Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



sábado, 30 de agosto de 2014

El enfado

Esa caprichosa actitud de los humanos. Cuando se te pasa el enfado piensas, qué perdida de tiempo. Porque todos, o casi todos, cuando nos enfadamos, tendemos a alargar esta situación cortando de raíz el diálogo con la persona con la que nos mosqueamos.
Hoy he presenciado una de esas situaciones. En dos desconocidos. Mi posición ha sido un tanto privilegiada, pero se observaba perfectamente que el enfado era lo único que les unía. 
Normalmente tendemos a no hablar. Estamos callados, mudos. Y yo me pregunto, ¿para qué salir de casa mosqueados si nos vamos a ignorar? Y si el enfado se produce en la calle, yo casi que optaría por volverme a mi casa. Allí, a pesar de que el espacio sea más pequeño, tienes esa intimidad para poder gritar, expresarte o simplemente hacer como que estás solo. Pero no en público, donde puede haber alguien que te observe. 
Pues así iban. El tiempo que han estado juntos, el espacio físico que existía entre ellos era igual de amplio que el no físico, el que desprendían sus cuerpos. Y cuando se iban, casi se estaban dando el relevo, uno al otro. Primero uno por delante, y tras una pausa, el otro, pero nunca juntos. Ni una mirada cómplice, ni una mirada que por lo menos despidiera "odio", nada. 
Mi naturaleza curiosa me pedía haber sabido en qué momento se han reconciliado, o si se han seguido tirando los trastos. Pero bueno, caben varios finales: o que se hayan reconciliado en algún momento del día; que sigan mosqueados a esta hora en que escribo; que algo les haya hecho hablarse y ya hayan seguido como si nada...
Y viendo este tipo de situaciones ajenas te das cuenta que, cuando te mosqueas y tomas esta actitud, sólo estás perdiendo tiempo. Ese tiempo que no recuperamos y que no sabemos si valoraremos en algún momento. ¿No es mejor hablar las cosas en el momento, aunque se alce la voz y se pierdan los papeles? ¿No es mejor cinco minutos tirándonos de los pelos a media vida ofuscados? Sé que es fácil decirlo cuando no te toca, pero cuando nos enfadamos deberíamos pensar seriamente en esto, porque es cierto que no arreglamos nada dándonos la espalda y haciendo como si nada...

PD: la imagen, tomada de Internet, es muy simpática. Hay que darle ese toque de humor al enfado. Lo dicho, pensad si merece la pena tardar en reconciliarse cuando uno se enfada con alguien :)

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Muchas gracias por acercarte a mi rincón!