Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



martes, 2 de septiembre de 2014

El reencuentro

Volvía a la rutina. A las clases diarias y eternas por las tardes para recuperar las asignaturas que había suspendido el curso anterior. A pesar de que aún seguía haciendo buen tiempo y sus amigas seguían yendo a la playa, ella en cambio tuvo que renunciar a ello por ir a clases y prestar atención.
Como cada tarde, esperaba ante el semáforo que la ayudaba a cruzar la calle, y mientras miraba al frente, con la mirada perdida y abstraída, pensando en mil cosas a la vez, de repente sintió que alguien la observaba. Pero sólo fue un instante en que pudo ver a ese desconocido que hizo que se le volviera el estómago del revés, porque el semáforo se puso en verde y él huyó casi volando con su bicicleta. 

Solo recordaba unos bonitos ojos grandes, achinados y de color verde, que la habían contemplado durante unos segundos mientras el semáforo cambiaba de color. Y maldijo al maldito semáforo por no tardar más en ponerse en verde, y se maldijo a sí misma por haber estado pensando en tonterías mientras el chico más guapo que creía haber visto en meses o años se había quedado mirándola. ¡Mala suerte!
La tarde se hizo muy corta y también muy larga. Corta porque sus pensamientos estuvieron pendientes de buscar la fórmula de cómo encontrar a ese chico, si sólo tenía una referencia: sus ojos y que iba montado en bicicleta. Y larga porque las clases se hicieron tediosas, porque le gustara o no tuvo que atender y responder las cuestiones que le planteaba su profesora y no se pudo concentrar mucho en ese desconocido que había provocado que le diera un vuelco el corazón.
Aunque intentó negárselo a sí misma, estaba deseando que llegara el día siguiente, que suponía una tortura por las clases, pero confiaba en volver a coincidir con ese muchacho una vez más. Ahora estaría atenta. Nada de dejarse llevar por pensamientos absurdos. No. Pero llegó el momento de ir a clases particulares, ir de casa a la academia, cruzar el semáforo y esperar a que se pusiera en verde, pero no apareció nadie. No reconoció esos ojos verdes y achinados por ningún lado. Y llegó el momento de la decepción. Y al día siguiente, más de lo mismo.
Así que perdió la esperanza de volver a encontrarlo nunca más. Y eso que, aunque no quería, fantasear con conocer a ese chico era el pensamiento que más se repetía en su interior. Pero a los días, cuando ya había perdido la esperanza y volvía a ir ensimismada en sus historias, volvió a esperar el semáforo. Y por el rabillo del ojo vio llegar una bicicleta a su lado, y esta vez no se iba a quedar mirando, esperando. Con aires decididos se acercó, porque reconoció esos ojos grandes de lejos, y le dijo cómo se llamaba, preguntándole a él. Antes de que el semáforo cambiara y sus caminos se volvieran a separar, le dejó un papelito con su número de teléfono. 
Porque había estado decidida a no perder su oportunidad. No sabía cómo se llamaba, cómo era su voz o si quizás, tenía novia, pero estaba segura de una cosa, que no podía quedarse paralizada una vez más, porque efectivamente nunca averiguaría si sus caminos volverían a encontrarse una tercera vez.
Y alli se vio, una tarde, mirando el móvil y viendo un wassap de un desconocido. No le hizo falta ver la foto de perfil o que se presentara, sabía perfectamente que era él. Y el reencuentro se hizo certero y perfecto. Y una sonrisa emanó de su boca...Ahora sí...

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