Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



martes, 16 de septiembre de 2014

Me enseñaron...

Me enseñaron a dar mis primeros pasos, hablar, ser buena persona, comportarme, esforzarme para ser mejor, el espíritu del trabajo en equipo, la amistad, el compañerismo, intentar destacar sin pisar a nadie, a demostrar mis capacidades...pero no me enseñaron a superar los sufrimientos. 
Para eso no hay un decálogo o manual que valga, el sufrimiento se pasa sufriendo. Aprendiendo, con los años, a que no te lo noten o no penetre excesivamente en tu piel. Porque nadie te prepara para poder superar lo que te depara la vida. Porque los desencantos llegan, te cogen por sorpresa y te dejan paralizada. Y a mí encima se me nota en la cara y casi en la forma de expresarme, sin que la persona que lo palpe esté delante. Así soy yo. 

Y si no te dejan paralizada, como decía, nunca te permiten actuar como te gustaría, para combatir esa situación complicada. Nunca actúas por el bien de tu integridad psíquica. Y de repente te ves pensando si te engañan más de lo habitual, si no te dicen siempre la verdad por piedad o si hay algo más que no llegas a vislumbrar porque nadie te ha puesto en la pista. Y es que, como bien dicen, ojos que no ven...
Y al final intentas que la música suba por encima de los decibelios de tu mente para no escuchar esa vocecilla que te comienza a bombardear con ideas retorcidas. Porque en el fondo el sufrimiento te lleva a retorcer cada cosa que pasa por tu cabeza...

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