Mi mejor definición, por vosotros: Diferente, buena profesional, atenta, reservada, curiosa, habladora, cordero con piel de lobo, observadora, detallista, inteligente, amiga de sus amigos, perseverante, de impresión fría y distante, generosa, audaz, terca, temperamental, tierna y entrañable bajo una capa distante y fría, divertida, cabezona, quejica, especial, cariñosa, sensata, directa, sincera, con gran corazón, de apariencia seria, humilde, comprensiva, persistente, sabe escuchar, empática, paciente, cariñosa por momentos, fuerte por fuera y débil por dentro, buena consejera, responsable, agradable, sensible, con gracejo especial, consecuente, inquieta, alegre, expresiva, alguien que sabe escucharte, emotiva, entregada, cabal, culta, con la que siempre se puede contar.



domingo, 5 de septiembre de 2010

Hasta luego...

Qué complicado es expresar lo que pasa por tu mente o las sensaciones que estremecen tu cuerpo en un momento delicado y complicado como el actual, porque si complicada es la reacción a este capricho del destino en alguien que te triplica la edad, más aún si cabe en alguien que apenas te sacaba unos años. Y es que, son más de diez años, hoy mismo lo recordábamos mi prima y yo, echando la vista atrás, haciendo pasar en nuestra mente algunas de las primeras imágenes que recordamos de cuando te conocimos, os conocimos. Y no he podido evitar sacar el álbum de fotos cuando he llegado a casa tras despedirte y mirar esas fotos, esas primeras fotos en las que sales, en algún pub de la Pescadería (mira si somos viejos) y en un viaje que hicimos a El Bosque. Y tampoco puedo alejar de mi mente que no hace mucho, ordenando un armario, encontré un cuaderno donde anotaba aquellos mensajes más significativos que recibí al móvil cuando estudiaba, y ahí están los tuyos, de apoyo, de ánimo, para que pasara lo mejor posible mi estancia estudiantil en Sevilla.
Y no he podido evitar, en la iglesia, acordarme de ciertos gestos, esas manías que todos tenemos. Uno de los tuyos era meterte un mechón de pelo detrás de la oreja casi siempre que hablabas en repetidas ocasiones.
Pero tampoco he podido evitar ver el dolor de la gente que te quería, que supongo que sabías y sabe que es mucho. He visto a gente conocida por mi profesión, pero también a tu familia, que ya sabes que también conozco, y a otras tantas caras que me suenan de tu barrio, muy cercano al mío, o del colegio.
No sé que pasa por sus mentes, aunque imagino que ese toque de rabia que también pasa por la mía, porque me parece demasiado injusto que no pudieras seguir adelante. Como profesional no he tenido el gusto de conocerte, pero sé que había muchos compañeros de profesión, así que digo que serías un psicólogo de los pies a la cabeza, de esos buenos, de los que valen, seguro también con tu puntito de locura, haciendo honor a tu profesión, pero como persona se me ocurren muchas cosas buenas, sobre todo que me has hecho reír mucho, y has escuchado como tenía que quejarme del trabajo lo poco que me podía parar a hablar contigo cuando pasaba por delante del tuyo. En fín, no sirve de nada decir lo que se siente cuando uno ya no está, pero es tan difícil encajar la noticia y tan complicado pensar que no te voy a ver más cuando pase por la zona del Resbaladero, que se me hace un nudo en la garganta cuando lo pienso. Y como esto no es esperado, no tienes tiempo de despedirte, pero tampoco quiero una despedida, sino un simple hasta luego, porque confío en que, desde donde estés, nos puedas ver por un agujerito y saber que te echo de menos...

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