Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



sábado, 25 de junio de 2016

Necesitaba alejarse, debía alejarse...

Sabía que debía alerjarse. Por lo menos un tiempo. Se había creado cierta dependencia de él y sabía que no era bueno. Por lo menos para ella, porque se conocía demasiado bien. Aquella sensación de que el tiempo pasaba demasiado rápido a su lado; que cualquier cosa que dijeran podía acabar en una carcajada; sentir aquella necesidad de buscar cualquier excusa para hablar con él, por tonta que fuera...

Aquellas eran señales que, por tonta que fuera, hasta ella veía y sabía que no eran buenas. No para ella. Por ello decidió que, durante un tiempo, sería mejor desaparecer; no leer sus estados, aquellos que le hacían saber cómo estaba y le pedían a gritos preguntarle; no leer aquellos capítulos que, religiosamente le mandaba todos los viernes, para que ella leyera y le diera su opinión; no llamarlo; no escribirle...



Porque al final sabía que terminaría colándose por él, quién no, se preguntó y ella obviamente poco pocía hacer. No estaba a su alcance. Y ella no estaba a su altura, al fin y al cabo, se conocían desde hacía mucho, casi toda su vida, y jamás había estado en su punto de mira. Y ahora, menos, que él había conseguido ese valor de ser quien quería ser.

Por tanto, decidió, poco a poco, dejar de dar señales de vida, alejarse sin más pero hacerlo casi sin que él se diera cuenta, aunque tarde o temprano sabía que sería complicado evitarlo o no responder a sus correos o sus mensajes. 

Consiguió pasar desapercibida tan solo dos semanas. Estaba acostumbrado a que no tardara en responder, a que, presta, se involucrara con cada idea o locura que le contaba, que se posicionara de su lado en todo momento. 

Una semana más le mandó aquel texto que tanto le gustaba leer. De hecho, quedaba poco para que terminara el puzzle que suponía cada uno de esos capítulos que había ido leyendo de forma salteada. Lo leyó pero no corrió a mandarle su opinión. Y en esta ocasión y no como las semanas anteriores, fue él quien le preguntó qué le había parecido...
-¿Qué te ha parecido? Sé que me has leído, como los anteriores, pero no sé por qué no me has dado tu opinión. Sabes que es importante para mí. Demasiado. Necesito saber qué te parece, sin ti, tus aportaciones, tus dudas y correcciones, no tiene sentido. Dime qué te pasa. Has dejado de compartir conmigo tus cosas, tu día a día, tu opinión, y ya no me llamas para ese café que tomábamos cada lunes. 

Ella leyó aquel mensaje y dejó el móvil en la mesa. No había contestado ni respondido a sus llamadas ni sus mensajes anteriores, pero en ese último, el apeló a aquello que les unía y después de pensarlo, se dirigió a él. 

-He estado ocupada. Lo siento. He leído tus capítulos cada viernes, pero por encima. El trabajo me ha tenido demasiado distraída estas últimas semanas. Cuando tenga tiempo prometo hacerte llegar mis apreciaciones- mintió. 

Él no creyó ni una de aquellas palabras y no lo dejó pasar. 

-Por muy ocupada que hayas estado, aunque fuera de madrugada, me hacías llegar tus apreciaciones. Y hablábamos aunque fuera cinco minutos todos los días. Por eso sé que es una excusa. Pero no sé que he hecho para que te comportes así. 

-No has hecho nada- volvió a mentir ella. No tengo tiempo, estoy muy presionada y tengo que cumplir ciertos objetivos o me echarán. Entiéndeme.

-Si fuera así, no estarías tan distante. Al revés, habrías corrido a contármelo, como otras tantas veces, y yo, como siempre, te hubiera ayudado, como tú lo has hecho conmigo tantas veces. Sabes que me haces falta y te estás alejando, y necesito saber por qué razón. ¿Qué he hecho?

-No has hecho nada. Pero no quiero aburrirte con mis problemas. Además, has encontrado a alguien con quien compartir tus días, tus noches, y ella te requiere. Es más, seguro que te ayuda con cada capítulo...

-Sabes perfectamente que solo confío en ti para eso. No quiero que nadie más aporte nada a mis historias, no quiero que sea nadie más. Ella está ahí, sí, pero tu llegaste antes, mucho antes, prácticamente cuando éramos unos críos y no vas a desaparecer por mucho que lo creas o lo intentes. 

-No vayas por ahí, no apeles a que te conozco desde que eras un mocoso, porque no es justo...

-Pero es la verdad y necesito que digas qué te pasa...

-Nada...

-En serio, no te pongas cabezota...

-No me pongo de ninguna manera. Pero no hay nada que contar. 

-¿Tiene que ver con el libro? ¿Conmigo?

Tras varios mensajes en el mismo sentido, ella decidió que debía ser sincera.

-He decidido apartarme de ti un tiempo. Tienes una vida en la que no encajo y yo necesito ser algo más que la correctora de tus historias. 

-Eres más que eso. Eres mi amiga, mi confidente, aquella que me comprende y la que me da un consejo siempre que lo necesito.

-Ése es el problema. Sé que, de alguna u otra manera, acabarás sabiéndolo. Así que no me callaré. Necisito, precisamente, no ser tu amiga. Yo quiero algo más contigo, algo que no conseguiré, por eso he decidido apartarme de ti.

-No sé qué decir...

-No hace falta que digas nada. Ya sé que soy tu correctora, tu amiga y tu confidente...

-No seas injusta. Lo siento...

-Y yo. Por no saber frenar lo que siento por ti, por haberme ilusionado sin motivo, por hacer que cada día contigo fuera maravilloso, que no quisiera alejarme de ti ningún día por buscar una excusa en cada momento para saber de ti.

-Lo siento. Pero no quiero que desaparezcas. Te necesito en mi vida, quizás no cómo tú quieres, por lo menos no ahora, pero no puedo pensar en mi vida si desapareces. Me moriría.

-No lo harás, puedes vivir sin mis consejos, mis riñas o mis correciones. 

-No, no podría, no. No quiero. Y te lo demostraré. Pero no me pidas más, por favor. Todo a su debido tiempo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Muchas gracias por acercarte a mi rincón!