Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



domingo, 2 de octubre de 2016

Las marcas en sus manos

Casi por casualidad, aquel día vio las señales que tenía en sus manos.

Señales que le recordaban un tiempo lejano, muy lejano en el tiempo, pero que le hicieron transportarse a aquel entonces. 

Señales que no dejarían de recordarle quién era, quién había sido y qué había hecho. Señales que eran únicas, que no compartía con nadie. Y era algo que le alegraba. Obviamente, porque eran sus señales, su particular recuerdo de aquel tiempo. 

Así era. No causaba ningún trauma, ni suponía una vergüenza. Simplemente entonces era joven y quería demostrar y demostrarse de lo que era capaz. Sobre todo teniendo en cuenta el miedo que tenía a cualquier cosa que supusiera marcarse la piel, dejar una huella o hacerse daño. 



Pero era la marca del tiempo, de su juventud, de su amor, de tu miedo, de sus ganas, de su ilusión. 

Aquellas pequeñas cicatrices, una en cada muñeca, no pasaron desapercibidas aquel día. Por algo sería...

Eran marcas que le hacían recordar quién fue su primer amor. Quién ocupó su corazón y su vida. Y aunque el paso del tiempo casi las habían borrado, ella sabía que estaban allí. Pero no solo la llevaban al pasado. No. Sino que muchas veces le había dado por pensar que por qué no podía aparecer otra persona que coincidiera con aquellas señales, con aquella inicial. Una idea estúpida que la hacía reír cada vez que lo pensaba. Y ahora, pensaba que quería que coincidieran, que deseaba que así fuera. Que esa persona que tenía en mente fuera la misma que coincidiera con las huellas del tiempo. Porque supondría que no había habido solo un capricho juvenil de marcarse sino una intención más allá del tiempo que ahora tenía sentido.

Coincidencias no coincidentes del pasado en el futuro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Muchas gracias por acercarte a mi rincón!