Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



domingo, 7 de noviembre de 2010

Cuento por la Igualdad

Mi granito de arena para combatir o intentar cambiar una lacra social que se repite mes a mes, día a día y que parece no parar...la violencia de género y como se acerca el Día Internacional contra la Violencia de Género, 25 de noviembre, que mejor que un cuento...que mejor que utilizar la palabra...
¿Por qué me toca recoger los juguetes, intentar hacer mi cama o poner y quitar la mesa todos los días cuando mis hermanos, chicos, ni siquiera reciben ese tipo de encargos? Hola, me llamo Rebeca, tengo 8 años y como veis, muchas preguntas sin respuesta. O sí, habrá que comprobarlo.
Efectivamente vivo en el siglo XXI, en El Puerto, aunque mi profesora dice que parece que procedo de una tribu africana o de la Guerra Civil española. Creía no entender esas apreciaciones, pero ahora sí. Asegura que tiene que citar a mis padres porque mis relatos le hablan de desigualdad. Cuando en clase nos preguntan qué hacemos cuando terminamos de comer o de hacer los deberes, mi respuesta es que ayudo a mamá a recoger la mesa mientras mis tres hermanos (dos más pequeños y uno mayor que yo) juegan. Y después hago los deberes y casi siempre antes de merendar lo que me toca es dejar el salón sin juguetes, porque mamá dice que recojamos, si no se lo dirá a papá cuando vuelva del trabajo y que nos obligará a tirarlos. Evidentemente, tengo que guardar todo lo que mis hermanos ensucian y dejan por en medio, así que con suerte tengo unos minutos antes de la ducha, cuando no me toca ir a clases particulares o a baile, para poder jugar con mis muñecas.
Mis hermanos eligieron que querían dar clases de tenis, padel o fútbol y yo que tanto me gusta el baloncesto, me vi apuntada a clases de baile, porque mi madre dice que tengo que fomentar mi lado femenino, y qué mejor que hacerlo de esa manera según ella. Cuando mi seño habla de igualdad siempre pone mi caso como el claro ejemplo de lo contrario, porque mis padres, parece ser que chapados a la antigua, dice ella, están fomentando que mis hermanos se acostumbren a ser los hombres de la casa, y repetirán esos roles cuando sean mayores y formen sus familias, y yo en cambio quiera ser ama de casa de manera voluntaria o me doblegue a lo que quiera mi pareja, pero yo no lo tengo tan claro.
Hay veces que no alcanzo a entender lo que me dice, pero está claro que yo seré como mi tía Celia, porque mis primos Marta y Luis ayudan en casa a partes iguales y tienen el mismo tiempo para jugar. Esa norma que me enseñaron en clase de imitar aquello que creo que está bien la voy a cumplir, y por lo que dice mi profesora, lo que aprendo en casa no es lógico de la igualdad entre hombres y mujeres que ella nos intenta inculcar y que esta sociedad trabaja por hacer realidad con medidas paritorias (una palabra que apenas controlo), normas y leyes que vayan imponiendo cordura en nuestro entorno y en definitiva con la introducción de pequeños cambios en nuestros hábitos.
La seño les ha dicho a mis padres que soy una niña muy inteligente y que tengo claras las cosas a pesar de mi edad, por ello en casa acato las normas y las órdenes, pero sabiendo que la libertad que le dan a mis hermanos de no contribuir no es lógica y que gracias a dios en la escuela y en hogares tan cercanos como el de otros familiares estoy aprendiendo valores que ellos me niegan. No quiero ser una criada como dicen mis hermanos, ni quiero estar todo el día sirviéndolos como hace (bueno hacía) mi madre, no sin protestar en algunas ocasiones, con mi padre, que no escatimaba en detalles por él hasta hace bien poco.
Y es que he de contarles que los sermones de mi tía Celia y los consejos de mi profesora han hecho posible que salga de una vez la verdadera personalidad de mi madre. Perdonen, se me olvidaba, ahora tengo trece años y las cosas han cambiado mucho en casa. Creo que mi madre necesitaba un empujoncito para darse cuenta de que el modelo patriarcal instalado en mi casa no era el adecuado y aunque eso ha costado que mis padres se separen porque mi padre no estaba dispuesto a cambiar lo que cree la mejor manera de educar a
sus hijos, yo tengo que decir que estoy contenta porque ahora tengo tiempo para jugar, pueden venir mis amigas a casa o yo ir a las suyas, sin que me contaminen con ideas algo revolucionarias como decía mi padre, y sólo tengo que recoger lo que yo dejo por en medio. Me he visto obligada a crecer de manera avanzada, pero no me importa haber condensado algunos capítulos de mi niñez, porque el resultado es positivo.
Evidentemente nos repartimos las tareas de casa los cuatro, aunque mis hermanos lo hagan a regañadientes. Pero mi madre trabaja el doble que cualquiera para poder sacarnos adelante. Y creo, aunque tampoco me lo ha explicado nadie, que eso es una nueva injusticia entre sexos, porque cuando mi padre vivía con nosotros a mamá no le hacía falta trabajar (y papá tampoco la dejaba porque he oído muchas discusiones entre ellos por eso), con un sueldo vivíamos bastante bien y ahora mi madre llega muy tarde a casa y rendida de la jornada laboral. Ah, también se me olvidaba, ahora puedo ir a clases de baloncesto, a un equipo mixto, porque el de las chicas me parece deasiado sectario (creo que así se dice). Volviendo al hilo de lo que decía, tengo claro que, cuando forme mi familia, mi modelo a seguir no serán mis padres, por lo menos no los de antes, porque mi madre ahora me parece una luchadora, pero antes una sumisa, como le dice su hermana, es decir, mi tía Celia, y auque no entiendo qué significa, sé que es malo. Y todo se lo debo a mi profesora, que puso en alerta a mi madre y le dio herramientas para que dejara a un lado un modelo de vida que no sólo le perjudicaba a ella, aunque parece que se había resignado a ello, sino a mi también, por ser la única chica de la casa, pero también a mis hermanos porque a la larga ser como mi padre les costaría caro. Mi madre se siente arrepentida y ya me ha dicho muchas veces que siente haberse portado como una necia llevándome por un camino que no quería ni para ella, por eso rompió con todo lo que tenía en el pasado, excepto con nosotros y nuestra casa, porque por ley le pertenece puesto que se quedó con nuestra custodia.
He aprendido una gran lección, y es que en la escuela no sólo deciden si aprendo a leer o a sumar, restar o incluso a comportarme, sino que también me inculcan valores para que tenga las mismas oportunidades que el resto de mis compañeros, ahora que sólo tengo edad de aprender o jugar con mis muñecas y el día de mañana cuando decida qué quiero hacer, en qué trabajar, qué estudiar, cómo estructurar mi hogar (si lo formo), sin duda también eso que dicen que es la igualdad entre hombres y mujeres, pero aún observo muchas diferencias entre los que me rodean, aunque ya sé lo que está y no bien. Pero esas desigualdades se las contaré otro día si quieren escucharme, porque tengo muchos ejemplos más de lo que vive mamá en el trabajo a raíz de que su sueldo sea inferior al de otros compañeros o sus posibilidades de poder ascender sean menores...


1 comentario:

  1. ¿Cómo llamar a este cuento?¿cómo clasificarlo?¿de cuántos capítulos consta?¿quién lo protagoniza?¿quiénes son los buenos?¿y los malos?¿tiene fin?...

    Podríamos llamarlo el cuento de la incertidumbre, porque, ¿acabará algún día este desequilibrio en la balanza de derechos y deberes?, el cuento de la rabia , el cuento injusto, el cuento de los desiguales, el cuento del "rey" de la selva, porque en algunos aspectos sociales seguimos actuando como verdaderos animales,etc.

    Clasificar este libro es cuestionar, si este libro pertenece a la clase de terror, o bien a uno de cuento de hadas como la cenicienta, limpiar por las mañanas y bailar con el principe azul por las noches(creo recordar que así iba el cuento)... pensándolo bien diría que es de miedo, porque en la época que estamos y que sigan existiendo gente que no respete todo lo que acontece la palabra "igualdad para todos y todas" me aterroriza.

    Creo que faltarían números para poder contar los capítulos que constituyen este cuento lleno de rabia e injusticias.

    Y la gran pregunta, quiénes son los protoganistas del cuento. Es complicado atribuirlo a alguién en concreto, porque esto es un tema crítico, y además, procede de muchísimas generaciones anteriores a nuestra existencia, pero si se saben quiénes son los malos y los buenos del cuento, los que realmente de una forma u otra pueden ir cambiando poco a poco éstas carencias de igualdad en la vida cotidiana y social, los que conocemos la expresión "TODOS SOMOS IGUALES" y no nos creemos que somos mejores que el otro género, los que comprenden todo lo que significa y abarca la palabra respeto, los que no permitiran que sus futuros hij@s desconozcan esta forma de convivencia, los que sufren directamente e indirectamente esas "idiocracias", los que somo iguales para todo...

    J.M.G.

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