Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



domingo, 16 de noviembre de 2014

Ese incómodo silencio

Surgió ese incómodo silencio...
Y ella supo que llegó el momento de despedirse. Porque volver a intentar explicarle lo que sentía era inútil y porque no tenía tiempo. Su tren partía en poco y tenía que llegar a la estación.
Sin hacer ruido, y sintiéndose observada, se levantó del sofá, cogió su abrigo y su bolso y cerró la puerta tras de sí. Sin decir hasta luego, te llamo, te mando un mensaje o cualquier cosa que hubiera sabido a intento de cortar aquella incómoda situación que les atenazaba.
Él sabía que la había dejado escapar sin decirle que no le importaban sus inseguridades, porque confiaba en aquello, mucho, más de lo que ella creía. Y también sabía, conociéndola, que no recibía ese dulce mensajito, como otras veces, en el que le recordaba que había llegado, que estaba bien o lo echaba de menos. Esos viajes por motivos de trabajo en las últimas semanas se habían hecho demasiado asiduos, pero aún así, él la alentaba a seguir, a forjarse ese futuro que tanto ansiaba, y si eso pasaba por estar separados varias veces a la semana, no le importaba. 
Pero esta noche su ausencia le dolía más que nunca. Porque suponía que se había ido, durante dos días, sin decirle nada. Y sabía que cualquier intento de hablar con ella sería infructuoso, porque si recibía respuesta, sería fría y cortante. Y también tenía claro que hoy no recibiría ese tierno mensaje que le daba las buenas noches y le decía que había llegado bien.
Así que estuvieron dos días separados sin apenas hablar. Hubo pequeños intentos de saber del otro, pero con el dolor y el reproche de por medio. Así que ambos, cada uno por su lado, prefirió esperar a la vuelta. 
Y llegó el día en que ella volvió a casa. Él sabía perfectamente su hora de llegada, así que, cuando la estación estaba completamente vacía, porque su tren fue el último en pisarla, ahí lo encontró, esperándola en un banco, para llevarla a casa. Fue entonces cuando ese gesto pudo más que el silencio que llegó tras el último enfado, el último intento de ella de explicarle que no se trataba de inseguridades, sino de la percepción de saber que algo había cambiado, qué él no se comportaba igual, aunque se lo negara...Corrió hacia él con una sonrisa en la boca y olvidó, por unos momentos, los dos días separados. Pero esa conversación pendiente, le gustara o no, se daría...
Pero por el momento, ese incómodo silencio desapareció, dando lugar a un perfecto beso de bienvenida...

2 comentarios:

  1. Me ha encantado!!! Aunque me ha sabido a poco. Para cuando el libro??

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  2. upsss no sé si la que escribe está preparada para un libro eh amiga...pero agradezco tus palabras...

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