Mi pensamiento

Esta madrugada me he despertado con una extraña sensación. Creo que es una sensación que se ha instalado en mí desde hace unos días y hoy es cuando ha querido salir a flote, hacerse real, pues estaría encerrada en mi subconsciente.

Me he dado cuenta de que tu deseo, expreso o no, hace que me aparte de ti. Supongo que para ti es más fácil y a mí no sé si me quedan ganas para luchar contra ese deseo. Por un lado, me da miedo estropear nada y por otro me pregunto, ¿estropear qué?, si te has encargado de dejar morir el único lazo que me unía a ti y yo por miedo te estoy ayudando, porque me he quedado petrificada ante la sensación de pérdida que me podía suponer continuar por el camino equivocado.

Y ahora siento que si ya era difícil, que si estaba instalada en una idea que a poco podía hacerse real, ahora cualquiera de mis deseos con respecto a ti podrían ir esfumándose, porque como bien digo, ahora es cuando me doy cuenta de que me has pedido lo que nunca te hubiera dado de habérmelo propuesto tal cual, que me alejara de ti voluntariamente, que deje de conocerte, de ofrecerte mi hombro, de saber de ti, de siquiera poder verte aunque fuera alguna vez con alguna burda y estúpida razón o excusa, aunque supiéramos que es la más tonta de las que se pueden buscar.

Ya verbalicé un día que no soy de las que pasa por la vida de nadie y le da un vuelco, porque no me dieron ese don y en este caso me hubiera encantado dejar una huella en ti, similar a la que tú has dejado en mí, aunque aún no sepa ni cómo lo hiciste. Dejar esa pequeña huella invisible que hiciera que me vieras con los ojos que deseo que lo hagas. Pero ahora sigo luchando con mi parte sentimental e inconsciente que me atrapa, no soy capaz de darme cuenta al 100% de lo que pasa, porque si lo hiciera asumiría que te da igual lo que haga, lo que piense, lo que me ocurra o lo que quiera o anhele. Pero no puedo, y no es que me guste sufrir de manera gratuita, sino porque no puedo, porque hay otra parte de mi que no quiere alejarse de ti, aunque ya bastante me has separado de ti, bastante has acrecentado la distancia que ya nos separaba.

Y hoy me han entrado ganas de romper mi silencio, de hacer añicos mi promesa, porque no puedo más y porque pensé que eso haría que todo se normalizara, pero no es así. Pero no quiero ni puedo darte más motivos para que tengas un concepto de mi que se aleja de la realidad.

Me siento perdida, hundida y sin rumbo. Me has dejado sin mi sostén, aunque sé que poco es lo que te he interesado y mucho tú a mi, y es eso lo que quería, por lo menos seguir intentando saber más de ti, aunque seguro que sería contraproducente, pero no me dejas. Has cortado mis alas y me siento perdida. No has permitido que pudiera intentar siquiera lo que me pide una parte de mí, que es no quedarme parada, luchar, relevarme. Por miedo a perder más por lo que describes como mi insolencia me he quedado paralizada. Por miedo a perderte sin haberte tenido ando de puntillas, sin poder mostrarme ante ti, como un fantasma. Por miedo a destrozar el camino andado decidí no moverme y creo que esto también es contraproducente.

Hay algo en mí que no sé explicar que me dice que intentar dar por cumplido tu deseo me hace perder. Me hace darme por vencida, aunque mi carácter no me lo permitiera. Y queda algo en mí que dice que no lo intenté todo, que me he rendido antes de tiempo, pero hay otra parte que cree que abandonar es lo sensato, aunque es fácil pensarlo y difícil llevarlo a la práctica.

No sé explicar lo extraño que he sentido esta madrugada que ha hecho que me desvele, pero era una sensación de angustia que no quiero ni quería sentir.

Este papel donde escribo se emborrona con una lágrima que escapa de mi ojo, una que quizás lleva más significado de lo que llego a comprender. Y ahora que los pájaros canturrean fuera no sé si lo tengo más claro o menos que cuando empecé a exponer al papel lo que rondaba por mi cabeza hace un rato.

No sé por qué hoy ni por qué de madrugada, no sé por qué no soy capaz de explicar nada y lo difícil es creer que no he dejado huella en ti. Quizás me da por pensar que la he dejado y no lo sé y no lo sabré, porque no me lo dirás. Temo que te guardes algo y que me estés alejando de ti por no querer decirlo. Y al segundo siguiente pienso que quién soy yo para hacer que pienses algo de mi que me hiciera feliz. Temo que haya algo más pero que hubiera que esperar sin que me lo dijeras, pero las señales no existen y esperar sin saber qué ocurrirá es difícil. No ayuda con que sólo verbalices lo que te agobia. Yo necesito algo más, algo más claro quizás, aunque parezca que todo está claro. ¿No hay más? Y si no lo hay, ¿por qué no?, y si lo hay, ¿por qué sí pero no está claro? Sólo necesitaría una palabra de aliento, una que me ayude a continuar, pero me temo que esto continuará así hasta que ese lazó de unión ya no tenga sentido, porque quede roto por el camino, porque yo estaré tirando de él para atraerte a mí, aunque ahora ni siquiera pueda hacerlo, y tú en el sentido contrario, porque no quieres tenerme cerca.

Intuyo que esto no saldrá del papel y ni siquiera seré capaz de mostrarte otra vez todo lo este galimatías, sí, por miedo a seguir perdiendo, porque la cobardía me paraliza y no sé seguir avanzando contigo, o sin ti, con quien cada paso en falso es una odisea. Yo sé que ni siquiera piensas en esto, porque otras muchas cosas copan tu mente y porque no te importo, pero lo que me empecé diciendo que podía ser un pequeño capricho sin más creo que, a pesar de las adversidades y de que no hay señales positivas (aunque no sea capaz de discernirlo en realidad), se ha convertido en lo que no quería.

Y un día volveré a leer esto cuando te hayas alejado lo suficiente, justamente tanto como querías, y espero que por lo menos no me atormente la idea de no haberlo intentado todo, porque es la sensación que me persigue.

Si difícil es explicarme, o intentar hacerlo, más difícil aún se me hace entenderme, porque hay una parte que me dice que no ha habido más que ilusiones en mi cabeza, y otra en cambio me dice que sí ha habido pequeñas sensaciones, quizás casi imperceptibles, que me has mandado, que hay ciertos gestos o quizás palabras, mejor o peor expresadas, que me han hecho y me hacen, casi sin saber por qué, continuar adelante. Pero quizás no existieron o te arrepientas…

Y sin quererlo, he visto el amanecer. Ya sé que mis desvelos no están a la altura de los tuyos, al igual que entiendo que los tuyos son tus razones máximas, deberías entender que los míos también lo son para mí. Y al igual que luchas por los tuyos, a mí me gustaría luchar por los míos, aunque me coartes.