Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



miércoles, 15 de septiembre de 2010

1936...

1936. Camino por una ciudad desangelada, Madrid, que no se percibe apenas acogedora, y me veo a mí misma haciendo anotaciones en un pequeño cuaderno. De repente tomo una calle que no me es conocida, que no forma parte de mi trayecto habitual, ese que parece que he hecho muchas veces y que podría seguir haciendo incluso con los ojos cerrados. Pero sigo caminando, creyendo que ya encontraré una calle que dé a algún lugar conocido, que ponga de nuevo rumbo a ese mi destino, que sinceramente no sé cuál es. Pero antes de que eso pueda ocurrir me asalta un grupo de desconocidos, escondidos bajos disfraces o vestuarios que apenas dejan vislumbrar su silueta, oscuros, muy oscuros y con armas en las manos. De repente me veo muy lejos, a salvo, pero de repente me encuentro ante ellos, que sin mediar palabra, arrebatan de mi mano mi libreta y el lápiz y la tiñen de sangre, pues hieren una de mis manos. Pasan de mí sin nisiquiera acelerar el paso, y de repente me veo en el suelo, dolorida, gritando a una ciudad que está dormida, en la que parece no haber nadie. Pero una vez esa turba de gente desdichada se pierde en el horizonte aparecen, de una vieja barbería que soporta el peso de los años a duras penas, dos hombres, uno con marcas del tiempo en su rostro y otro en cambio joven y apuesto, que me arrastran como pueden hacia el interior del comercio y me curan.
(Es un sueño, sólo un sueño, pero fue tan vívido que pensé que era real. No sé de donde sacaría ese inquietante sueño, pero incluso ha molado. ¿Me desperté en el mejor momento?)

3 comentarios:

¡Muchas gracias por acercarte a mi rincón!