Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



martes, 24 de enero de 2012

!Feliz día compañeros!

Hoy es el día del patrón de los periodistas y escritores, San Francisco de Sales, el patrón de una de las profesiones más duras y castigadas. Y claro, el que me lea dirá que para dura, la suya u otras de trabajo físico. Y sí, comparto que hay profesiones duras físicamente, pero la mía, la nuestra, es de esas que agotan psicológicamente, de las que te hacen rendirte cuando acaba el día, un día que para muchos de nosotros empieza muy temprano y termina muy tarde, porque al igual que el médico, el periodista tampoco descansa.
Y por mucho ejercitar la mente, el cansancio psicológico acaba haciendo mella en nosotros. Que quizás no tenemos que coger un martillo, ni salvar vidas, ni atender al público, pero sí tenemos que atender todas las peticiones que nos hacen, ciudadanos, políticos, colectivos, etc; tenemos que mediar con coacciones a nuestra libertad de prensa; tenemos que rendirnos, en muchas ocasiones, a lo que manda el que lleva el dinero, o el que apuesta por nuestro medio; tenemos que estar aquí y allí, en unos cuantos sitios a la vez, y en estos tiempos que corren, con libreta y bolígrafo, pero además con la cámara de fotos, y por supuesto, atendiendo las redes sociales e Internet, que es la ventana al mundo que manda; tenemos que pensar los temas que sacar, organizar las secciones de nuestros periódicos, evaluar, pelear por la información, por la noticia...Y todo eso siempre para exponernos a las críticas, a la injusticia del que no comparte la noticia, o de alguna parte implicada, perjudicada o afectada, que nunca entenderá nuestro punto de vista, nuestro intento de objetividad.
Es difícil ser periodista, por eso cuando se pregunta si es una profesión vocacional o que se va curtiendo con formación y con los años, yo tengo clara la respuesta: o te sale de dentro ser periodista, o no lo podrás ser por periodo mayor a unos meses o un año, porque el recorrido y la trayectoria que va andando un periodista a lo largo de los días, los meses, los años, o los lustros y así en sucesivo, no se aguanta si esto no te gusta. Para mí esta profesión que escogí tiene una gran labor social, porque siempre podemos ser los mediadores entre quien genera la información o la noticia y quien espera que se le transmita; somos el altavoz, los ojos, los oídos, el anteojos o la lupa, de todo el que quiere saber qué pasa a su alrededor; somos los portadores de las denuncias ciudadanas; recogemos el testigo de quien hace algo bueno, para que haya muchos ejemplos iguales o similares; en definitiva, somos, cada uno en su estilo y en su propio ámbito de trabajo, el agujerito por el que muchos se asoman a la realidad. Y eso también pesa, sobre todo a los que tenemos eso que se llama conciencia y que está tan devaluado en los tiempos que corren, seas o no periodista, hablo ahora como persona. Porque siempre le damos vueltas y más vueltas a aquello que vamos a hacer, porque de cualquier manera no se puede trabajar, porque hay muchos que esperan la objetividad y la realidad como respuesta a sus preguntas.
Pero nos encontramos, y no sólo por la crisis, con una profesión denostrada, devaluada e incluso algo castigada. Castigada porque no todo el mundo entiende que somos los mensajeros, que no se nos puede o debe atacar libremente. Además, la crisis está haciendo que cada vez se haga más en cada medio de comunicación con menos recursos, con menos gente y con menos gratificaciones salariales. Todo el mundo, y eso lo sufro diariamente, se cree con la capacidad de criticar nuestras actuaciones, noticias, informaciones, el punto de vista, la imagen escogida, o simplemente, valoran, siempre para mal, el lado del que nos posicionamos, si lo hay, la noticia que damos o incluso llegan a meterse, por fastidiar y por hacer daño, en nuestra forma de trabajar, de escribir, de cubrir una noticia o de nuestros preceptos periodísticos. Y siempre me pregunto por qué la gente se cree con la disposición y los conocimientos suficientes para criticar esto a lo que me dedico, como lo hacen otros muchos, por convencimiento. Yo puedo compartir o no los métodos de trabajo de mucha gente, de distintos profesionales con los que me encuentre en mi vida, en mi quehacer diario, como persona o como periodista, pero nunca me atreveré a juzgar a nadie ni a poner en entredicho su formación ni su capacitación por el simple hecho de que no me guste cómo funcione o como haga las cosas. Pero en cambio para criticar al periodista parece que todos los de fuera están capacitados. Yo no soy economista, ni albañil, ni informático, ni lavandera, ni ama de casa, ni auxiliar de enfermería, ni médico, ni empresario, ni dependienta, ni panadera, ni abogada, ni física, ni nada por el estilo, soy PERIODISTA, por eso podré saber y conocer de lo que hago o para lo que me formé, pero no de lo que hacen otros, y no se me ocurriría entrar en ataques personales por eso que hace. Pero en cambio en esta profesión sí pasa. El mensajero siempre es el que acaba con el disparo de la hipocresía, de la crítica sin justificación, del que se cree con derecho a robar la independencia a un periodista...
Lo peor de todo es que esta profesión no ha tenido, tiene ni tendrá, un respaldo, ni social, ni empresarial ni del gremio. A lo más a lo que aspiramos es a tener asociaciones de la prensa, pero sin derechos ni deberes. No tenemos sindicato, ni apoyo cuando tenemos problemas. Y así nos va, y así nos irá.
Pero aún con todo, hay mucho buen profesional repartido por el mundo del periodismo, y de eso doy fe porque conozco a muchos de esos que día a día se parten la cara por el medio en el que trabajan, por cubrir y dar la información de la manera más objetiva que se puede, que se esfuerzan por estar al pie del cañón, sin escatimar en esfuerzos, los que no miran las horas que llevan trabajando, porque es lo que les gusta...
Por esos, por todos ellos y por todos los que vendrán, porque por mucho que un padre, una familia, un profesor o incluso cualquier otro periodista intente quitar las ganas al que intente ejercer esta profesión, no lo conseguirán y la estela que ahora dejamos los que llevamos en esto un tiempo, yo concretamente hago siete años y medio en el periodismo local, será continuada por otros. Pero por esos, por los que somos, los que fueron y los que serán, también pide justicia, mejoras en las condiciones laborales y más objetividad de la ciudadanía a todos ellos. Y además, confío en que vengan tiempos mejores.
Supongo que no hay ningún día mejor que el del patrón de esta profesional para reivindicar, para pedir, y que alguien nos escuche. Pero sobre todo, que el concepto que muchos tienen de nosotros cambie, que diferencien al periodista, atado a una empresa o un grupo de comunicación y por tanto a unos intereses, con la persona. Porque cuando entro por las puertas de mi redacción, soy una persona, pero con unas directrices que seguir, pero cuando salgo, soy Brenda, alguien que siente, padece, sufre, ríe, se alegra, se entristece, y todo lo demás, como lo hace cualquiera...

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