Sacrificio

Eran jóvenes. Toda una vida por delante, pero sólo sabían apreciar el momento presente, cuando se encontraban, después de meses de espera.Y hacían bien, porque no sabían que su destino no era unirse en un camino común, sino continuar por diferentes parajes, separados. Todos los veranos ella esperaba su llegada, desde su tierra lejana, cuando él venía a pasar las vacaciones con parte de la familia, aquí, en la costa sur.
Pasaban el verano a escondidas, saciando las pasiones, deseos y sueños que habian forjado desde que se habían abandonado el verano anterior. Nunca cuestionaban lo que cada uno tenía en su lugar de procedencia, porque aunque intentaban comenzar una vida ajena a la que vivían juntos, cuando se volvían a ver, sus esquemas se rompían, ya que era más fuerte el deseo mutuo por tenerse.
A ella le dolían sus partidas y recurría al llanto para poder desahogar su pena, aunque a veces esa actitud hería a las personas que estaban a su alrededor, que se quedaban. Pero tampoco estaba dispuesta a estar alegre sólo en verano. No quería estar protegida de los peligros de verano, sino que también su corazón necesitaba alguien que la rodease con sus brazos en otorño, para no sentir frío, y alguien que la protegiese de las hojas secas que caen de los árboles en invierno y alguien que la protegiese con sus manos del sol de primavera.
Y sabía que eso él no se lo daba, que las cuatro estaciones no los verían juntos jamás. Pero aún así, su alegría se seguía disparando con la llegada del verano, porque su propósito de olvidarse de él no era una cuestión que pudiese controlar. Quizás él la seguía queriendo, pero como ninguno estaba dispuesto a dejar su tierra natal por el otro, un día decidió no volver, bien para no sufrir y no verla sufrir o porque su vida había encontrado una razón de peso para quedarse en su tierra lejana y no regresar.
Nunca se dijeron adiós porque ningún verano hacían una despedida, al pensar que sólo pronunciar esa palabra sus vidas cambiarían y no querían arriesgar el verano siguiente. Por eso ella no notó nada extraño. No le pareció motivo de preocupación que él no volviera en la misma fecha de siempre. Pero pasó el verano anhelando su llegada, hasta que se dio cuenta de que no se habían despedido con palabras pero que ese adiós estaba escrito en algna parte. Aunque el amor que sintieron el uno por el otro sigue en el aire, como un sentimiento muy sólido que nadie podrá estropear.
Este sentimiento se pasea por ciudades, pueblos y aldeas, y se va introduciendo entre las personas, en sus vidas, haciendo que se enamoren. Es un buen sacrificio: el destino no los unió de la mano, pero sí hace que el resto de la gente pueda saber lo que sintieron, uniéndose ellos de la mano y aprovechando el tiempo a escondidas o abiertamente, en público, pero saboreando cada instante como si fuera el último, como hicieron ellos alguna vez.

PD: es un texto con solera, es de hace bastantes años, dedicado a una buena amiga, un buen pilar de mi vida, y he querido rescatarlo del pasado porque es una de esas historias que se escriben con el corazón..