Cuantas veces quiso escribir...

Cuantas veces quiso escribir y al final terminó eliminando aquel ridículo texto. Cuantas veces quiso expresar lo que se quedaba cogido en su garganta y se negaba a salir. Cuantas veces pensó en cómo explicarse...

Y lo peor es que había algo en su interior que le empujaba a escribir, a dejar constancia de cómo se sentía aquella mañana; pero había otra parte que le decía que ese impulso no le había traído buenos resultados en los últimos tiempos. Y al final ganó aquello que hizo que borrara lo que llevaba escrito y lo dejara estar.

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Pero a lo largo de todo el día le acompañó ese sentimiento de no haber hecho lo que le pedía el cuerpo. Lo correcto sí, no expresarse, no dejar que ni el mundo ni mucho menos él supieran lo que le ocurría. Porque esa sensación con la que se había levantado no era normal y no le gustaba que siguiera con ella. Pero ese pellizco en el estómago continuó. 

Al final supo que tendría que verbalizar lo que le ocurría, aunque fuera a través de su blog, reflejar que no se sentía cien por cien, que no estaba en su mejor momento y es que, había un pequeño gran vacío que no se llenaba...O no sabía cómo llenar...O quien podía no quería llenar...Demasiadas variables, pero una sola sensación...Cómo calmarla, cómo se disiparía...