Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



martes, 8 de septiembre de 2015

Las decepciones

Las decepciones son una constante en mi vida y desde hace unos meses, más aún si cabe. ¿Más de lo que merezco? Sí, más de las que merezco. 
Y por mucho que el positivismo te lleve a pensar que tu suerte cambiará, que todo llega y que el tiempo pondrá en su lugar a todos y a todo, yo soy de esas personas impacientes que no son capaces de sentarse en el andén a esperar el tren pasar, el de mi vida, el de la caída de los demás o el que me traiga todas esas respuestas que espero y no llegan. 

Llegado a este punto, me planteo si yo provoco esas decepciones o simplemente llegan...Y llegado a este punto hay que hacerse ciertas preguntas...¿espero demasiado de cierta gente? ¿no aprendo a calar a la gente que está a mi alrededor? ¿doy demasiado para lo poco que me dan? ¿me equivoco idealizando la relación que tengo con algunas personas? ¿pongo en un altar a quien no merece? ¿hago demasiados favores a quien me paga con desprecio? ¿soy tan desmesuradamente mala persona como para recibir lo que recibo? No sé si tengo ganas de responder, pero lo que sí es cierto es que todas esas preguntas rondan mi mente un día y otro y otro, una noche, y otra y otra...Y así es imposible vivir, dormir, descansar, tirar para adelante...
Un amigo (en ese caso sé a ciencia cierta que lo puedo considerar en mi reducido círculo de amistades, con él no tengo dudas) me advierte que el tiempo te da la respuesta a todo y si noto, percibo o creo que alguien no me da lo que merezco, es momento de no malgastar fuerzas. Porque es cierto, agotas tus fuerzas, tu energía, tu alegría y tu entusiasmo con gente que no lo merece. Con gente que a la primera de cambio te deja en la cuneta, con gente que te pide o se aprovecha de lo que das de manera desinteresada pero nunca está dispuesto a complacer tus ganas de ellos, de su amistad. Con gente que tiene la capacidad de absorber toda tu energía y tus ganas de apostar por ellos y después casi vuelven la cara si te ven por la calle. Con gente que, a la vuelta de los años, te das cuenta que no saben qué significa la palabra amistad. Con gente que, pasado el tiempo, se quita la careta. 

De ahí vienen todas mis decepciones. Lo peor de todo es que sigo sigo de esas personas masoquistas que intenta luchar por algunos de esos a los que no les importo. ¿Soy tonta? Sí, no hace falta que nadie responda por ti. Si alguien no tiene interés en saber de ti, en conocerte, en saber lo que piensas, lo que te preocupas o lo que te mueve, no debes gastar energías. Pero yo en cambio sigo salvando a ciertas personas, por mucho que día a día sigan demostrando que soy un cero a la izquierda, alguien de quien pasar. 
Y todo ello me lleva a pensar que al final soy yo la que provoca esas decepciones. Si supiera calar a la gente desde el minuto uno, algo que admiro en gente que me rodea, seguro que el hecho de volcarme con quien no me corresponde nada no me supondría una decepción, porque no me lo plantearía.
Mientras sigo reflexionando en qué hacer para que esa percepción funcione desde que hago las primeras migas con la gente a la que conozco, seguro que las decepciones seguirán llegando. Pero doy gracias por tener cerca a esa gente que me comprende, me quiere, me respeta, me intenta aconsejar y sobre todo, me soporta como soy. Quizás a esos a los que no hago tanto caso porque estoy más centrada en vivir pensando en aquellos para los que no significo nada. 
Quizás algún día sea capaz de cambiar de actitud. Quizás algún día sepan que pierden a una buena amiga (porque entre todos mis defectos, tengo una virtud, que si alguien me importa, me vuelco sin medida, dándolo todo de mi, exprimiéndome).

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Muchas gracias por acercarte a mi rincón!