Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



domingo, 2 de septiembre de 2012

De vuelta

Ya estoy de vuelta, de vuelta de todo, a la rutina, a la vida diaria, al quehacer del trabajo, el agobio, el periodismo y los sinsabores y alegrías que deja la profesión. Estoy de vuelta a la vida cotidiana, porque el mes de agosto me ha dicho adiós, y yo con pena lo he dejado partir, para ver nacer septiembre, que a día de hoy, no sé qué me deparará, puesto que hay distintas incertidumbres que se irán concretando en estos días.
Agosto comenzó, he de decirlo, con algún que otro sinsabor, y pensé que estaba condenada a estar todas las vacaciones pensando en eso. Pero he de decir que por falta de voluntad no fue. Tuve con quien expresar lo que sentía, aunque quizás quien debiera no quiso escuchar lo que tenía que decir, pero ahora sé que si no lo hizo fue porque no merecía la pena, obviamente, y ahora puedo decir que sí, salí de eso, y creo que no era lo conveniente. Pues tuve con quien expresarme, con quien derramar alguna lágrima, y quien me subiera el ánimo, haciéndome pensar que quizás valgo más de lo que se me ha valorado, y al final para tener que mendigar que me mimen o que me presten atención, mejor así, y mejor antes que después.
Y ha habido muchas cosas que hacer, mucho que anotar en el libro de las experiencias, como digo, buenas y malas, pero todas han compuesto este mes de agosto, el primero en muchos años que lo disfruto plenamente, de cabo a rabo, pues otros años las vacaciones han ido por fracciones. Ha habido risas, muchos días de playa, alguna que otra puesta de sol, viajes con calor por culpa del aire acondicionado, una despedida de soltera, una visita a Ciudad Real, una excursión familiar a Cádiz, alguna que otra sesión de curso, y muchas charlas, copitas y buenos ratos compartidos, con todo el mundo. Y aunque casi se me queda corto el mes para hacer todo lo que quería, finalmente he de decir que la lista mental que tenía se ha cumplido, incluso ha habido cosas que he hecho sin pensar que al final se podrían hacer. Por tanto este mes se lleva un diez de nota media, a pesar de los altos y los bajos que ha habido.
Lejano ya se me queda el mes de julio, aquel en el que como hoy, estaba escribiendo en el periódico, vuelvo a mi quehacer diario, y aunque un domingo no es día para empezar a trabajar, lo acojo como signo de algo positivo, pues no sé qué pasará mañana. Trabajando con calor, por entonces, con desgana, y contando los días para que llegara agosto, que se va de mis manos sin que pueda atraparlo, sin que pueda alargar sus días. Es más, ya septiembre se ha impuesto, me guste o no.
Y septiembre llega igualmente cargado de retos. De mil cosas por hacer, de comenzar a acostumbrarme a la rutina laboral, de adaptarme de nuevo a escribir, a informar, a ir del trabajo a casa y viceversa y aprovechar los fines de semana para ir a la playa, para poder continuar disfrutando de la playa hasta que el frío o el ambiente otoñal me haga desterrar los bikinis y la toalla de playa, para convertir por tanto mis visitas a la playa en meros paseos con ropa incluida. Pero también viene cargado de fechas importantes, para recordar y en las que tendré que esmerarme. Sí, esmerarme. Tengo que ir compaginando el trabajo con encargos varios y además con regalos caseros que hacer. Así que confío en que septiembre pase rápido, que pase en su justa medida, sin ser pesado pero sin ser un suspiro, porque quiero saborearlo, pero también que se vaya. Quiero que vuelva la primavera y un nuevo verano, porque son las épocas del año que disfruto, en que me libero de la ropa que me ahoga y me aprieta y puedo gozar del sol, de sus beneficios, de un baño en el agua salada sin que esté helada...
Por eso voy a ir deshojando el calendario de los meses otoñales para que pronto llegue una nueva primavera, con el florecimiento del buen tiempo.

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