Relajante es mirar al mar,
quedarte mirando al horizonte sin ninguna prisa, sin anhelos…
Relajante es desahogarte
escribiendo, ésta es mi manera de seguir en paz conmigo misma. Ahí está mi
diario, lo que algunos saben y otros nunca sabrán, lo que unos han escuchado o
leído y otros nunca sabrán, los que algunos han vivido conmigo y otros nunca lo
harán…
Relajante es vaciarte. Llorar,
gritar, correr o garabatear un papel con el lápiz bien apretado, hasta que se
rasga y das con la mesa…
Relajante es echarte a escuchar
una canción, bien la que suena en la radio o la que has elegido buscar, porque
te apetece…
Relajante es terminar un día
llorando y riendo a la vez, ¿por qué? Por nada y por todo. Porque es duro
asumir lo que se te viene encima y porque no es nada comparado con otras tantas
cosas que te han pasado o te pasarán…
Relajante es mirar atrás y ver
que has disfrutado de las pequeñas cosas que te han deparado el fin de semana:
trabajando, mirando a los ojos a las personas, charlando y tomando algo al
mediodía, rodeándote de enanos…
Relajante es echarte a tomar el
sol mientras intentas no pensar en nada, aunque le des mil vueltas a todo lo
que te agobia…
Relajante es pensar en el tiempo
libre y con quién quieres compartirlo…
Relajante es…relajante es todo
aquello que haga disfrutar, que te mantenga viva y te demuestre que es lo que
te apetecía hacer. Yo este fin de semana he hecho muchas de esas cosas que relajan,
que dan paz, que te dejan plena de satisfacción, porque no siempre hay que ir
de mosqueo con la vida, porque no es sano y no tiene sentido. Dicen por ahí que
no hay que dar más importancia a lo que sucede ni a las personas que te rodean,
o a las que no, de la que merecen, así que, de esta manera quiero terminar este
domingo…relajada…