Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



miércoles, 20 de marzo de 2013

La primavera...

La primavera, la sangre altera, eso dicen y la verdad es que para mí esta estación es un bálsamo de aire fresco, es una satisfacción, me mejora el ánimo y me hace levantarme con otro talante por las mañanas. ¿Por qué? Alguna explicación científica tendrá, que en estos momentos no me interesa, pero sí es cierto que el hecho de que los días sean más largos, poder disfrutar del sol más tiempo, que haya posibilidad para poder compartir un rato en una terraza y no tener que ir forrada de ropa para mí ya es mucho. 
Yo nací una primavera y eso creo que cuenta. No soy un cascabel, y eso lo saben todos los que me conocen, pero el frío, la lluvia y el viento a mí me aploman y en cambio la primavera y el verano, el sol y poder disfrutar de la playa, me animan, me hacen sentirme mejor conmigo misma.
Pero la primavera, desde que comencé a estudiar en Sevilla, me provocó algo que me recuerda que la primavera a mí precisamente me castiga un poco, y es que allí desarrollé mi alergia, esa patología que, por mucho que os creais a salvo los que no la padeceis, no tiene edad. Y así a las 18 primaveras pasé la peor de mi vida, porque pensaba que era de todo menos alergia, pero qué malita me puse cuando llegó esta estación y ya se hacía casi obligatorio abrir la ventana de la habitación que compartía con mi compañera Cristina y nuestro piso daba a una especie de parque...Y hala, allá que me llevé más polen del que podré respirar en mi vida, y en consecuencia, mi querida alergia que, también he de decir que sobrellevo mucho mejor en casa, cerca del mar. ¡Si es que hasta la alergia me la aplaca mi playa querida!
Pero la primavera me trae la flores en flor, valga la redundancia, el color en las calles, que haya una amapola en el camino y recuerde cuando, cerca de mi casa, todavía se veían y eran comunes, tiñendo el campo de manchas rojas muy agradables; o las margaritas salvajes, que son preciosas, e igualmente pintan el paisaje de blanco y amarillo. La primavera hace que deje a un lado los colores oscuros y comience a poner distintos tonos a mi armario, algo que me encanta...
Y la primavera me da una sensación muy agradable para conmigo misma, como digo, será psicológico, pero esto de poder disfrutar de tanto sol me viene genial, aunque mi vicio con el astro rey llegue a límites demasiado exagerados, como me dicen...

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