Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



martes, 26 de junio de 2012

Germán y la estatura...


Germán, de dos años de edad, está descubriendo el mundo. Es fascinante. Todos a su alrededor parecen gigantes, sobre todo papá, piensa siempre para sus adentros, por lo menos en comparación con mamá. Bueno, algunos de sus primos son unos enanos, incluida su hermana. Un rollazo, vaya, porque jugar con ellos es prácticamente imposible.
Se dispone a salir de casa y a inspeccionar a todo el que se cruce por su camino. Sinceramente, pocos hay como papá, piensa, su estatura es brutal para él. Y es que, cuando papá lo sube a hombros y puede ver el mundo desde ahí arriba, se divierte mucho. Entonces le apetece saludar a la gente que se encuentra por la calle, para que vean que va muy alto, casi se diría que puede rozar las nubes con sus manos, aunque lo intenta en alguna ocasión y no lo consigue, pero bueno, se le pasa la idea enseguida, porque es apasionante seguir divisando el mundo desde esta alta torre.
Pero cuando papá dice que está cansado y no lo puede seguir llevando en hombros, su diversión se agota. “Vaya”, piensa, “ahora soy yo como una hormiguita”, sobre todo se siente así cuando pasa por una calle totalmente abarrotada de gente en la que se pierde por entre las piernas de todos los que pasan, apresuradamente, hacia dios sabe dónde. Y en ese preciso instante la calle se le antoja un sitio un poco inseguro, por lo que tira del pantalón de papá para que le haga caso y le grita “papá quiero volver a casa”, así que, como papá ha terminado las gestiones en la calle, se acaba la excursión al amplio mundo que supone la calle.

PD: decididamente, me he decantado por rescatar algo que escribí hace mucho. German, que casualmente tiene una edad que conozco bastante bien gracias a mi ahijado, así que sus peripecias creo que me ayudarán a continuar contando historias de Germán. Espero que os guste.

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