Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



miércoles, 28 de septiembre de 2016

La vida es un océano inmenso

La vida es un océano inmenso, en el que a veces tenemos la buena suerte de poder nadar hasta alcanzar la orilla y otras veces los entrenamientos en la piscina y la técnica aprendida no nos sirven de nada, porque llega una mala corriente y nos arrastra

La vida puede ser larga o muy corta, ¿quién lo mide? No seré yo quien se atreva a hacerlo, ni a juzgar a quien lo hace, pero no me gustaría escuchar a nadie decir que está cansado de vivir, que esto no tiene sentido, que no merece la pena, porque hay quien quiere saborearla y no tiene esa oportunidad. 



La vida puede ser maravillosa o algo más mediocre. La huella que dejemos será la que nos propongamos. Si intentamos ser felices, disfrutar y mostrar cada día una sonrisa, a pesar de las adversidades, seguro que el camino es más llevadero y nos recordarán por eso precisamente. En cambio si andamos mosqueados, buscando gresca cada día y malhumorados, no nos llevaremos ni un triste recuerdo ni siquiera de los que más cerca teníamos. 

La vida es un amplio terreno: a veces la tierra que andamos es escarpada, complicada, con excesiva altura o fangosa; a veces, es un dulce paseo por una llanura verde salpicada de florecillas.

Pero en definitiva, la vida es vida, es tiempo, es reencuentros, es mostrar lo que se siente, es decir lo que uno quiere, es querer sin medida, es sonreir, es ir contracorriente, es mostrarse como uno es, es ser sincero, es no dejar para mañana lo que se puede hacer hoy, es no quedarse en casa y jugar con el tiempo que te ofrecen los tuyos, es hacer lo que te gusta, es no quedarse a medias, es llevar a cabo los proyectos que querías, es soñar con lo imposible, es exprimir lo mucho o lo poco que tengamos, porque en definitiva, estamos de paso y no sabemos cuánto duraremos por aquí...

lunes, 26 de septiembre de 2016

Tuvo que soñarlo...

Imaginó aquel momento demasiadas veces. Y es que lo había intentado en varias ocasiones, pero había algo que a él le frenaba. 

Por eso tuvo que soñarlo. Por eso no tuvo más remedio que imaginarlo, que pensar en todo aquello que le hubiera encantado que pasara. En aquella cita que nunca se dió.

No pudo disimular sus nervios. Las horas anteriores a aquel encuentro fueron un infierno. No supo qué coger del armario, casi se aprendió de memoria algunas posibles conversaciones para no quedarse callada por culpa del miedo. No supo cómo llegó ni siquiera a aquel sitio en el que habían quedado. Pero a la hora pactada, allí se vio, sin más. 



Pero cuando lo vio aparecer, no pudo detener sus nervios, no fue capaz de mirarlo a los ojos. Tenía demasiadas expectativas puestas en aquel reencuentro y no quería estropearlo. Pero no sabía cuál sería su reacción. 

No supo si darle dos besos, si un abrazo o qué. Y es que no se habían visto, en persona no se conocían y eso le hizo tener más miedo aún. Porque creía tener las cosas claras, pero no sabía qué se encontraría, no sabía qué pensaría de ella, no sabía si resultaría ser lo que buscaba o no, lo que había imaginado o no, lo que había conocido anteriormente o no...

No supo qué preguntar, no fue capaz de hilar una conversación con sentido. Y eso él lo notó. Pero no le dio importancia. Quizás él estaba igual de nervioso que ella. Quizás ese encuentro supusiera tanto para él como para ella. Y ella quiso hacer de aquel momento un algo especial, donde no importara el lugar, el cómo, el cuándo ni el por qué. Solo la compañía. 

Y se le pasaron las horas volando. Cuando miró el reloj, casi por casualidad, había pasado mucho más tiempo del que creyó. Y lo mejor era que no se le había hecho pesado y no quería irse. No quiso que llegara el momento de despedirse. Y sabía que, cuando lo hicieran, querría recordaro. Quería hacer algo especial para que él no tuviera dudas.

Imaginó sus labios unidos a los suyos, en un beso. Como los besos en las películas, que llegan casi sin buscarlos. Pero un beso que, sorprendemente, ella buscó y propició. Pero con miedo, miedo de no ser correspondida. Miedo de que entonces le confesara que todo había sido un error o que quizás...no quería ni verbalizar lo que pasaba por su mente, porque quería ser feliz, aunque fuera un instante, por ello intentó que huyeran de su mente aquellos malos pensamientos, aquello que la hacía tener una mala vibración...

Por ello siguió con aquel beso que acercó sus bocas hasta el extremo de faltarles el aliento. Le tomó por el cuello, para que no se escapara, y luchó por no continuar comiéndoselo a besos sin parar. Pero también quiso mirarlo a los ojos, que se encontraran y se dijeran, sin palabras, que todo estaba bien, que el tiempo pasado había dado igual. 

Y aunque no quiso irse, estaba deseando alejarse de él para decirle, sin tenerlo cara a cara, para evitar la vergüenza, que lo había pasado muy bien, que había sido especial, como esperaba, como deseaba. 

Y que quería continuar viéndolo. Porque en el fondo, sabía que había sido un error alejarlo de su vida...Y ahora no quería tenerlo lejos, no quería perder el contacto con él, quería decirle todo lo que no había dicho, quería disfrutar de él sin más, de esos ratos agradables, divertidos...

Por eso siguió soñando con aquel momento, que por ahora no había llegado. ¿Por qué? No lo sabía, quizás no lo había intentado lo suficiente; quizás él no quería dar aquel paso; quizás no era, simplemente, lo que él buscaba...Soñando con aquello que visualizaba todas las noches...



miércoles, 21 de septiembre de 2016

Como si no hubiera pasado el tiempo

Un café. Un simple café te pedí, para mirarnos a los ojos y hablar.

Hablar tranquilamente de todo y de nada, como si no hubiera pasado el tiempo. Con el sol tras el cristal y la playa como testigo. Como no podía ser de otra manera. 

Como si no hubiera pasado el tiempo, como si los años se hubieran quedado a un lado. Como si el ayer no hubiera existido, como si el hoy, el presente, fuera el único testigo

Como si el tiempo se hubiera paralizado. Como si esas dos personas fueran las mismas que hace años, como si nunca se hubiera cortado la relación entre tú y yo. A pesar de que ambos sabemos que ha llovido mucho, que no somos los mismos, por mucho que queramos. Y quizás eso sea bueno, positivo, o no, quizás sea malo, negativo. No lo sé, no lo puedo saber. 

Solo sé que habías vuelto, o has vuelto. Aún no lo sé. Porque pareces un fantasma en mi hoy. Temo que solo seas un espectro, un fantasma del pasado que viene a atormentarme. Es complicado acercarse a ti, es difícil llegar siquiera hablar contigo, como si no pasara nada, como si el tiempo estuviera congelado. Es complicado incluso poder ponerme delante de ti, para experimentar qué supone esa sensación. Porque no me dejas. Porque no he creado la expectación suficiente. Porque no he podido llegar a ti. No sé si soy yo o eres tú.

La playa de fondo (Brenda Gómez)
 

Pero seguimos teniendo pendiente ese café. Si te apetece, si lo necesitas como yo, porque deseo reconciliarme contigo, porque necesito dar un paso, el que no di hace años. Si es una preferencia para ti poder tener una charla agradable como espero que sea...

jueves, 15 de septiembre de 2016

¿Y fue casualidad?

Pasan cosas, de esas que a veces no piensas que ocurran.

De repente, alguien con quien un día perdiste el contacto, vuelve. Reaparece en tu vida. Y piensas que no es casualidad, porque no creo en esas cosas. Y me paro a pensar. ¿Por qué desapareció? ¿Fui yo, tuve la culpa? ¿Qué no hice, que hice para alejar a esa persona?

¿Y por qué una segunda oportunidad? Ésa fue mi pregunta nada más ver su nombre de nuevo. Te da por pensar, por un lado, en que la vida te vuelve a unir a alguien; o bien que es una broma macraba del destino; o que llega para restregarte que un día dejaste pasar la oportunidad y la vida le va fenomenal.

Pero no, resulta que, a simple vista, parece que no hay nada malo. Por mucho que intentes buscar debajo de la alfombra, no hay trampa. Y conforme pasan los días sientes la necesidad de hablar con esa persona, de conocer qué ha pasado en este tiempo de ausencia, pero no llegas a verte correspondida. No hay fluidez en la conversación, y aunque no lo muestras, sientes un vacío extraño en tu interior, sientes que es difícil llegar a esa persona, como si hubiera una barrera, a pesar de la cecanía física.





Y te preguntas por qué. Pero no dejas de intentarlo, porque hay algo que te dice que sigas adelante, sin mirar atrás, porque parece que hay mucho que averiguar, hay mucho bonito que descubrir. Y ya no te planteas qué no pasó o por qué no fue. Simplemente piensas que podrás recuperar parte de ese tiempo perdido años atrás, que podrás tomarte un café con esa persona, mirándolo a los ojos si la vergüenza te lo permite, pero empapándote de todo lo que quieres saber, lo que quieres descubrir, lo que quieres sentir.

Pero no llega. Por mucho que pones ganas, no lo consigues. No consigues esa conversación cómplice que te haga reír; no consigues atrapar la atención de esa persona; no eres capaz de generar un poco de ilusión. Y a pesar de que el pasado no deja de hacerse presente, no te rindes, y continúas con tu particular batalla. Siempre preguntándote ¿qué he hecho mal? ¿qué tengo que hacer? ¿qué tengo que demostrar? ¿por qué no merezco siquiera una triste respuesta, una conversación, un momento sentados a una mesa con un café?

Entonces es cuando la duda te asalta y se hace dueña de tu pensamiento. Ahora no eres capaz de pensar con positividad. Ahora no sabes qué hacer. ¿Hablar o no? ¿Continuar insistiendo aunque la peor de las respuestas es la que se hace patente, es decir, el silencio? ¿Buscar una excusa tonta para escribirle? ¿Plantarte en algún lugar donde crees que puedes encontrarlo?

Pensé que, por una vez, podía ser. Por una vez podía sentir que algo podía ir bien, que tenía una recompensa. Por una vez quería creer que las segundas oportunidades existían. Por una vez creí que los errores del pasado se podían subsanar, aunque fuera años después. Por una vez...por una vez pensé que no era casualidad que hubiera vuelto. Que hubiera vuelto para ser parte de mi vida, de una u otra manera. Pero ni siquiera me dejó intentar averiguar qué quería que fuera. Ni siquiera pude dar un paso sencillo como mirar a esa persona a los ojos y saber qué había pasado o qué pasa...

No creo en las casualidades, no, pero ¿solo fue un espejismo? No sé si tendré respuesta o no. Pero me gustaría tener un final feliz para esta reflexión, poder decir que me he podido sentar delante de esa persona y averiguar aquello que me intriga, aquello que hace que le dé vueltas a la cabeza, aquello que me ronda día y noche, aquello que quiero decir o no...Quería saber el motivo por el que te conocí y por el que ha vuelto...