Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



martes, 12 de junio de 2012

Amiga...

Hoy he sentido la necesidad de parar, de dejar a un lado mi quehacer diario, y dedicar cinco minutillos a algo que me da vueltas en la cabeza. No voy a desvelar su nombre, pero hay una amiga un tanto triste últimamente, y no me gusta verla así. Las cosas empiezan y terminan, todo fluye y en un momento dado, deja de hacerlo. Explicable o inexplicablemente, pasa. Y como todos tenemos una experiencia a la vuelta de la esquina, he de decirte, como indica el dicho popular, que nadie se muere por nadie. En este caso, y siento barrer para casa, mi amiga es la mejor de las mejores, y ella no pierde, pierde él. Así, tal cual suena. Y no es que yo sea radical, no, sino que soy consciente de la verdad. Todavía si habláramos de mí, pues mira, yo soy un bicho y no tengo solución y quien se acerca a mí acaba escaldado, pero bueno no es lo que me ocupa. Una persona amable, simpática, dulce, encantadora, de esas que siempre están pendientes de ti hasta en los más nimios detallitos, educada, estupenda persona y por encima de todo, buena amiga. No se puede pedir más, ni en el campo de la amistad ni en el de las relaciones personales. Por eso, amiga, quiero que sepas, como te dije el primer día, que se me antoja ya lejano aunque está instalado en la semana anterior sin ir más lejos, que tu príncipe azul (verde, amarillo, rosa o como sea) está a la vuelta de la esquina, quizás esté dando vueltas por ahí sin ton ni son, buscando a la princesita de este cuento, que fijo que terminará con un final feliz.
Ya sé que lo que menos te importa en estos momentos es eso, ni el príncipe azul o del color que sea o dónde se encuentre, sino salir de este atolladero, pero siempre, siempre, piensa que lo peor ya está pasando. Piensa que la semana que viene o el mes próximo te reirás de esto, porque sé que intentas asumir las circunstancias que, por duras que sean, son las que son, y aceptas con resignación que lo que no puede ser, no puede ser. Porque ante todo sois dos personas individuales, únicas, particulares, que tienen una vida, y que han de fundir con la persona elegida para compartir el amor. Pero siempre conservando cada uno su parcela particular. Y si en este caso esas cosas no han casado, no han cuajado o simplemente la receta del amor no ha funcionado, será mejor que haya pasado ahora y no dentro de cuando sea, porque el sufrimiento sería mayor.
También te dije que tu forma de actuar es valiente, decidida, porque lo fácil es continuar caminando al lado de alguien que, en tu fuero interno, sabes que no es para ti, porque si hay cosas que os acercan, hay otras muchas que os separan. Lo fácil es que la otra persona te diga que hasta aquí, que no puede más, que llegue un día, explote, y se vaya por donde vino, pero tú en cambio has tenido la fortaleza, aunque ahora no lo creas, de decir hasta aquí, se acabó, porque ir consumiéndose por dentro no merece la pena, porque levantarse sin ganas de compartir, sin fuerzas para reir, buscar un hombro en el que no puedes descargar tu cansancio físico o psíquico del día de trabajo, y acostarte con la sensación de que no has hecho nada que mereciera la pena con esa persona con la que compartes la vida, no tiene sentido. Me refiero a que la vida está para vivirla, disfrutarla, compartirla, amarla, sentirla, y sobre todo, con aquellos que te hacen bien y no con quien, sea por lo sea, aunque no sea ni siquiera por convencimiento propio de esa persona o como diríamos, aunque no lo haga adrede, no acaba por hacer que te sientas plena.
Y yo quiero ver una amplia sonrisa en la cara y no un gesto mustio en tu carita, porque eres de esas personas que, aunque siempre parece que están en segundo plano, porque no suelen protestar, ni llamar la atención ni nada por el estilo de motu propio, son de las amistades que no hay que descuidar. Por ello, y porque me encantaría verte bien y no tener que tratar más este tema, espero que mis palabras sirvan para decirte que siento mucho por lo que pasas, pero también te tiendo mi mano para lo que te haga falta. Pero mientras, sigue mostrándonos esa sonrisa que te hace especial. Como me siento repetitiva, y lo seguiré siendo hasta que no demos por zanjado este amargo capítulo, te dejo este texto para que, en todo momento, sepas que estoy de tu lado, que lo siento mucho y que me encantaría verte feliz, satisfecha y plena, porque repito, te lo mereces. Por si uno de estos días se me olvida preguntarte, o sólo dejo caer un ¿cómo estás?, para no ahondar en la herida, quiero que sepas que esto es lo que pienso y siento.

Pd: la mano que te ofrezco en la fotografía es la mía, para que sea más real...la distinguirás por los anillos...

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