Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



domingo, 6 de noviembre de 2016

Sus propios pedacitos

Y como si nada hubiera pasado, recogió sus propios pedacitos y comenzó a unirlos para que dieran un buen resultado, por lo menos, uno que no dejara ver que estaba rota, destrozada, desilusionada. 

Que hubiera un final que pudiera ser el principio de sí misma, pero siempre que supusiera una idea renovada de la que fuera un tiempo atrás.

Porque no quería dejar de ser quien era en esencia, pero quería transformarse en parte, porque confiaba que así pudiera llegar la renovación que buscaba, el cambio que deseaba y tanta falta le hacía. 

Entre esos trozos que fue tomando vio tantos momentos, que le fue imposible derramar alguna que otra lágrima. Pero eran lágrimas que suponían una renovación, un cambio. No quiso dejarlos atrás, porque eran sus momentos, todos los que había vivido, pero quizás no había sabido sacarles el jugo deseado. Los buenos, que parecían mariposas brotando con alegría. Y los malos, los malos debería haberlos apartado antes de ella, por eso los fue alejando, sin tenerlos tanto en cuenta. Los malos, que surgían como un cristal roto que hace daño con solo tocarlos. 

Pedacitos de sí misma


Se sintió como una loca, desbordada por tanta anécdota. Lloró y rió a partes iguales, pero no se olvidó de nada. Pasaron ante ella su infancia, tan preciada; su juventud, tan divertida como ajetreada; su ya mayoría de edad, el paso por los estudios superiores y la búsqueda de trabajo. Las salidas con los amigos, el primer amor, la llegada de tanta gente importante...Y de repente supo que, poco a poco, había ido eliminando los momentos malos, porque no salían por ningún lado. Aunque sabía que para aprender a valorar lo que tenía había tenido que pasar por esos malos tragos, pero se alegró de que no estuvieran en esa recomposición que estaba haciendo. Porque no los necesitaba.

Ahora tocaba volver a hacer de tripas corazón y soltar una amplia sonrisa que todos escucharan. Que los que estaban con ella disfrutaran, y los que estaban en su contra, oyeran con envidia. Y seguir, seguir acumulando momentos, los buenos, que sabría guardar como oro en paño, y los malos, que olvidaría tal cual fueran pasando...

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