Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



miércoles, 29 de julio de 2015

Hoy, en una montaña rusa

Hoy tengo la sensación de que estoy en una montaña rusa. De repente te sientes muy alto, en aquel lugar donde la adrenalina hace estragos en tu estómago, y de repente, en un lugar tan bajo que la desilusión hace mella en ti. Así estoy hoy en una constante montaña rusa. 

Hay demasiado tiempo para pensar; un excesivo grado de aburrimiento, y mi paciencia no es tal como para aguantar la situación a la que me dedico en estos momentos. A la que me veo obligada, mejor dicho. Y no sé si tengo capacidad o no para contarlo, si alguien me entenderá  o si sabré explicarme. Es una amalgama de sentimientos la que se cruza en mi mente que me la llega a nublar, sin más. 
Es la impotencia de verte atrapada, de repente, en una situación que no te corresponde, a lo que se une demasiado tiempo para pensar, lo que supone que todo lo que cualquier día es insignicante, se hace gigante. Y ése es el momento en que todo me sobrepasa, porque hay ciertas cuestiones solapadas al día a día que, con el devenir de los días aparco sin darme cuenta, pero que en días así se me vienen encima como un trozo de material muy pesado. Y me hunden.
Lo que supone que se unan una serie de circunstancias que no me dejan respirar y en cambio me dan ganas de desahogarme, de llorar con intensidad hasta dejar fuera la rabia por todos y cada uno de esos puntos que se hacen imposibles de llevar. 
Así me siento hoy, en esa montaña rusa que me deja destrozada y con gran sensación de frustración. Un día más...

sábado, 25 de julio de 2015

En qué estrella habitas...

Hay veces que los sentimientos de otros acaban haciendo mella en los tuyos y hurgan en tu interior, prácticamente dejando huella, esa huella que no querías recordar pero que sabes que está. Y tener excesivo tiempo libre, en reposo, también ayuda a que los sentimientos estén a flor de piel.
La tristeza de una persona porque falta otra a la que quiere me ha recordado, hoy, un día importante porque celebro el cumple de mi hermano, que hace pocos días mi familia también pasaba por uno de esos aniversarios que intentamos, por lo menos yo, pasar por alto, casi sin echarle cuenta, entendiendo que así será más fácil que la pena no acuda a ti. Pero es inevitable, y antes o después te acuerdas de aquello que llevabas unos días intentando obviar. 

Pues sí, es inevitable acordarse de que esta semana hacía años de que te fuiste. Parece que no hace tantos pero en realidad es toda una vida, porque no poder tenerte cerca se hace duro, porque no poder percibir tu olor es complicado y porque todos tus consejos y tus gestos quedan grabados, pero sería fantástico poder tenerte aquí. Es que es inevitable que acudan a mí tantas y tantas imágenes: cuando era pequeña bajabas a comprarme el desayuno, un dulce, que normalmente no tenías porque no comías; me preparabas con cariño y esmero la cama que tanto me gustaba y que salía, misteriosamente, de un mueble; que me dieras consejos como que durmiera sin almohada que era bueno para la espalda; que siempre nos recomendaras escuchar a nuestros padres, porque han vivido más que nosotros y sus consejos son sabios;...
Por eso hoy, robándole una frase a esa persona que hoy sufría su reciente pérdida, me pregunto, ¿en qué estrella habitas? Estoy seguro que la tuya será la más sencilla y a la vez la más cuidada, porque eres de esas personas totalmente detallista que no deja nada al azar. Y fijo que estás con abuelo y tu hija Lola, que estará poniendo patas arriba esa estrella y cualquier otra, porque también le encanta el orden y la limpieza. Fijo que compartís ese espacio, o por lo menos estáis cerca, de mis otros abuelos y de mi tía, que estará haciendo vestidos de gitana para todo el que quiera echar unos bailes y estrenar un precioso traje para la Feria. Ella es así. Es como si os estuviera viendo, a cada uno con sus particularidades y sus manías, con sus dejes característicos. Os escucho, os siento, os tengo cerca y es lo que más me reconforta, que nos cuidáis, eso no lo he dudado nunca, jamás. 
Y fijo, abuela, que a lo mejor conoces a esa persona que te dijo, a la que hace poquito que se fue dejando un hueco en una familia, como la dejasteís vosotros, todos. Seguro que no has dudado en brindarle tu mejor sonrisa, un comentario amable y lo que tengas a mano, porque a generosa no hay quien te gane. Seguro que les has preguntado por sus familiares, por sus allegados, por su gente, por esa que se ha quedado tan apenada y con un hondo y profundo sentimiento de pesar en su interior, en su corazón.
¿Y sabes que les diría yo a los que lo echan de menos, especialmente hoy? Que no sufran, porque al igual que tú estás cerca, él también lo estará de él y de su familia, porque no nos dejáis, nos queréis tanto que siempre estáis a nuestro alrededor, cuidándonos, intentando que tomemos las mejores decisiones posibles, que no erremos, que seamos mejores personas y que creemos lazos de unión y no de separación con nadie. Que seamos, en definitiva, personas de bien
Por eso, te lanzo un abrazo fuerte y grande, estés donde estés. En tu estrella, sentada viendo la tele tranquilamente o charlando con ese otro abuelo que dejó a sus nietos y a su familia. Conversando de todo y de nada. Queriendo seguro a otros nietos que no deberían estar por ahí entre estrellas y mundos paralelos. Dando tanto amor y tanto cariño como nos has enseñado a derrochar. 
Abuela, dale un abrazo a todos los que he nombrado y que son tan importantes para nosotros y no te olvides de dar otro abrazo a ese abuelo que tampoco está con su familia...Un beso, habites en la estrella que habites...Por supuesto, un beso y un abrazo para quien hoy sufre su pérdida y me ha contagiado, haciendo que escribiera este texto para recordarte un poquito más abuela...

Persigue tu objetivo


Persigue tu objetivo, haz que tu sueño sea una realidad. 

Ésa fue la máxima de aquella mañana y por inalcanzable que le pareciera, iba a intentar luchar contra todos los elementos para conseguirlo, a pesar de que desde el principio sabía que aquella hazaña sería complicada.
Pero nadie dijo que fuera fácil ni sencilla, por ello tenía que demostrarse a sí misma que por lo menos lo podía dar todo para averiguar si aquel objetivo podía o no estar a su altura. 
Lo único que pedía era no encontrarse con malas artes por el camino, ni con personas mentirosas que le hicieran creer que podía ser. Quería llegar, saber si podía, hacerlo por sus propios pies y sin escollos en el camino. Solo pedía eso. 
Y si no lo conseguía tenía claro que se iría por dónde había venido, porque igual que había fijado una meta en su camino, podría reconducirla, porque su futuro estaba en juego, porque sus ideales estaban en la carretera, y no quería apartarlos, quería continuar con ellos bajo el brazo y siguiendo la estela de aquel sueño, de aquel objetivo...
¿Se haría realidad? 

martes, 21 de julio de 2015

¡Me encantas!

"Te diré tan sólo una cosa, ¡me encantas!"
Así comenzó su mensaje esa mañana.
Y le dio a enviar sin pensar, porque no quería arrepentirse de decirle lo que tanto le apetecía verbalizar. 

Una vez lo mandó se quedó un buen rato mirando su móvil, incluso cuando la pantalla pasó al color negro, signo de que se había bloqueado. Cuando volvió en sí quiso despegarse del móvil pero no fue capaz. Necesitaba que viese su mensaje y le respondiera.
Pero ahora tenía miedo de encender el móvil y saber si había leido su declaración de intenciones o no, si le iba a responder o no, y qué...Necesitaba saber...
Y es que , cuando mandó su mensaje tenía claro que necesitaba decírselo, pero ¿sentiría él lo mismo? Eran tan distintos y sus mundos estaban tan alejados, aunque él había irrumpido en su vida así sin más, dándole toda la confianza que le faltaba, creándole cierta ilusión. 
Entonces sonrió porque sabía que había hecho lo que sentía y eso nunca podía ser malo...

lunes, 20 de julio de 2015

Ganas de besarte

Sus labios se dibujaron bajo sus dedos y sintió que había llegado el momento que tanto había esperado, porque deseaba besarla, tenía ganas de besarla.
 

Pero tenía miedo a su reacción. ¿Y si ella no quería besarlo? ¿Si no le devolvía esas ganas como él deseaba? Moriría no solo de vergüenza, sino de miedo, porque no podía ni quería ser consciente de su rechazo...
Y es que nunca se lo había preguntado y tampoco ella había hablado nada de aquello con él. Por tanto tenía que tomar la delantera y arriesgarse. Si aquello salía mal, no volvería a ella. No podría, porque se desgarraría algo en su interior. Y no estaba dispuesto a que ella lo presenciara. 
Ese tema había sido tabú en sus largas conversaciones por teléfono o las contadas ocasiones en que se habían visto con un café como excusa, pues no habían mencionado ese detalle, eso que ambos deseaban pero que ninguno había pronunciado en voz alta
Pero aquel día no pudo resistirse. Porque sintió la necesidad de pasar sus dedos por sus labios, sentir lo suave que eran y sus ganas de besarla fueron mayores que ningún otro día. Mientras la miraba a los ojos, esos ojos que tanto le decían sin hablar pero que en ese momento estaban silenciosos, se acercó a ella y poco a poco entornó su cara para encajar con la suya, pero antes de intentar unir sus labios, de su boca salió un mensaje que no quería...."necesito besarte, necesito sentirte, tengo ganas de besarte ahora" y entonces pasó...

sábado, 18 de julio de 2015

Página en blanco

Las ideas se agolpaban en su mente, pero no sabía cuál ni cómo plasmar en el papel.
Era imposible adivinar qué quería escribir y por un día sintió que su página se quedaría en blanco. A pesar de que las ganas de escribir eran muchas, tantas que las palabras se juntaban en la punta de su bolígrafo, amontonándose para salir.


Pero no podía comenzar a escupir una idea si no sabía si sería la que se desarrollaría o no. O si era la idónea o no. O la que finalmente quería expresar. Y es que, cada palabra que caía en el papel, ya no se podía borrar, permanecía. Y no quería que nadie leyera algo que no era lo que quería plasmar...
Por eso decidió que mejor era dejar la pluma a un lado...¡Quizás mañana las ideas estén más claras y sea más fácil dar color a esa página!

martes, 7 de julio de 2015

Sus inseguridades

Aquella mañana sus inseguridades aparecieron. Y sabía que eso iba a ocurrir tarde o temprano, porque intentar ocultarlas en el armario del olvido no era la solución a aquellos problemas...
Se quedó paralizada y aunque sabía que en multitud de ocasiones había aconsejado de manera similar a quien le había mostrado sus propias inseguridades, ahora consigo misma la situación cambiaba. Y mucho. 

Surgieron todas de golpe, por desgracia, y no de una en una, por tanto no pudo defenderse, no tuvo lugar a poder hacerlo. Y se vino abajo. Repentinamente pero sin defensa...
¿Y qué hacer? No lo sé, se dijo a sí misma. Quizás la respuesta era muy fácil, quizás difícil, pero sabía que en aquel momento no era capaz de articular un pensamiento que la ayudara a salir de ese agujero de inseguridades en el que había caído sin quererlo, sin pensarlo...
¿Cuáles eran? Todas. No había una, ni dos, surgieron todas, en todos los sentidos...en el ámbito personal, en el profesional, con todo y con todos...Así, sin más...
Lo único que pudo decirse a sí misma es que ahora no había respuesta...¿más tarde la habría? No lo sabía, habría que esperar, o despejar la mente y pensar...Y es que la inseguridad se había instalado incluso en su mente, en su capacidad para pensar...

lunes, 6 de julio de 2015

La fatal despedida

Aquella fue su despedida. Tras años de relación, descubrió que efectivamente aquela premonición de los días anteriores no eran tan algo baladí. Cuando llegó donde ella lo esperaba, se encontró una sorpresa, pero no la que esperaba.

Cuando le dijo que no le quería, que ya no era el hombre que la ilusionaba todas las mañanas, o aquel del que esperaba un mensaje agradadable cada mediodía, o el que la sorprendía con cada uno de sus planes, o con el que quería despertar acurrucada un día de frío, o con el que quería continuar pasando sus días, escondió la rosa amarilla que sabía que le gustaba en su espalda, sin enseñársela, y salió prácticamente corriendo de aquel lugar, lugar que no sería más uno de sus preferidos, como había ocurrido los años anteriores, los que había pasado a su lado. Hasta entonces. 
Aquella despedida, que no fue como las últimas, dulce, de esas que acababan con un beso en los labios, un beso tan deseado por ambos que no podían separarse, y que apenas se produjo, le rompió en dos, pero tras una ducha fría para despejar los pensamientos, comenzó a pensar en las últimas semanas y cómo había sido su relación, y como no quería sufrir, pensó que lo mejor sería olvidarse de ella, por mucho que doliera, por mucho que su mente lo imaginara constantemente con ella.
No quería sufrir y tampoco quería suplicarle amor. Entendió por fin, cuando el sol estaba a punto de despuntar y comenzaba un nuevo día, que no merecía la pena seguir sus pasos, por mucho que le doliera los primeros días, semanas o quizás meses. Y es que, repasar las últimas semanas de su relación con aquella chica que tan pronto la conquistó, le hicieron entender que quizás ella nunca lo había querido, por lo menos no los últimos años, y empezó a comprender el por qué de aquella sensación...Y aunque le diera pena, tenía que poner otro rumbo a su vida. Lejos de ella, lejos de aquella mujer que tan poco bien le hacía, que tan poco bien le había hecho...

miércoles, 1 de julio de 2015

Aquel verano...

Aquel verano tenía claro que lo recordaría como el mejor de su vida. 
Hacía mucho que esperaba que llegara el amor de su vida y a pesar de que lo conocía de hacía tan solo unos cuantos encuentros en la época más especial para ella del año, el verano, sabía que había llegado.

Sabía que aquel hombre que apareció un día a su lado en la playa no se iría, como había ocurrido con otros. Y ahora sabía que aquel encuentro, que le pareció una simple casualidad, no lo fue. Lo tenía todo estudiado para acabar al lado de su toalla, pidiéndole que le guardara sus cosas mientras se daba un baño. Y ella accedió encantada, mientras pensaba que había aparecido a su lado uno de esos hombres inalcanzables que sería el que haría feliz a cualquier otra mujer menos a ella.
Pero ahora sabía que no era así, que finalmente algo bueno había llegado a su vida, y para quedarse junto a ella...Aunque comenzara accediendo a verlo con muchos reparos, pensando que el idílico romance acabaría mal, se había equivocado, y por una vez en su vida, agradecía haber pensado mal para que todo acaba siendo una bendita locura.