No soy de esas personas optimistas que ven la vida de color de rosa (o en su defecto, del color que a cada uno le guste más), pero hace unas semanas que me siento bien, aunque mi situación no es la idónea, pero tampoco vale derrumbarse.
Por el momento, tengo un largo camino por delante, aunque ese camino es complicado hacerlo y las oportunidades que van surgiendo son pocas; y aunque el tiempo con un colchón a mi espalda se acabe pronto (porque ese tiempo sí correrá sin que me dé cuenta), creo que esfuerzos estoy haciendo para salir, por ello me siento bien, alegre y animada. Porque hago duros esfuerzos, porque me adapto a las circunstancias, y aún así, continúo intentando dar pasos, siempre adelante, y nunca atrás. Es una máxima...¿por qué no?
Y quiero hacer muchas cosas, pero me faltan horas en el día. Mi creatividad, mucha o poca o distinta a la de tantas personas que hacen con sus manos verdaderas delicias, surge a borbotones, corre y corre y va por delante de mí, y mira que mi mente sí que va adelantada; y es una etapa en la que saboreo mi libertad, sí, la profesional, para colaborar con lo que me gusta, para hacer de mi profesión mi amante y sobre todo, para formarme lo que no he hecho tiempo atrás, por falta de oportunidad
Y quiero tener una oportunidad, o muchas, de demostrar que tengo talento, tanto en mi vida profesional como en la de la creatividad, que me imagino, van muy ligadas. Por eso hoy me levanto con una sonrisa, siendo optimista, a pesar de no serlo nunca, yo prefiero ser prudente y saltar de emoción cuando los resultados son los que esperaba...
En fín...hoy me siento bien, mañana no sé, pero hoy sí. Por eso confío en que los demás también sientan ese optimismo y confíen en mí...