Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



sábado, 31 de mayo de 2014

Una mirada basta...

Me encanta analizar las miradas, sobre todo la de los desconocidos. Me gusta echar la imaginación a volar e intuir qué dicen...De repente, me cruzo contigo, no sé quién eres, pero tus ojos no te delatan...
Si una mirada hablara, ¿cuánto diría? Estoy segura que mucho.

La primera impresión de una persona desconocida puedes descubrirlo en su mirada. Si esa mirada se alarga en el tiempo, si te cruzas pero le sigues con la mirada, si te giras o si bajas la vista...Estás diciendo mucho. Me has encantado, me siento avergonzado, me has atraído, siento curiosidad...
Que dos miradas conocidas se crucen dicen mucho. Puede ser casualidad, tú buscas tu destino mientras yo busco el mío, y en un momento nos miramos, pero sin intención, sin interés. En cambio esa mirada amiga pueda estar buscándote a ti. Yo seguro que pensaría que se ha encontrado conmigo por casualidad. Pero creo en las miradas.
Dos miradas cómplices pueden decirse todo con un sólo gesto.
Pero, ¿interpretamos adecuadamente una mirada?  Quizás el encanto de este juego de miradas es que no sabemos qué dicen, o por lo menos yo no sé extraerles el significado...Pero me encantaría saber qué me dice la tuya, si me habla, si en cambio permanece en silencio o se muestra impasible...

martes, 27 de mayo de 2014

Me estremezco...

A tu lado, simplemente, me estremezco. No puedo llegar a explicar la sensación que recorre mi cuerpo, pero sé que es especial. Tú eres especial y eso que me sucede, también lo es. 
Por eso quizás es más sano pensar que estás a mi lado, aunque realmente no lo estás, estás lejos, mucho. Porque si no lo pensara, enloquecería. Perdería el control y mi mundo se tambalearía bajo mis pies. Y no me lo puedo permitir, ahora no. Por eso prefiero engañarme y creer que estás ahí, a mi lado, en cada momento, a cada minuto. 

Y me pregunto, ¿podrías hacer que mi mundo se tambaleara? ¿Tienes ese poder? Pero cuando estás cerca, me estremezco, y eso responde mis preguntas. 
Y eso que siento cuando estás cerca, me da miedo, mucho miedo. 
Por eso no sé si seguir dejando que mi mete tome las riendas, y pensarte a cada momento, o echar el freno y retirarme, porque no sé cómo acabará esto...
Pero ahora sólo puedo pensar en que me estremezco cuando estás cerca, no hace falta si quiera que me roces...

Germán se hace mayor

Germán ha vuelto. Hace meses que anda perdido, y es que se ha vuelto algo más presumido desde que siente que es mayor.
Algo mayor no son más que casi cinco años, pero comparándose con su hermano pequeño, Pablo, se siente todo un hombrecito al que éste quiere imitar en sus actos. Y eso, como a cualquiera, le sube el ánimo.

-Pablo, la zapatilla no se chupa. Te voy a enseñar a atarte los cordones. A mí la seño María me ha enseñado ya-, escucha mamá que le dice Germán a Pablo. Y siente tanta curiosidad que se pone a espiarlos desde la puerta del salón.
Pablo, ensimismado con lo que hace su hermano, sólo atina a reirse y a intentar coger el cordón, mientras Germán se esmera para mostrar a su hermano cómo se hace el lazo. Pero al par de minutos se da por vencido.
-Puff Pablo, eres imposible- escuchar mamá desde la puerta. Intentando aguantar la risa, se va de nuevo del salón para dejar que los hermanos sigan trasteando.
Pero Germán ahora tiene una nueva misión. Como mamá le dijo que en un ratillo saldrían a la calle, se ha ido al cuarto de baño a lavarse los dientes. Cuando mamá le pregunta dónde está, contesta con la boca llena de pasta que lavándose los dientes. Y cuando mamá se dispone a entrar en el baño lo pilla intentando coger el bote de colonia de papá.
-Mamá, papá por las mañanas me deja que me eche colonia de hombres. Me deja su colonia para que huela bien. ¿Puedo?
Mamá sabe que tiene la batalla perdida, por eso deja a Germán coger el bote de colonia de papá, que efectivamente hace unos días recargaron con perfume de bebé, y se lo deja, mientras asiste atónita al baño que Germán se da en colonia. Y una vez perfumado, le pide a mamá que lo peine, y exige que se vayan a la calle...
-Mamá, vamos a la calle, yo estoy listo, espeta Germán.
-Necesitamos cambiar el pañal a Pablo y echarle colonia, responde mamá.
-Puff, venga mamá, Pablo es un bebé y es muy lento, no podemos esperarlo siempre...
Y ahí queda otra nueva batalla que mamá tiene que librar con Germán, explicar que su hermano no es tan independiente como él y necesita de los cuidados de mamá y papá, e incluso los suyos, puesto que es el hermano mayor...