque no quería, fantasear con conocer a ese chico era el pensamiento que más se repetía en su interior. Pero a los días, cuando ya había perdido la esperanza y volvía a ir ensimismada en sus historias, volvió a esperar el semáforo. Y por el rabillo del ojo vio llegar una bicicleta a su lado, y esta vez no se iba a quedar mirando, esperando. Con aires decididos se acercó, porque reconoció esos ojos grandes de lejos, y le dijo cómo se llamaba, preguntándole a él. Antes de que el semáforo cambiara y sus caminos se volvieran a separar, le dejó un papelito con su número de teléfono. 
Porque había estado decidida a no perder su oportunidad. No sabía cómo se llamaba, cómo era su voz o si quizás, tenía novia, pero estaba segura de una cosa, que no podía quedarse paralizada una vez más, porque efectivamente nunca averiguaría si sus caminos volverían a encontrarse una tercera vez.
Y alli se vio, una tarde, mirando el móvil y viendo un wassap de un desconocido. No le hizo falta ver la foto de perfil o que se presentara, sabía perfectamente que era él. Y el reencuentro se hizo certero y perfecto. Y una sonrisa emanó de su boca...Ahora sí...

sábado, 30 de agosto de 2014

El enfado

Esa caprichosa actitud de los humanos. Cuando se te pasa el enfado piensas, qué perdida de tiempo. Porque todos, o casi todos, cuando nos enfadamos, tendemos a alargar esta situación cortando de raíz el diálogo con la persona con la que nos mosqueamos.
Hoy he presenciado una de esas situaciones. En dos desconocidos. Mi posición ha sido un tanto privilegiada, pero se observaba perfectamente que el enfado era lo único que les unía. 
Normalmente tendemos a no hablar. Estamos callados, mudos. Y yo me pregunto, ¿para qué salir de casa mosqueados si nos vamos a ignorar? Y si el enfado se produce en la calle, yo casi que optaría por volverme a mi casa. Allí, a pesar de que el espacio sea más pequeño, tienes esa intimidad para poder gritar, expresarte o simplemente hacer como que estás solo. Pero no en público, donde puede haber alguien que te observe. 
Pues así iban. El tiempo que han estado juntos, el espacio físico que existía entre ellos era igual de amplio que el no físico, el que desprendían sus cuerpos. Y cuando se iban, casi se estaban dando el relevo, uno al otro. Primero uno por delante, y tras una pausa, el otro, pero nunca juntos. Ni una mirada cómplice, ni una mirada que por lo menos despidiera "odio", nada. 
Mi naturaleza curiosa me pedía haber sabido en qué momento se han reconciliado, o si se han seguido tirando los trastos. Pero bueno, caben varios finales: o que se hayan reconciliado en algún momento del día; que sigan mosqueados a esta hora en que escribo; que algo les haya hecho hablarse y ya hayan seguido como si nada...
Y viendo este tipo de situaciones ajenas te das cuenta que, cuando te mosqueas y tomas esta actitud, sólo estás perdiendo tiempo. Ese tiempo que no recuperamos y que no sabemos si valoraremos en algún momento. ¿No es mejor hablar las cosas en el momento, aunque se alce la voz y se pierdan los papeles? ¿No es mejor cinco minutos tirándonos de los pelos a media vida ofuscados? Sé que es fácil decirlo cuando no te toca, pero cuando nos enfadamos deberíamos pensar seriamente en esto, porque es cierto que no arreglamos nada dándonos la espalda y haciendo como si nada...

PD: la imagen, tomada de Internet, es muy simpática. Hay que darle ese toque de humor al enfado. Lo dicho, pensad si merece la pena tardar en reconciliarse cuando uno se enfada con alguien :)

 

De vacaciones...

No es que hayamos estado de vacaciones en el amplio sentido de la palabra, no, porque han sido sólo unos días, que ya quedaron en el olvido, sino que, con el ajetreo del verano, entrar y salir, trabajar, la playa, etc, apenas he tenido tiempo de pensar y pararme a leer. Pero historias posibles han pasado por mi mente. Espero que algunas de ellas vuelvan y poder materializarlas, porque, es una pena, pero no las tomé como referencia ni apunté ideas. 
Y ahora os dejo una simpática lámina de Mr Wonderful que refleja muy bien el concepto que tenemos en vacaciones, que ni sabemos en qué día vivimos (algunos por puro despiste claro)...Una lámina que a mí me encanta...

lunes, 4 de agosto de 2014

Conversaciones de mayores...

Esas cosas que pasan y crees que nunca ocurrirán. Conversaciones de mayores en cuerpos de 10 años.
De repente, en la playa se sucede una de esas conversaciones que crees que no está pasando, pero pasa. Y te hace sentir que los niños saben demasiado o tú eras muy inocente a esas edades.
La cosa es que efectivamente la conversación no sé cómo empieza pero es de esas que te dejan cara de boba. Vaya, que si la cara es el reflejo del alma, obviamente a mí se me notó.

Y a pesar de que no voy a descubrir el motivo de la charla, porque quien debe ya lo sabe y quien quiere puede preguntar, simplemente es de esas cosas que te gusta guardar en tu "diario". Y como mi blog al fin y al cabo mantiene aquellas cosas que me gusta guardar en el recuerdo, ahí lo dejo. 
Simplemente creo que esta charlita estuvo motivada por el hecho de que fuéramos rodeados de niños...Ahí lo dejo...

sábado, 2 de agosto de 2014

Pequeño Leo, bienvenido

Pequeño Leo, ya estás en el mundo. Bienvenido. Ya eres el sexto de esos sobrinos postizos que tengo y que tanto me animais las mañanas, las tardes y las noches, porque cualquier día con vosotros es una locura pero es un continuo no parar. Y así la vida es simplemente más animada. 
El día de mañana te recordaremos lo que te pareces a tu hermano Mauro, mucho, más de lo que tú podrás reconocer nunca. Quizás cambias algo, pero veas fotos de tu hermano y tu recién nacidos no serás capaz de distinguir quién es quien. 
Has llegado tres semanas antes. No sé si tenías ganas de conocer lo que había aquí fuera, aunque aún no has sido capaz de abrir los ojos, veo que te cuesta...Yo creo que dentro de la barriga de tu mamá estabas estupendamente, calentito, resguardado y sin tener que ver lo complicada que es la vida, ajeno a todo lo que pueda ocurrir. Pero estamos encantados de tenerte aquí ya.
Eres un muñeco, un muñeco con un buen color estupendo, con unos pies muy grandes y una boquita dibujada. 
Confiamos en que todo vaya bien y seas tan bueno como has demostrado hasta ahora.
Seguro que eres de esas personillas vívidas y avispadas, con tanto adelantarte a tu fecha de nacimiento me da que vas a ser de los impacientes....
¡Bienvenido Leo!

domingo, 29 de junio de 2014

Desestabilizador

Eres el motor desestabilizador de mi día a día, desequilibras cada paso que doy pero parece que hay una corriente invisible entre tú y yo (o mejor entre yo y tú aunque así no estaría bien expresado pero tiene distinto significado, el correcto) que al final me hace seguirte, perseguirte allá donde vayas.
No quiero convertirme en tu sombra, por eso lucho cada día por alejarme de ti, pero esa corrente, que parece que sigue su propia regla de movimiento, me vuelve a acercar a ti. 

Pero nunca me acerca lo suficiente. Me hace quedar a una distinta prudente, suficiente, de ti, como para no poder alcanzarte. 
Entonces pienso, ¿por qué no eres capaz de alejarte lo suficiente? He ahí el dilema, y lo peor, no tengo respuesta. 
solo sé que qeres quien llega como un soplo de aire fresco y me desestabiliza. Cuando consigo recomponerme, vuelves con tus armas, y me destruyes de nuevo. Siempre me veo recomponiéndome de los efectos de tu cercanía, de tu llegada, que todo lo desarma. 
Y me pregunto, también, si algún día estarías tan cerca como deseo, aunque lo dudo, o tan lejos como para que dejes de tener efecto, porque eres como esa copa que llega en mal momento y te revuelve el interir; como ese mareo repentino cuando pretendes bajarte de la cama antes de hacer que tu equilibrio esté en su sitio; como en viento que te alborota el pelo; como la lluvia que te coge por sorpresa y te empapa; como el impresvisto que te desestabiliza. 
En definitiva, eres algo inesperado que, de repente es agradable y de repente, no.

domingo, 22 de junio de 2014

Miro atrás...

Miró atrás pero allí no había nadie. Ella ya no estaba. Ya había jugado demasiadas veces con su paciencia y ahora que se había dado cuenta que la quería, que era aquella mujer a la que había estado buscando tanto tiempo, fue tarde.

Porque ella se había cansado de esperar. Lo peor es que él lo sabía. Hacía mucho, no sabía evaluar cuánto, ella le había advertido que no estaría esperando eternamente.
Había intentado contarle sus sentimientos, pero él nunca la había querido escuchar. Y se lo había demostrado, pero siempre había mirado a otro lado. Porque había preferido tener ojos para otras, aquellas que siempre habían jugado con él, aquellas que habían visto en él al chico bueno del que al final se cansaban...
Y cada vez que volvía de una relación caprichosa, ahí estaba ella, esperando, para componer su corazón y su autoestima, como su amiga, como una más. Aunque en el fondo ella no quería ser su amiga. Quería ser algo más.
Y él nunca lo había valorado, nunca había prestado atención a lo que ella sentía, porque no merecía la pena.
Pero un día, sin saber cómo ni por qué, él quiso verla. Porque algo había cambiado. Pero por su forma de hablar por teléfono ella supo que algo no era como siempre. Pero entonces no quería que nada fuera distinto, porque hacía mucho que ya sólo lo miraba con ojos de amiga. Sus sentimientos habían cambiado, a la inversa. Él iba en una dirección y ella, en la contraria. Así de caprichosa era la vida.
Por eso y a pesar de que le había prometido qeu aquella noche se verían, en el mismo sitio al que solían ir siempre a charlar de todo un poco, ella no apareció. Esperó. Miró su móvil varias veces pero sabía que ella era puntual, y cuando se vio repasando una y otra vez, en su mente, lo que quería decirle, se dio cuenta de que seguía solo.
Quería saber si ella seguía enamorada de él, porque había llegado el tiempo en que había madurado y se había dado cuenta de los años perdidos, porque le gustaba, había algo de ella que siempre le había llamado la atención. De manera subconsciente había querido pensar que no era su tipo, pero al cabo de los años no pudo reprimir lo que sentía.
Pero al fin comprendió que ella no iba a ir. Por mucho que esperara o insistiera en llamarla.
Cuando se iba del local, volvió a mirar atrás, pero allí no había nadie. Ella ya no estaba.

sábado, 21 de junio de 2014

Germán y su fiesta de fin de curso

Germán está acabando el curso escolar. Lleva semanas ensayando su baile de fin de curso con sus compañeros en clase y aunque mamá ya ha intentado en varias ocasiones sonsacarle cómo será el baile, es imposible porque Germán no suelta prenda. 
En clase han escuchado la canción en varias ocasiones y la seño les ha ido enseñando los pasos poco a poco, hasta que todos los han ido memorizando. Y ya son capaces de hacer la coreografía entera, solos.

Germán está muy nervioso pero ha prometido a la señorita que no va a decir nada en casa para no desvelar la sorpresa.
Sólo quedan dos días. Mamá le ha comentado que tiene su ropa preparada para el lunes: camiseta y pantalón blancos con zapatillas y un sombrero de color rojo. Cada uno de los niños de su clase va de un color distinto, para poder formar la coreografía. Germán está entusiasmado porque su mejor amigo lleva su mismo color. Mañana, le ha pedido a mamá, que le deje probarse la ropa, porque quiere mirarse en el espejo, para saber cómo estará.
Está emocionado, y eso mamá y papá lo notan. Es más, sienten que ni descansa bien por las noches porque se le nota inquieto aún cuando duerme.
En un par de días hará su baile, con sus compañeros y habrá acabado el cole, llegará la hora de las vacaciones. Aunque dependiendo de las notas podrá disfrutar más o menos del verano.

jueves, 12 de junio de 2014

Decidida...

Aquella mañana se despertó decidida, decidida a cambiar su incertidumbre. ¿Si o no? No había más respuestas posibles y supo que era el momento. Que la incertidumbre no le beneficiaba, por eso tenía que cambiar su rumbo. O intentarlo. ¿Y si él le correspondía y no lo sabía? ¿Y si no era para ella y terminaba el sufrimiento? Bueno, por lo menos acabaría la agonía, aunque sabía que lo pasaría mal...
Había hablado con él solo un par de veces, porque era de esos compañeros de clase que asistían poco, pero la primera vez que lo vio se quedó prendada. No era especialmente guapo, pero su sonrisa la conquistó cuando aquel mes de septiembre, pocos días después de la presentación de las distintas asignaturas, se tropezó con él en un pasillo. Se disculparon y él cayó en la cuenta de que eran compañeros de clase. Ahí empezó esa breve pero entusiasmante conversación, que les llevó a tomarse un café rápido en la cafetería antes de entrar a la siguiente clase. 

Pero después de ese encuentro fortuito, pocas veces más habían coincidido. Él solía llegar tarde, se sentaba en los bancos de la zona trasera del aula y casi nunca acababa la hora. Desaparecía antes, a veces casi sin que se diera cuenta. Y eso que intentaba, con cualquier excusa, mirar constantemente hacia atrás. 
Pero todo eso le daba igual. Por alguna extraña razón él había calado en su interior, y era complicado quitárselo de la cabeza. Constantemente pensaba en ese tropiezo en el pasillo, y en pocas veces más que habían coincidido en clase o en la papelería. Pero habían sido encuentros muy rápidos. 
Por eso dudaba que él siquiera hubiera reparado en ella, más allá de esas leves conversaciones. En cambio ella seguía prendada de él y por mucho que lo intentaba, no podía borrarlo de su mente. Ni un solo día. Hiciera lo que hiciera. 
Quería pensar que nadie lo acompañaba, que no compartía sus días con nadie. Pero era una duda que no había podido despejar. 
Por eso aquella mañana se dijo que, cuando lo viera en clase, tenía que buscar la manera de hablar con él. De lanzarse y quedar con él. Por lo menos eso. Quizás esas preguntas que no la dejaban pensar en algo más podían esperar. 
Y así de decidida entró en clase, cinco minutos más tarde de que el profesor hubiera entrado, intentando ocupar uno de los asientos más cercanos a la puerta...

domingo, 8 de junio de 2014

Un mensaje...

Aquella mañana despertó con una agradable sensación. Miró su móvil y ahí estaba, un mensaje. Su mensaje. Sabía que la adoraba, a pesar de que ella fingiera no ser consciente para que él siguiera diciéndoselo una y otra vez...
"Buenas noches princesa", rezaba el mensaje. No hacía falta más. Ella se sabía querida, estaba viviendo una historia con la que había soñado siempre y aunque hacía poco que lo conocía, no tenía duda, era la persona que había estado esperando. 

Por supuesto, le tocaba darle los buenos días. Raro que no se haya adelantado, pensó ella. Y es que, todos los días y a todas horas era agasajada con un montón de detalles que pocas veces había sentido. Detalles muy insignificantes que le hacían vivir en su particular pompa de jabón, como aquel cuento que su madre le leía de pequeña, en que la protagonista viajaba alrededor del mundo metida en una pompa de jabón.
Ella no se tenía por romanticona, pero él había hecho que sacara su lado más dulzón del cajón de los recuerdos. Contestó a su mensaje con una agradable sonrisa dibujada en su boca, y se marchó a la ducha para comenzar el día. El trabajo ahora se hacía mucho más llevadero. Aguantar a su jefe y las horas sin fín metida en una oficina eran un trago fácil. Porque cuando menos lo esperaba, había un mensaje en su móvil, o en alguna de las redes sociales que utilizaba, o incluso un correo a media mañana...
Pero ese día incluso hubo algo más. Un mensajero llegó bien temprano a la oficina y pronunció su nombre. Primero pensó que ella no era de flores, porque vio al muchacho con un ramo gigante, de rosas, en sus manos, pero después comprendió que era un gesto que lo honraba...
Cuando acabó el día se preguntó si eso sería así siempre, toda la vida, o se cansaría a los meses, y todo se volvería de color gris como le contaban sus amigas de sus matrimonios. Confiaba en que no, que sus detalles la agasajaran de por vida...

 

domingo, 1 de junio de 2014

Me confieso romántica...

Sí, me confieso romántica. Aunque ayer tuve que escuchar eso de "todas sois iguales", lo que nos reduce, a las mujeres, a algo muy simplista, me tuve que reir con esa frase en el contexto en el que se dio...
Romántica a la que, de vez en cuando, le encanta ver una de esas pelis que hasta yo tildo de ñoñas, y sueña con que la historia con final feliz al final le acabe siendo concedida...¿por qué no? Soñar es gratis.

Romántica a la que, un día, le da por pedir que ese hombre que le parece semi perfecto, se de cuenta de que existe y vivir "felices y comer perdices".
Romántica hasta las trancas, a la que cualquier cancioncilla de amor le transmite un mensaje inmenso y hondo que le cala hasta los huesos.
Sí, eso y más. Pero no romántica a secas. Romántica con los pies en el suelo, de las que sabe que esas cosas sólo pasan en las películas, pero que entra "al trapo" porque es inevitable soñar despiertos por un momento, aunque sea pequeñito. 
Y hoy vuelvo a caer en eso de ser "igual a las demás" y me vuelvo a plantar la peli ñoña y romanticona, porque de vez en cuando, y por factores más bien desconocidos que conocidos, y a disfrutar del domingo así, sin hacer nada.
PD: sacar un post de una idea que te cruza por la mente cuando alguien te hace un comentario simpático es de esas cosas que, de vez en cuando, me encanta. Y sí, me encanta ser romanticona :)

sábado, 31 de mayo de 2014

Una mirada basta...

Me encanta analizar las miradas, sobre todo la de los desconocidos. Me gusta echar la imaginación a volar e intuir qué dicen...De repente, me cruzo contigo, no sé quién eres, pero tus ojos no te delatan...
Si una mirada hablara, ¿cuánto diría? Estoy segura que mucho.

La primera impresión de una persona desconocida puedes descubrirlo en su mirada. Si esa mirada se alarga en el tiempo, si te cruzas pero le sigues con la mirada, si te giras o si bajas la vista...Estás diciendo mucho. Me has encantado, me siento avergonzado, me has atraído, siento curiosidad...
Que dos miradas conocidas se crucen dicen mucho. Puede ser casualidad, tú buscas tu destino mientras yo busco el mío, y en un momento nos miramos, pero sin intención, sin interés. En cambio esa mirada amiga pueda estar buscándote a ti. Yo seguro que pensaría que se ha encontrado conmigo por casualidad. Pero creo en las miradas.
Dos miradas cómplices pueden decirse todo con un sólo gesto.
Pero, ¿interpretamos adecuadamente una mirada?  Quizás el encanto de este juego de miradas es que no sabemos qué dicen, o por lo menos yo no sé extraerles el significado...Pero me encantaría saber qué me dice la tuya, si me habla, si en cambio permanece en silencio o se muestra impasible...

martes, 27 de mayo de 2014

Me estremezco...

A tu lado, simplemente, me estremezco. No puedo llegar a explicar la sensación que recorre mi cuerpo, pero sé que es especial. Tú eres especial y eso que me sucede, también lo es. 
Por eso quizás es más sano pensar que estás a mi lado, aunque realmente no lo estás, estás lejos, mucho. Porque si no lo pensara, enloquecería. Perdería el control y mi mundo se tambalearía bajo mis pies. Y no me lo puedo permitir, ahora no. Por eso prefiero engañarme y creer que estás ahí, a mi lado, en cada momento, a cada minuto. 

Y me pregunto, ¿podrías hacer que mi mundo se tambaleara? ¿Tienes ese poder? Pero cuando estás cerca, me estremezco, y eso responde mis preguntas. 
Y eso que siento cuando estás cerca, me da miedo, mucho miedo. 
Por eso no sé si seguir dejando que mi mete tome las riendas, y pensarte a cada momento, o echar el freno y retirarme, porque no sé cómo acabará esto...
Pero ahora sólo puedo pensar en que me estremezco cuando estás cerca, no hace falta si quiera que me roces...

Germán se hace mayor

Germán ha vuelto. Hace meses que anda perdido, y es que se ha vuelto algo más presumido desde que siente que es mayor.
Algo mayor no son más que casi cinco años, pero comparándose con su hermano pequeño, Pablo, se siente todo un hombrecito al que éste quiere imitar en sus actos. Y eso, como a cualquiera, le sube el ánimo.

-Pablo, la zapatilla no se chupa. Te voy a enseñar a atarte los cordones. A mí la seño María me ha enseñado ya-, escucha mamá que le dice Germán a Pablo. Y siente tanta curiosidad que se pone a espiarlos desde la puerta del salón.
Pablo, ensimismado con lo que hace su hermano, sólo atina a reirse y a intentar coger el cordón, mientras Germán se esmera para mostrar a su hermano cómo se hace el lazo. Pero al par de minutos se da por vencido.
-Puff Pablo, eres imposible- escuchar mamá desde la puerta. Intentando aguantar la risa, se va de nuevo del salón para dejar que los hermanos sigan trasteando.
Pero Germán ahora tiene una nueva misión. Como mamá le dijo que en un ratillo saldrían a la calle, se ha ido al cuarto de baño a lavarse los dientes. Cuando mamá le pregunta dónde está, contesta con la boca llena de pasta que lavándose los dientes. Y cuando mamá se dispone a entrar en el baño lo pilla intentando coger el bote de colonia de papá.
-Mamá, papá por las mañanas me deja que me eche colonia de hombres. Me deja su colonia para que huela bien. ¿Puedo?
Mamá sabe que tiene la batalla perdida, por eso deja a Germán coger el bote de colonia de papá, que efectivamente hace unos días recargaron con perfume de bebé, y se lo deja, mientras asiste atónita al baño que Germán se da en colonia. Y una vez perfumado, le pide a mamá que lo peine, y exige que se vayan a la calle...
-Mamá, vamos a la calle, yo estoy listo, espeta Germán.
-Necesitamos cambiar el pañal a Pablo y echarle colonia, responde mamá.
-Puff, venga mamá, Pablo es un bebé y es muy lento, no podemos esperarlo siempre...
Y ahí queda otra nueva batalla que mamá tiene que librar con Germán, explicar que su hermano no es tan independiente como él y necesita de los cuidados de mamá y papá, e incluso los suyos, puesto que es el hermano mayor...

sábado, 26 de abril de 2014

Mi traje de gitana...

Hoy, estos días atrás, me acuerdo mucho de ti, más de lo habitual. Porque es tiempo de que estuvieras ultimando mi traje de gitana, como todos los años. Es tiempo de que estuviéramos peleando por cómo debía quedar...Seguro que a estas alturas pretenderías, como siempre, que mi traje quedara listo, hasta la Feria, y aún nos queda un mes. Que no se me ocurriera adelgazar o engordar. Y es como si te estuviera oyendo decirme que no iba a poder respirar, pero siempre te replicaba que a mí me gustaba el traje ajustado, porque es como luce bonito.

Desde hace unos años no he podido comprarme un traje de gitana y tampoco me hubiera apetecido. Prefería llevar los últimos que me hiciste, y este año, aunque sí he optado por lucar traje nuevo, seguiré sacando del cajón los últimos que tengo...
Porque sabes que todos los años me convencías, allá por el mes de febrero, para que me comprara una tela. Sabías que me daba igual que aún no hubiera lunares, porque no eran mi elemento más gustoso para un traje de gitana. Este año no tengo más remedio que llevarlos porque esas telas que a mí me gustaban y esos modelos que, entre las dos, acordábamos, no los hay. Sólo se pueden hacer. Y como tú, nadie. Y cuando te traía la tela, dependiendo del año, me echabas o no la bronca. Aún me acuerdo del traje turquesa con tela de fiesta...Cuánto me reñías cada vez que la aguja decidía no pasar por la tela.
Y desde bien temprano empezaba a enseñarte los modelos que me gustaban. Siempre los pillaba de Simof. Y llegaba el momento de que me desmontaras mi idea, aunque había cosas que conseguía que no remodelaras. Pero era tu forma de hacer las cosas, y al final, mi madre y tú me convenciais para que cambiara de opinión. Porque yo costurera no soy y a veces, reconozco, pedía imposibles.
Pero tenía la certeza de que, fuera como fuese, nunca había un vestido como el mío. Podía llevar parte de mi tela, o de mi forma, pero nunca era como el mío. Era exclusivo, y lo lucía con mucho gusto. Y los seguiré luciendo. Aunque el de este año sea de lunares y no sea tuyo...
Me vienen a la cabeza las peleas porque yo pretendía que lo ajustaras al máximo de todos sitios. Siempre quería más escote, y tú siempre me intentabas hacer entender que, cuando cosías, aquello menguaba. Pero nunca te hacía caso. Ni tú a mí.
Y ver mi traje en proceso, de ver cómo transformabas la tela que había elegido e ibas añadiendo aquellos detalle que yo quería que llevara. Y a estas alturas, estoy segura de que tendría mi traje casi listo, para colgarlo en la percha y comtemplarlo casi un mes, hasta que llegue la Feria...
Pero al final son sólo recuerdos, porque no puedo hacer que vuelvas a pelearte conmigo, que me pinches con el alfiler sin querer, que me ajustes el vestido para que me dé cuenta de que me va a ser imposible respirar, que me hagas entender que no eres una modista y hay cosas que se te estacapan, que me digas con qué combinarlo...Pero todo eso lo guardo en mi memoria y ahora más que nunca, que se acerca la Feria, saco a pasear mis recuerdos, porque es inevitable que me acuerde de esos meses en que transformabas la tela en mi traje de gitana...

 




domingo, 30 de marzo de 2014

Relajante



Relajante es mirar al mar, quedarte mirando al horizonte sin ninguna prisa, sin anhelos…
Relajante es desahogarte escribiendo, ésta es mi manera de seguir en paz conmigo misma. Ahí está mi diario, lo que algunos saben y otros nunca sabrán, lo que unos han escuchado o leído y otros nunca sabrán, los que algunos han vivido conmigo y otros nunca lo harán…
Relajante es vaciarte. Llorar, gritar, correr o garabatear un papel con el lápiz bien apretado, hasta que se rasga y das con la mesa…
Relajante es echarte a escuchar una canción, bien la que suena en la radio o la que has elegido buscar, porque te apetece…
Relajante es terminar un día llorando y riendo a la vez, ¿por qué? Por nada y por todo. Porque es duro asumir lo que se te viene encima y porque no es nada comparado con otras tantas cosas que te han pasado o te pasarán…
Relajante es mirar atrás y ver que has disfrutado de las pequeñas cosas que te han deparado el fin de semana: trabajando, mirando a los ojos a las personas, charlando y tomando algo al mediodía, rodeándote de enanos…
Relajante es echarte a tomar el sol mientras intentas no pensar en nada, aunque le des mil vueltas a todo lo que te agobia…
Relajante es pensar en el tiempo libre y con quién quieres compartirlo…
Relajante es…relajante es todo aquello que haga disfrutar, que te mantenga viva y te demuestre que es lo que te apetecía hacer. Yo este fin de semana he hecho muchas de esas cosas que relajan, que dan paz, que te dejan plena de satisfacción, porque no siempre hay que ir de mosqueo con la vida, porque no es sano y no tiene sentido. Dicen por ahí que no hay que dar más importancia a lo que sucede ni a las personas que te rodean, o a las que no, de la que merecen, así que, de esta manera quiero terminar este domingo…relajada…