Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



jueves, 20 de enero de 2011

Mujer y periodista, difícil tarea en pleno siglo XXI

Complicada es la tarea que me toca, y nos toca (a todos los que compartís mi profesión) todos los días, porque hay muchos obstáculos que salvar y no es fácil hacerte un hueco en una profesión donde la edad parece que es un grado, o dos, y donde ser mujer está aún peor visto. Parece, y yo me siento en muchas ocasiones así, a pesar de que las mujeres seamos mayoría, que nos quedamos estancados en el siglo pasado, pero allá por los años cuarenta o antes, en que la mujer vivía a la sombra del hombre, pues así nos veo a las mujeres periodistas, en especial en la jerarquía de las empresas en las que trabajamos.
Yo amo mi profesión y todos los días me pregunto si el periodista nace o se hace y tengo muy claro que, para esto, hay que estar hecho de una piel distinta, hay que llevar el gusanillo en el cuerpo y tener algo de curioso y observador (de ahí que muchos de nosotros al final saquemos esa vena fotográfica adelante). Te levantas, desayunas, comes, meriendas, cenas, te duchas y duermes con alma de periodista, entregado a tu profesión, a ésta que, por experiencia propia, unos días te da disgustos y otra te recompensa con un beso en la mejilla. Por todo ello creo que me es tan difícil pensar en otra profesión o adentrarme en el mundo de unas oposiciones o hacer, simplemente, otra cosa que no sea plasmar las noticias del día a día en mi ordenador, para que El Puerto y la Bahía de Cádiz lo lean al día siguiente.
Y si desde pequeñita quería ser periodista o escritora, o algo que tuviera relación con el apasionante mundo de la escritura, no sé si es algo que me debo a mí misma como persona, porque soy así y nací con ese gen o a la educación que ha recibido o a todo un poco, por tanto estoy agradecida por partida doble, por mí y por lo que me han dado. Pero al final agradezco que mis padres me dieran la oportunidad de poder ser periodista, aunque mi timidez y mis pocas ganas de abandonar mi Cádiz natal para estudiar casi hicieran que me quedara en tierra. Pero finalmente, y casi con las anclas levadas me subí a ese apasionante barco que me gustaría abandonar dentro de muchos años, aunque efectivamente también confío en que de una vez por todas, aunque si no ha pasado en distintos siglos, complicado es, se regularizara de alguna manera una profesión tan digna como otras tantas y tan importante en la sociedad, sobre todo en ésta, tan plural y a la vez individual, tan caótica y pacífica, tan grande y pequeña...siempre desde el prisma desde donde miremos.
Y por muy duro que sea un día de trabajo, por mucho que mire hacia atrás y piense que he sacrificado muchas horas delante de este ordenador, en esta redacción, en las calles buscando tema, enfrentándome a mis miedos, mis fobias, a despedir a mi timidez, porque no tiene cabida en esta profesión, al final del día siempre hay un tema, o una felicitación o una llamada que te hace sentirte útil, ese es el quid de la cuestión, que siempre, siempre, hay un reconocimiento a lo que hago por alguien.
Y también recibí un empujoncito de alguien que, quizás sin maldad, cuando estudiaba, me soltó eso de que nunca podría ser periodista porque mi timidez me lo impediría, o mi forma de ser, y aquí estoy casi siete años después (que han pasado como una exhalación, como un suspiro), demostrando que puedo, que soy periodista, mejor o peor, pero al pie del cañón estoy, lo que otros no pueden decir, porque se han rendido o porque finalmente no servían. Es más, a día de hoy puedo ser hasta un referente de gruñona total en este mundillo, por lo menos los que están a mi lado todos los días, porque me quejo mucho y soy muy reivindicativa, pero eso va intrínseco en mí, no lo puedo ni quiero cambiarlo.
Volviendo a eso de ser periodista y mujer o mujer y periodista, porque mi condición de fémina va por delante, puesto que eso me acompaña desde hace 28 años largos, es difícil, para que nos vamos a engañar. Dentro de la empresa, de cualquiera, y por ende, dentro de la mía, es complicado no recibir trabas para subir, para escalar, para desempeñar cargos que quizás merecemos más que otros, da igual su sexo, y los organigramas quizás hablan más que las propias palabras que pueda expresar. Pero dentro de mi delegación, y aún habiendo tenido un referente de mujer periodista por jefa como la copa de un pino (puesto que de ella he aprendido mucho), no siempre he recibido apoyo, y me explico. Desde muy pronto, al entrar a trabajar, y por circunstancias ajenas a mi trabajo o a mi valía, me he ido haciendo con cargos de responsabilidad, y eso ha hecho que haya tenido muchos encontronazos con, concretamente, hombres, y siempre de mayor edad que yo, que no veían justo que, como yo siempre digo "una niñata de veintitantos les mandara o les dijera lo qué tenían que hacer". Y eso hace que te sientas literalmente una mierda, que nadie respete tus decisiones o que se pongan en cuestión por el hecho de no llevar toda una vida en la profesión o por ser joven y yo creo, es mi particular opinión, que es un lastre también lo de ser mujer. Pero aquí estoy, echándole morros a todo el que se ponga por delante, porque no tengo miedo.
He tomado muchas decisiones, ya digo que prácticamente en casi siete años he tomado responsabilidad desde muy pronto y creo que sigo fiel a las directrices que me enseñaron y cada día intento mejorarme yo (y pongo el burro delante porque lo intento antes conmigo misma) y mejorar mi entorno, la que ahora es casi como mi segunda casa y que es la redacción. Y confío en que todo esto tenga una recompensa, en forma de lo que siempre deseo y que sabe todo el que me conoce, algo mejor. Que me costaría la vida despegarme de mi trabajo actual se sabe, que no lo niego, porque me siento como una servidora de la ciudadanía, me siento alguien que vive por y para los vecinos de mi ciudad, los que tienen un problema, una denuncia o una queja, pero que también hay formas más apetecibles de pasar unos años, y todos los que os dedicáis a esto me entendéis, es muy cierto. Por eso algún día confío en poder saborear las mieles de ese súmun del periodismo, además me gustaría tener esa oportunidad para cambiar de aires y sobre todo para ver si de verdad echo de menos lo que hago ahora, que parece ya casi una rutina instalada en mi día a día.
Tengo referentes muy buenos a los que mirar o de los que acordarme todos los días, y no son televisivos, que también los hay, a pesar de que esta profesión se desvirtúa poco a poco con esa parte del periodismo llamada prensa del corazón. Aprendí de las que fueron mis compañeras, dos concretamente, y mujeres tenían que ser para hacer un trabajo laborioso y meticuloso, y fueron las que me protegieron y cuidaron cada detalle de mis redacciones y de los temas, siempre intentando que abriera mi abanico de investigación lo más posible. Aunque a día de hoy, y movida por las prisas o por el empuje del devenir diario, no tenga ocasión siempre de hacer aquello que me enseñaron, que no crean que se me ha olvidado.
Y también he de decir que elegí el mundo escrito por razones de peso. Me encanta escribir, poder tener tiempo para pensar en aquello que al día siguiente se plasma en un papel (aunque mis informaciones también vayan dirigidas a los internautas en la página web), no tener que exponer mi voz o mi presencia a la radio o la televisión, porque ninguna de las dos me gustan para ello, y cada día me convenzo de que eso era lo que estaba escrito, nunca mejor dicho, que fueran mis palabras o pensamientos escritos los que fluyeran de mis dedos, que en este caso la pluma quedó anticuada. Otra curiosidad, en los primeros años de carrera mi sueño era ser periodista de guerra, y mi referente fue Arturo Pérez-Reverte, pero después me di cuenta que no estoy hecha para ver tanta sangre, para exponerme, sobre todo con lo mala que está la profesión ni para viajar estando tanto tiempo fuera de mi clima particular, mi Cádiz natal. Después quise ser periodista deportiva, fíjate que me adelante a Sara Carbonero (y por entonces no había Iker Casillas con el que soñar, jejeje), pero también se frustó y ahora hago un poco de todo, toco todos los palos habidos y por haber, excepto el deporte, mira que casualidad, y a día de hoy no tengo suficiente con saber un poco de todo y no especializarme en nada (aunque mis comienzos fueron con los temas vecinales y con los que sigo teniendo mi feeling personal) y encima, por obligación me veo con una cámara en la mano y no descarto, porque me encantaría, poder aprender ese mundo, uno totalmente desconocido para mí aunque mi tarea también es hacer fotos.
Otra anécdota, y que no tiene nada que ver con ser mujer, pero que me recuerda este ejercicio de memoria que he hecho gracias a la petición de una amiga, es que yo siempre quise trabajar en un medio concreto, da igual el nombre, pero fue la referencia en mi caso, en mi infancia, porque desde pequeña era el medio de comunicación que mi abuelo leía todas las mañanas. Bajaba a la librería cercana a su casa y traía ese periódico, porque era el punto de lectura de mucha gente, porque era el viejo del lugar, y porque era como un homenaje a él, aunque murió mucho antes de saber que iba a estudiar periodismo, hubiera sido un bonito detalle de su nieta con él, pero nunca pudo ser, aunque nunca hay que decir nunca jamás, pero sabiendo como está el panorama, difícil está la cosa...Esto no quiere decir que desprecie al medio en el que trabajo, ni mucho menos, porque es casi como un hijo para mí, ya que yo también he vivido muchas etapas de cambio y muchas modificaciones y transformaciones...y porque aquí me hice eso que estudié y veía lejano, ser una periodista todoterreno, sin miedo a nada...
PD: Eh ahí mis reflexiones como mujer periodista y como periodista en sí. Si tengo algo más que añadir, no dudaré en hacerlo. Ana, ahí van mis reflexiones, que supongo que serán las de muchos de nosotros. Me ha gustado que me propusieras hablar de mi profesión en mi condición de mujer, espero que sea de tu agrado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Muchas gracias por acercarte a mi rincón!